Dormía, eran las 6 de la mañana. En eso mi teléfono vibró, era Yahaira Falcón, mi compañera de trabajo territorial de Constitución. Cuando me llama a esas horas sé que hay quilombo, problemas en un penal, detenciones arbitrarias. Pero esta vez, le toco a ella: “fui a comprar puchos y estos tres tipos me empezaron a insultar, luego a prepotearme. Me dijeron: ‘Te vamos a matar, puto’”. El acto de reconocimiento de una identidad trans trae aparejado el odio y la aniquilación. Mientras ella me grababa los audios, yo recordaba cómo mi amiga lleva tantas violencias cicatrizadas, muchas traídas del noroeste de su Venezuela natal. Otro destino trágico de las trans: estamos huyendo de nuestros asesinos, pero en cada país encontramos odio. Me voy enterando de que al tipo se lo llevan detenido. Mientras, ella me manda fotos con la boca reventada. Y la yuta maldita empieza con su clásico “a ver señor póngase acá”.

La llamé a Violeta Alegre, que estaba por la zona, y Yahaira empezó a recibir ayuda sobre cómo manejarse: “exigí tu traslado a la comisaría para declarar y saber qué fiscal interviene, ampárate en la violencia de género, artículos 4 y 5, pedí médica legista”. La policía al oírla ser asesorada telefónicamente cambió el trato, no del todo, sí un poco. Violeta llegó a la comisaría. Cuando una trava está empoderada es visible, y la yuta lo nota. Violeta le leyó la declaración a Yahaira, que claramente había sido cambiada, como siempre. El Ministerio Público Fiscal en la mayoría de las veces termina archivando este tipo de casos: más del 70 % termina en la nada. Todas estamos expuestas. Esta vez le tocó a Yahaira, trabajadora del Ministerio Público de la Defensa de CABA, esta ciudad donde la mayoría de actos de odio son desestimados o tomados como pretexto para esos cursitos en los que los heterosexuales aprenden a tolerar. Mientras ellos aprenden nuestras fosas se cavan de a poco.

Hoy más allá de nuestras diferencias políticas, muchas compartimos una meta común: que un partido político ascienda a la categoría de edil a una identidad trans. Algo ha cambiado este año y nos está uniendo: este 28 de junio una nueva protesta nace como consecuencia de lo que le pasó a Yahaira: la Marcha Plurinacional “Basta de travesticidios y transfemicidios”. Se suman a la lista los nombres de otras personas trans asesinadas o violentadas: Alma Fernández, Marcela Chocobar, Azul Montoro, Zoe Quispe, Pamela Panduro, Lucas Mathias Garguilo.

¿Cómo sentir orgullo de ser trans si el maltrato y la violencia son las respuestas a nuestra existencia? ¿Cómo pretender adosar a nuestros reclamos el orgullo si ni siquiera nos han tocado esos privilegios otorgados a la bonita diversidad? Prepárense, porque marcharemos hartas de ser las olvidadas de la democracia.