Después de dos décadas de cierta estabilidad crucero en Los Animalitos, de repente se precipitaron muchas cosas en la vida del recorrido guitarrista Calcu Hernández. Por un lado, el parate de la atractiva banda que se instaló como precursora del “country litoraleño”; por el otro, la presencia de viejas canciones que esperaban su momento. Una mezcla entre la extrañeza y la melancolía que –como ocurre muchas veces en el arte– terminó de motorizarse a través de un dolor personal: “En el medio murió mi mamá y, ante ese panorama completamente nuevo de desorientación general y hoja en blanco, apareció la opción de grabar un disco con material acumulado y disperso pero propio”.
Ese fue el inicio de La madre de todas las batallas, flamante debut solista que recupera composiciones de otros años y se completa con canciones nuevas propias de esta época de transición musical y emocional. “Venía de un nivel altísimo de sonido y profesionalismo con el último disco de Los Animalitos (Nuestra aventura) y quería seguir en esa línea de dedicarle muchas horas de producción y grabación. Cuando la cosa empezó a tomar forma, hice algunos cálculos y la vi posible, así que fui para adelante. La verdad es que, si te esforzás en afinar los números, todavía podés hacer un disco físico de buena manera y recuperar guita”, asegura Hernández.
Calcu nació en Paraná, capital de Entre Ríos, pero vive desde hace mucho en Buenos Aires, donde empezó su periplo por el rock tocando en la banda de Juanse y luego en Mr. Leen, grupo que armaron por su cuenta los músicos del cantante de Ratones Paranoicos. En 2010 entró a Los Animalitos, grabó varios discos y recorrió el país y limítrofes. Con todo ese bagaje, Calcu ahora adopta la ropa de KLQ, nombre que bautiza un proyecto de ambición colectiva junto al guitarrista Fran Aguilar (La Franela), el baterista Uriel Tordó y el músico y productor Pelu Romero.
Esa fue la base de grabación de La madre de todas las batallas, que se puede comprar en formato físico o escuchar free en Spotify. Entre las diez canciones se destaca una cuyo título resume la frecuencia en la que vibran las composiciones más recientes del álbum: El dolor y el amor bailarán, algo así como el corte de difusión, donde Calcu sale a golear haciendo dupla con Manuel Moretti. Es una letra desgarrada y urgente que Hernández completó el mismo día que iba a grabar las voces junto al cantante de Estelares.
La otra mitad, en cambio, pelotea con ese Calcu que fue acumulando canciones desde hace al menos una década. Y trae al presente letras a las que “el tiempo les dio la razón”. Como Periodismo independiente, creada al calor del “conflicto con el campo” y una de sus derivaciones culturales acaso más pregnantes: la discusión en torno a los discursos mediáticos y sus intencionalidades subrepticias. “Estudié Comunicación pero no terminé, aunque me alcanzó para leer algunos libros conceptuales sobre los medios que me acercaron a debates más macro”, cuenta.
De hecho, esa canción fue la cortina de un experimento radial en FM La Boca que acercó a Calcu a la militancia: “El programa se llamaba Rock para la Victoria y conjugábamos a esa cultura con la política a través del peronismo. Porque estaba pasando algo diferente al rock de los ‘90: esta vez muchas de sus banderas empezaban a ser levantadas por la política. La lucha histórica entre oligarquía y pueblo también representa la discusión esencial del rock, que es la de oponerse a los poderes hegemónicos”.
Otra canción de altri tempi es Malvinas, vamos a volver. El título incluye una frase de inevitable referencia partidario-electoral actual. Aunque la historia diga otra cosa: “Invité a un amigo a que le agregue algo, y cuando le digo el nombre me responde: ‘Está buenísima, pero prefiero que no porque tiene una connotación política’. Lo miré y le dije: ‘¡Pero si es una canción de hace diez años!’”. La canción, en efecto, fue escrita a partir de unos muchachos que pocos años después de la guerra fueron a las islas en velero, entre ellos algunos ex combatientes. “La historia me conmovió pero lo que más me flasheó fue la imagen de un velero empujado únicamente por el viento, a diferencia de un barco a motor como son los de guerra. Hay canciones que tenés que trabajar más y construir alrededor de una idea, pero acá cayó el rayo y pegó, se conectó el cable y bajó donde tenía que bajar.”
Con intención artística, sensibilidad social y disciplina militante, Calcu sale bajo el nombre de KLQ a presentar La madre de todas las batalles en diversos lugares y formatos. Este jueves lo hará en en Lucille de Palermo con una versión extendida que incluirá a Thiago Battilana, Guti Gutiérrez y Tito Silvetti. “Quiero salir a tocar estas canciones, además de otras de mi carrera. Con los shows se puede comer: no sushi, pero para unos ravioles alcanza. Es cuestión de ponerse pillo y buscarle la vuelta a las opciones disponibles, sabiendo como es la situación”, refuerza el músico. “También es un momento interesante para buscar la belleza en encuentros más íntimos y pequeños donde uno puede comunicarse desde otro lugar.”
Tu disco mezcla emocionalidad íntima con una perspectiva más social. ¿Sentís que el rock tiene esa obligación de asumir una posición política?
--No creo en ninguna obligación sobre ninguna obra artística, porque cada uno tiene que ser libre de hacer lo que quiera. Pero si hablamos de un género, y mas de un movimiento cultural como el rock, pienso que debe ser revolucionario. Ojo que lo revolucionario puede ser desde lo ético pero también desde lo estético: desde la letra hasta lo que se transmite. En un momento de oscuridad, por ejemplo, fue revolucionario bailar. En otro, la belleza. Lo importante es que esté diciendo algo que otros no. Una reacción a lo que esté ocupando la centralidad o la hegemonía en esta sociedad. Contra eso es lo que hay que hacer algo. Y el rock nos demuestra que se puede lograr de distintas maneras: Nick Cave, Marley, Green Day, Spinetta. El problema es cuando no dice nada que moleste o no esté pateando una tranquera. Si no conmueve, el rock es un ritual masturbatorio.
* KLQ presenta La madre de todas las batallas el jueves 20/6 a las 21 en Lucille, Gorriti 5520.