En la capital de la España sublevada en 1936, franquista y católica, hay un argentino que acaba de comprarse un club. Antonio Caselli, dos veces candidato a presidente de River, es el dueño del Burgos F. C. Para conducirlo llevó a un controvertido ex dirigente riverplatense, César Traversone, volcado hace años a la representación de jugadores. El manejará esta sociedad anónima deportiva bajo la atenta mirada de Franco, el hijo del propietario, que dijo: “Seré los ojos de mi padre en el Burgos Fútbol Club”. La institución juega en la Segunda B, la tercera del fútbol español. Pero se sostiene ahí por una orden judicial. En la década del 90 quebró como S.A. y hasta fue expulsada de los torneos por la Federación de Castilla y León en septiembre pasado. Pasó por cierres, refundaciones, cambios de nombre y descensos administrativos. Su historia es la de una entidad fallida que Caselli prometió reflotar: “Venimos a quedar en la historia del club”, dijo cuando presentó su proyecto. Su principal aliado político en River, Horacio Roncagliolo, afirmó sentirse sorprendido con esta aventura: “Esto para mí fue un golpe, una defraudación, tendría que habérmelo comentado”.

Rodolfo D’Onofrio está más que cómodo en su cargo –producto de los éxitos deportivos en serie conseguidos por Marcelo Gallardo y sus jugadores–, con la decisión empresarial de Caselli debe haber soltado una sonrisa de satisfacción. El anuncio de Roncagliolo desflecará todavía más a una oposición minoritaria: “Esta semana voy a dar un comunicado. Me voy de su espacio, ¿estamos en contra de las sociedades anónimas y me oculta esto?”, se preguntó.

En Burgos afirman que Traversone indujo a Caselli a comprar el club. El ex embajador de la Soberana Orden de Malta en la Argentina tiene espalda económica para hacerlo. Figura en el directorio de al menos dos empresas y de rubros afines. Yacoraite S.A., una firma de negocios inmobiliarios en la que aparece al 27 de marzo de 2018 como director suplente de su padre, el presidente Esteban Juan Caselli, un ex funcionario menemista que fue representante diplomático en El Vaticano. También en la constructora Viviendas S.A. es el presidente y lo acompaña su esposa Laura Viviana Castillo como directora suplente (con datos a mayo de 2017). Hasta noviembre de 2016 integraba el directorio de Agro Magna S.A., una compañía de General Rivas, en el partido bonaerense de Suipacha. Además se le atribuyen negocios inmobiliarios en Uruguay.

El nuevo dueño del Burgos FC anda de recorrida por la ciudad española donde la institución pasó sus mejores años deportivos a mediados de la década del 70, cuando disputó cuatro años consecutivos la Liga de Primera División. Se reunió con las fuerzas vivas y saludó al flamante intendente socialista. “Felicito al nuevo Alcalde de Burgos, @danidelarosa. Trabajaremos juntos para potenciar al @Burgos_CF y a la ciudad”, escribió el sábado en su cuenta de Twitter.

Cuando el club lo presentó a Caselli hace pocos días, señaló en un comunicado que el Consejo de Administración había llegado a un acuerdo con el empresario argentino porque “ha valorado su experiencia y capacidad en el mundo del fútbol”. En el mismo texto se explicó que “la filosofía de esta nueva etapa se fundamenta en fomentar el fútbol base, apoyar el fútbol femenino y potenciar al primer equipo”. En la ciudad saben que hay un nuevo dueño –como otras veces sucedió en el pasado– pero también conocen a quien será su representante en el día a día. Los principales medios lo informaron y por eso le hicieron varias entrevistas a Traversone en Diario de Burgos y El Correo de Burgos. En el primero se lo describió así: “Es el nuevo hombre fuerte de la parcela deportiva del Burgos Club de Fútbol. El fue quien convenció a Antonio Caselli para apostar por el club burgalés, y él será el máximo responsable de formar la plantilla del primer equipo y reorganizar toda la cantera”.

El ex dirigente de River, cercano en la década del 90 al ex presidente Alfredo Davicce y a otro polémico directivo, Ricardo Grosso, desapareció del firmamento político del club durante años. Roncagliolo, en diálogo con Líbero, contó una anécdota que resulta curiosa sobre su fallido intento para integrar la lista de Caselli en las elecciones: “Le pidió ponerlo y no lo llevó. Y ahora lo colocó como director deportivo en el Burgos junto al ex gerente de River, Luis Belli”.

En el libro “Fútbol limpio, negocios turbios”, publicado en 2002, este periodista definía a Traversone como “el activo contador y ex dependiente del Banco Provincia que ejerció los cargos de tesorero, protesorero, vocal y miembro del Consejo de Fútbol mientras compartía un lugar de privilegio dentro del entorno del ex presidente Davicce con Ricardo Grosso”. Hoy el ex directivo describe con claridad meridiana la razón del desembarco argentino en Burgos: “La propuesta surgió más o menos hace ocho meses. Hablando con Antonio le propuse comprar un club en España. Hacía tiempo que me rondaba ese tema por la cabeza. España potencialmente no tiene límites. Comenzamos a tener reuniones con algunos clubes, alguno de ellos de Segunda División, y también el Sabadell”.

Pero se quedaron con una entidad acosada por los conflictos financieros, económicos y administrativos con insuperables experiencias en varios default. “La afición tiene que volver a El Plantío”, tituló la entrevista a Traversone Diario de Burgos. Es el nombre del estadio a donde Caselli y su comitiva también llegaron auspiciados por el embajador argentino en España, Ramón Puerta, íntimo amigo del presidente Mauricio Macri.

“Nos pareció la mejor carta de presentación. El embajador lo llamó (a un tal Miguel Angel Pascual, el director general del club) le dijo quiénes éramos y así comenzó todo”, reconoció Traversone, ex socio de Daniel Passarella en una de las largas entrevistas que le hicieron el pasado 9 de junio.

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