Una de las novedades locales más notables de la Feria del Libro de Rosario de este año se presentó en ese contexto el 5 de junio, recién salido de imprenta por la editorial de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Se trata de Memorias de Brasil y Cuba. Gestos decoloniales, prácticas feministas, de María Elena Lucero, con prólogo de Andrea Giunta (quien lo define como "un libro necesario") e ilustración de tapa por Claudia Del Río. Si bien el libro es un trabajo académico, altamente recomendable para docentes y estudiantes de artes visuales, la claridad de su discurso le permite ser leído por un público más amplio. Lo que también es muy recomendable ya que contiene ideas que esclarecen la problemática cultural latinoamericana en general, y en particular de las mujeres.
María Elena Lucero es doctora en Humanidades y Artes con mención en Bellas Artes, directora del Centro de Estudios Visuales Latinoamericanos y posdoctora por la UNR, donde es profesora titular de dos materias de la carrera de Bellas Artes además de su itinerancia como profesora visitante en universidades de Brasil, Colombia y Chile. En su tesis doctoral abordó el arte moderno brasileño en relación con las narrativas sobre el canibalismo y el concepto de "antropofagia", desde donde revisa los relatos eurocéntricos y aporta una perspectiva decolonial. En esa plataforma filosófica latinoamericana se basa en este nuevo libro para analizar tres películas del cinema novo: Deus e o diabo na terra do Sol (1964), Macunaíma (1969) y Como era gostoso o meu francês (1971). Y no sólo eso sino que además, al valerse del enfoque epistemológico interdisciplinario que se aporta al estudio de las imágenes desde el campo de los estudios visuales, pone a estas y otras manifestaciones artísticas en el contexto de la antropología social y la historia de las migraciones.
Al investigar los objetos y acciones de Hélio Oiticica de 1964 a 1973, inspirados en el carnaval carioca, Lucero rescata un dato biográfico no muy mencionado de este autor, que es su recorrido en el arte popular del carnaval, donde llegó a ocupar una jerarquía en una escola de samba. Lucero también lee estas producciones "en relación a las políticas del cuerpo y considerando su diálogo afectivo con [la artista] Lygia Clark" desde los escritos de Suely Rolnik. Otra figura relevante de su trabajo, la artista cubana Ana Mendieta, tuvo una niñez traumática como sobreviviente de la migración de niñas y niños cubanos enviados al exilio por familias que se oponían a la revolución castrista. Su muerte no aclarada (un posible femicidio), su rol como precursora del "artivismo" feminista contemporáneo y sus performances inspiradas en prácticas rituales de la espiritualidad afrocubana de origen yoruba complejizan ricamente, en este análisis que hace Lucero, una vida y una obra en el cruce de dos diásporas migratorias: el tráfico de esclavos en la época colonial y el siglo XIX, y el éxodo de cubanos a los Estados Unidos y otros países.
"Para este libro, he pensado en memorias culturales que descolonizan", escribe Lucero. La historia del arte y el estudio de las imágenes integran así un aspecto de una perspectiva decolonial amplia que revisa la naturalización de las jerarquías subordinantes entre "centro" y "periferia" y postula, en el marco actual del colonialismo global, "una cultura entrelazada que busca transformaciones reales y simbólicas en el orden étnico, racial, sexual, epistémico y de género".