A las 21.50 Antonio Bonfatti daba un lacónico discurso en el que reconocía la derrota del Frente Progresista en la provincia, tras doce años de hegemonía y abría la puerta así a un nuevo ciclo en Santa Fe: El del regreso del peronismo a la Casa Gris. También para la historia, por primera vez en 30 años Rosario no tendrá un intendente socialista y Mónica Fein perdió a manos de Marcelo Lewandowsky la senaduría del departamento que estaba en manos del PS desde 2003. Son muchos cambios para una sola elección. De la cúpula del socialismo, sólo Miguel Lifschitz quedó en pie con una gran elección en la categoría de diputados provinciales.

El electorado dió al menos dos mensajes claros: Castigó todo lo que tuviera color amarillo o estuviese cercano al macrismo y confirmó lo que ya le había avisado al socialismo en la interna: Quería un cambio de caras, una renovación. Y finalmente, el contexto nacional de "ola" peronista terminó por darle el empujón que les faltaba a los candidatos del peronismo. Un peronismo que, lejos de lo que pregonaron durante toda la campaña sus detractores, no es el mismo de los '80 ni de los '90. Es otro peronismo, cambiado por el kirchnerismo, aggiornado a estos tiempos, con un candidato competitivo y lejano a las más reconocidos rasgos negativos del partido fundado por Juan Perón. Omar Perotti era el candidato para estos tiempos, el rey de la mesura que da un paso detrás de otro y que nunca corre. Pero que extiende así sus posibilidades electorales. No es una estrategia, es esencia pura.

El electorado santafesino dio también un claro mensaje: Castigó todo

lo que tuviera color amarillo o fuera cercano al macrismo.

"Hace dos años tuvimos que esquivar la ola amarilla y lo logramos por poco. No pudimos con esta nueva ola, con la peronista que vino con fuerza", reconocía ayer off de record un alto dirigente socialista que el próximo 10 de diciembre se va a la casa.

Santa Fe confirmó además que era parcialmente verdad lo que interpretaba el gobierno nacional en cada derrota en las provincias: Ganan los oficialismos provinciales pero no eran cualquier oficialismo, eran los oficialismos peronistas. Aquí el oficialismo era el Frente Progresista y no ganó.

Si bien aquí, como lo repetía el socialismo, el escenario no era dominado por la grieta una parte del electorado de Perotti votó con visión estratégica. Hubo un votó orgánico de Unidad Ciudadana pensando en las elecciones nacionales y en lo que valía un triunfo peronista en Santa Fe para ese cometido.

Perotti sorteó con mucho éxito la desconfianza que despertaba en los sectores más caracterizados del kirchnerismo y también pudo sobrevolar las críticas que ese posicionamiento despertaba en el viejo voto reutemista que había migrado en 2011 a Miguel del Sel que fue candidato de Mauricio Macri en Santa Fe.

El peronismo no sólo se jugaba aquí esta elección si no su futuro en la provincia. ¿Cuándo iba el PJ a volver a tener dos candidatos de la gravitación de Perotti y María Eugenia Bielsa?. Probablemente, no en menos de otros 20 años según el cálculo de los más experimentados dirigentes del sector.

El reacomodamiento que viene a partir del próximo diciembre es monumental. Sólo hay que pensar las raíces de todo tipo que extiende en el poder una fuerza política que se queda por 12 años. En Rosario seguirá gobernando pero los cambios también se notarán por de ahora en más Pablo Javkin tendrá que crear su propio liderazgo, más allá de su pertenencia al Frente Progresista.