La inmigración y la pregunta por el ser nacional están en el centro de la escena en Sueños que al llegar. De inmigrantes y fantasmas, obra con dirección de Arturo Bonin. El espectáculo está compuesto por dos relatos de Vicente Muleiro, escritos en diferentes épocas (ambos luego de 2000) y adaptados por el escritor para el teatro. En el primero que aparece en el montaje, una profesora da su última clase antes de tomarse un año sabático para escribir un libro sobre la temática de la inmigración; en el segundo, más metafórico, un joven indiferente comienza a ser perseguido por fantasmas. “La discriminación, la xenofobia y la mirada aviesa sobre el que vienen de afuera” estructuran un pensamiento tanto pasado como presente, según entiende el director, y esto fue lo que lo motivó a trabajar en esta pieza.
La obra se presenta los sábados a las 20.30 en Caras y Caretas (Venezuela 330), con actuaciones de Susana Cart –compañera de vida de Bonin desde hace 40 años– y Alejo García Pintos. Viajar al pasado para repensar el presente y también poder proyectar el futuro: así podría sintetizarse el espíritu de la propuesta. En diálogo con PáginaI12, el director cuenta: “La idea es hablar de las distintas corrientes migratorias. Ahora tomó trascendencia una tercera ola. Abordamos el tratamiento que recibieron la mayoría de los inmigrantes con las distintas miradas que hubo en cuanto al proyecto nacional”. En concreto, el material se estructura en dos monólogos. El momento de la profesora, que tiene mucho humor, está precisamente encarado como una clase en la que el público tiene participación. En la segunda parte, el joven perseguido por fantasmas aprende un conjuro para poder cazarlos cuando se le aparezcan.
“Descubre el porqué de todo esto, que es su indiferencia respecto a nuestra historia. La idea fue exponer dos estéticas diferentes que están hablando de lo mismo: nuestra constitución como país y como grupo de habitantes”, resume Bonin. “Siempre me interesó mi historia. Soy actor porque me gusta contar cuentos pero básicamente contar quién soy y cuál es el momento histórico en que estoy parado”, se define. Respecto de la temática de la inmigración, compara: “Observamos que la tercera ola recibe el mismo tratamiento por parte del esatablishment que recibieron casi todas. En el pasado, no llegaron quienes querían que vinieran. Se plantea una inmigración de europeos del norte, cultos, preparados. No fue tan así. Vinieron con otro tipo de cultura, otro formato que no era el deseado, y rápidamente se los demonizó. Ahora pasan cosas similares. En la obra se refieren anécdotas que tienen que ver con el antes, pero el carozo es siempre el mismo. La estructura de pensamiento sobre estas llegadas es la misma: reaparecen la discriminación, la xenofobia y la mirada aviesa sobre el que viene de afuera, que siempre es sospechoso de algo, de un ilícito”.
La búsqueda de “empatía” entre actores y público guió en esta ocasión su rol de director, una tarea que siempre lo “entusiasmó”. “Lo vivo con mucho placer. No es habitual que dirija. Trato de juntarme con gente con la que puedo mostrar lo que puedo hacer y aprender. Los actores para mí son el centro. Aprendo mucho de ellos y me encanta trabajar con gente joven porque la vampirizo un rato”, expresa.
“Confieso que, para mí, al principio, fue abrumador el texto”, dice Cart. “Cuenta la historia de la inmigración desde sus comienzos. O sea, desde los pueblos originarios hasta hoy. Es un recorrido realmente grande, aunque por supuesto sintético. Poco a poco me fui encariñando con la profesora y, sobre todo, estudiando. ¡Aprendí más que en la escuela secundaria!”, se ríe la actriz. Su personaje siente mucha pasión por la historia y por la educación. Quiere inyectarles a sus alumnos una mirada crítica. “A todos nos ha pasado que hemos tenido un profesor en la secundaria al que quisimos. Ella les dice a sus alumnos que no repitan. Es, también, un mensaje al espectador”, advierte. El presente aparece de manera explícita: “Hablamos de Macri y de sus dichos”.
“Algunos matrimonios no trabajan juntos. A mí me encanta trabajar con Arturo como director, porque hay directores que sacan lo mejor de vos y otros, lo peor. El saca lo mejor de mí. Y realmente teníamos una ventaja. Como todo el mundo hoy hace tres espectáculos, uno de los grandes problemas que hay en Buenos Aires es encontrar horarios para ensayar. Nosotros teníamos la ventaja de que estábamos tomando mate a la mañana y decíamos, ‘Bueno, hoy a las 16 ensayamos’”, añade la actriz, quien también destaca que Sueños que al llegar… sea “teatro de texto”. “No se usa mucho actualmente. Demuestra todo lo que uno puede reflexionar, todo lo que te puede abrir en tu cabeza un espectáculo, lo que queda como sedimento”.