“Si querés entender hasta qué punto las telenovelas intervinieron en la vida íntima de las espectadoras en los años 70, tenés que conocer a una fanática de aquellas que además al final se las rebuscó para conocer y trabajar con Migré.” Varias personas entrevistadas para la biografía de Migré me dieron esta pista que me condujo a la Biblioteca Parlante Sur de Haedo y a su directora, Mirtha Palermo. Es así, en los testimonios de las fanáticas –donde siempre aparece cómo y por qué adoraban ese género vapuleado por cursi, pero sobre todo por femenino o afeminado– se revela toda una zona de vida cotidiana en las sombras. Las telenovelas, plagadas de abortos, hermanos separados al nacer, divorcios imposibles y casamientos fallidos, constituyen un resevorio de aquello personal que es político; la telenovela, sobre todo las de Migré, no es la fiesta del amor romántico que siempre termina en boda sino la exposición del derecho de familia en clave de melodrama. 

DOS A QUERERSE

En 1974 Mirtha era una chica de 22 años a punto de terminar la carrera de Letras, militaba en el peronismo, igual que su papá y su novio, y quería ser docente, Este curriculum nunca entró en contradicción con que no iba a perderse un capítulo de una novela aunque se cayera el mundo. ¿Qué tiene de particular una chica de barrio enamorada de Rolando Rivas? Mucho. Pero además, que el mundo se le cayó. Se quedó ciega justo cuando faltaban pocos capítulos para el final de Dos a quererse. Y lo primero que pensó fue “me muero, no voy a poder ver la novela”. No estaba enajenada ni le habían lavado el cerebro como se lamentaban los intelectuales de la época. Había invertido buena parte de sus sentimientos en el destino de unos seres de ficición que la reflejaban y la multiplicaban en el espejo de la tele. Además, perderse un capítulo en la prehistoria del streaming cuando ni los canales grababan sus propias tiras, era quedar a merced de los extraños y su dudosa capacidad de narrar. 

“De golpe no vi nada. Después supe que había hecho una pérdida de vision central. Mirá lo que era en aquella epoca sin tecnología: lo que hoy se hace con laser, había que hacerlo con paciencia. El oculista me mandó a vendarme los ojos durante dos meses y esperar acostada. A mi me angustiaba perderme el encuentro entre Claudio Valle (Claudio García Satur) y Mariné Jara Guerrico (Thelma Biral) después de tantos líos que habían tenido para poder estar juntos... No lo pude ver, pero no me lo perdí.”

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Tanda publicitaria:  Este sábado a las 15 por la TV Pública se estrena Mirándote, una miniserie documental distinguida por el Incaa donde actores y actrices cuentan cómo se hacían esas novelas. El foco está puesto en el fanatismo de las espectadoras contado a través de la historia de Mirtha Palermo, representada por Sofía Gala Castiglione. La descripción del elenco basta como recomendación para echarle un vistazo. Aunque también corresponde advertir que la serie no cuenta con ninguna de las imprescindibles imágenes de las telenovelas citadas. El heredero de los derechos de Migré, célebre en estos días por haber conseguido sacar de circulación la biografía del autor, a último momento decidó no ceder ni vender siquiera un segundo de aquellas imágenes que circulan en YouTube a la productora que llevó adelante este trabajo, Nativa Contenidos. Se podrá escuchar, por suerte, la banda de sonido original. Completan la familia de ficción, Víctor Laplace como el papá, Juampi Mirabelli que el año pasado se reveló como el “primer vedette hombre” de una revista gay junto con Franco Torchia, será del chico bueno y de barrio, novio de Mirtha. La mamá es Patricia Palmer, la misma que en los 80 protagonizó una de las novelas más jugadas de Migré, Sin marido, un compendio ilustrado de la violencia de género donde además aparece por primera vez la amiga lesbiana aliada, un personaje recurrente en novelas futuras. Marta Albertini será la oculista que trae la mala noticia y Claudio García Satur tiene una aparición estelar como el padrino de la chica, amigo de Lanusse, detractor de la televisión y las telenovelas aunque no pueda negar que ese Rolando tiene su pinta...

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Ahora sí, continúa la protagonista: “Nací con una miopía degenerativa que me la detectaron recién a los 6 años cuando la maestra notó que no leía bien del pizarrón. Mis padres me llevaron a un oculista que me revisó y me dijo que iba a tener que usar anteojos. Todavía hoy puedo sentir su mano en mi cabeza tratando de consolarme. Me largué a llorar. Tener anteojos era convertirse en la culo de botella de la clase, la cuatrochi, la chicata. Ahora me doy cuenta de que siempre fui una nena con baja vision, que es una zona gris que no es la ceguera, de la que no se habla. 

¿Qué es exactamente la baja visión?

Ver mal, con distorsiones. Algunos ven luces y sombras, o bultos, otros ven una especie de lluvia, algunos tienen visión central y no periférica, o al revés. Es importante que hablemos de esto porque como no sos ni te sentís ciega te parece que la vas a pilotear. Y no. El ver mal influye nada menos en no poder ocupar tu cuerpo, una misma se va limitando, vas metiendo para adentro lo que te pasa.

¿Cómo afectó ese ver menos en tu infancia?

Fui creciendo en medio de la inseguridad de que si me sacaba o me sacaban los anteojos no veía nada. ¡Y yo me los quería sacar! Para ir a bailar, no quería ir con lentes. Y entonces no veía si alguien me sacaba a bailar. El sentido de la vista no son solamente los ojos, el no ver es algo que va pasandote por todo el cuerpo, y además, es algo que vas ocultando. Como no estamos preparados para asumirnos, como nos averguenza la diferencia nos largamos por la vida como si nada haciendo un esfuerzo muy doloroso y con mucho riesgo de accidentes. Hoy se está empezando a pensar en la rehabilitación temprana de gente con baja visión.

En tu relato, los oftalmólogos aparecen como bastante insensibles frente a lo que les pasa a sus pacientes. 

Salvo excepciones, los especialistas del María Zambrano o el doctor Victor Paris por ejemplo,  fueron excelentes conmigo. Pero mirá esta escena: yo tenia 13 años y viajaba desde Haedo para que me revisaran en el Hospital de Clínicas. Es un hospital escuela, así que los que te atienden son profesores…  Me ponían en una sillita y todos los alumnos, uno por uno, miraban mis ojos. Yo me daba cuenta de que tenia algo distinto, que llamaba la atención y que era algo serio. Nadie pensó en lo que estaba pasando por mi cabeza. Eso es general con la ceguera. Por eso me asombró tanto el modo en que se dirigía a mi Alberto Migré. Lo conocí cuando era Presidente de Argentores, nos lo presento Tito Cosa. Alberto se entuisiasmó con la biblio, nos dio sus radioteatros y además dirigió personalmente al elenco que formamos en nuestro taller de radio como si fuesemos artistas profesionales. 

Me decías que te sorprendió el modo en que te hablaba Migré, ¿en qué sentido?

Nos cruzabamos por los pasillos y yo escuchaba unos pasitos rápidos que de pronto se detenían, pegaban la vuelta: “Mirtha soy Alberto, ¿cómo está?” ¿Sabés lo importante que es eso? La gente en general pasa por al lado de un ciego y no te dice nada, total no la ves. O te dice hola y chau pensando que le vas a reconocer la voz,  que porque te quedaste ciego escuchás más que la gente con vision normal. 

¿No es así?

¡Y no! Al perder un sentido ponés en marcha todos, los empleás más, acudis a otros recursos. Para dirigirte a una persona ciega deberías acercarte y decirle quién sos. Si la conversación es en grupo, tocar a la persona a quién te dirigís o nombrarla. ¿Cómo sabe que le hablás a ella? Esas cosas te van alejando del resto.  Es muy difícil la discriminacion auditiva. Pero además, Alberto me preguntaba cosas que le llamaban la atención, no eludía el tema. Por ejemplo: “Mirtha, ¿cómo hace usted para combinar siempre tan bien los colores? 

Decís que aunque tenías los ojos vendados igual viste la novela. ¿Cómo fue?

Como en casi todas las casas, para mi familia encontrarnos los martes a las 22 a ver Rolando Rivas era una ceremonia. Se acercaba la hora y se generaba mucha alegría. La mirabamos juntos, en parte porque había un solo televlsior en la casa. Cuando me vendaron trasladamos la tele a mi cuarto y mi novio, Roberto, me iba relatando las partes en que yo pudiera perderme algo, que no era mucho. Descubrí hasta qué punto Migré era un gran creador de climas a través del sonido. Te ponía una cortina para los momentos románticos, otra para la entrada de cada personaje. Yo aprendí a mirar la novela a través de esas claves sonoras. Si habia un silencio largo, podía venir un beso o una catástrofe. Sumale a Roberto susurrandome al oído, me despertaba una tensión que la sentía en todo el cuerpo. 

¿Una dimensión más sensual? 

Sí. Más erótica. Migré propiciaba un erotismo que se te instalaba en el comedor de una casa de familia. Acordate de esas escenas de Rolando hablándole a Mónica con tonos distintos. O en la segunda parte con Nora Cárpena que se hace pasar por otro, Paquito, para hablar con ella. Destilaban erotismo esas novelas. ¡Hasta los patios eran cómplices! Cuando Rolando le muestra su casa de Boedo a Mónica le va señalando una por una las plantas aromáticas que cultiva su hermana. Ahí aparece el olor como elixir amoroso. ¿Y no te acordás del grito que quedó para la historia? ¡Rolando! ¡Mónica! Toda una síntesis de la pasión.

¿Pensás que la cegura puede tener un impacto sobre la sensualidad, sobre la percepción del cuerpo?

Mirá, recuerdo que en mi primera charla en la escuela donde hice mi rehabilitación, luego de que me explicó toda la técnica de la enseñanza, le dije a mi maestra: “Te quiero pedir… A pesar de que me quedé ciega quiero seguir siendo mujer, no quiero perder mi cuerpo.” Tenía esa fantasia de que iba a perder mi erotismo, mi sensualidad. Ella me dijo, quedate tranquila. Luego cuando saliamos a la calle para aprender a sentir la orientacion del viento, ejercitar la la orientacion auditiva, yo siempre en algún momento le preguntaba: “¿Me muevo de manera femenina, sexy?” Nos reíamos mucho, nos divertíamos.

¿Qué pasó cuando te sacaron las vendas?

El sacrificio resultó. De hecho al año siguiente pude ver Piel naranja, con Marilina y Arnaldo. Años después volví a perder la vision central y me dieron el diagnóstico de irreversible. El oculista de Capital que me lo informó ni siquiera se ocupó de acompañarme hasta la puerta. Recuerdo que me levanté y salí atropellando silla y escritorio. Me esperaba afuera mi amiga Ana Beatriz. No le hablé en todo el viaje. Teníamos la plata contada como siempre, porque siempre fuimos pobres, imaginate cómo estaría que le dije “nos volvemos en taxi a Haedo”. El momento en que quedás sin ver es un impacto enorme, sentís que se termina el mundo pero vos estás viva, tenés una eternidad adentro tuyo. 

Sebastián Freire
Soledad Silveyra apasionada narrando su personaje en Rolando Rivas.

 

UNA VOZ EN EL TELEFONO 

La Biblioteca Parlante Sur se fundó oficialmente hace 20 años como asociación sin fines de lucro que se mantiene por donaciones y una cuota social de 100 pesos por mes que paga quien puede. Hace un tiempo funciona en las intalaciones de la Universidad Tecnológica de Haedo. Es todo lo que se entiende por una biblioteca pública (hay libros en braile, audiolibros, voluntaries que van y vienen y lectores) pero es mucho más de lo que se supone un lugar de lectura para personas con discapacidad visual. “Nuestra ideología es no hacer ghetto esto no es un lugar ex clusivo para ciegos, estamos todos mezclados, como en la vida” aclara Ana Beatroz Galli. En 2012 presentaron un proyecto a la ex presidenta Cristina Kirchner para tener la imprenta propia y al año siguiente la imprenta estaba funcionando. 

¿Por qué audiolibros y no directamente braile?

Porque son necesarias ambos. Es un gran mito pensar que uno se queda ciego y enseguida sabe braile. Para empezar, primero hay que asumir la ceguera, luego pedir ayuda, hacer la rehabilitación con una maestra para ciegos y en ese proceso puede que descubras que no tenés la sensibilidad necesaria en la yema de los dedos como para poder leer braile. También está el mito de que reconocemos el dinero al tacto. Un disparate. Existen ahora aplicaciones en el celular, pero aún así, cuesta mucho focalizarlo en la vía pública donde todo se produce a gran velocidad. 

¿Qué te hizo salir por arriba de la angustia de no poder ver? 

Un llamado telefónico. Era una mujer que me pedía clases para el hijo. Yo tenía un centro de apoyo escolar pero hacía un año que me la pasaba dando excusas diciendo que tenía todos los horarios ocupados. Ahí ella me pide que por favor no le corte, que su hijo era algo especial. Leonardo estaba ciego y recién ahora empezaba a asumirlo y quería entrar en Psicología. Fue escuchar eso y sentir que me bajaba una luz. Me olvidé de mi tema. De pronto yo era útil para alguien que necesitaba lo que yo sabía hacer. El chico no asumía su ceguera, ni el ni los padres. Vino, me habló de sus planes y no hizo mención a lo que le pasaba. Cuando terminó le dije: Lo que vos venis a buscar lo tengo, porque toda mi vida me entrené para enseñar, pero vos y yo tenemos un problema mayor, ninguno de los dos puede podemos leer un libro en papel. Le hable de mi enfermedad. El lloró como loco y finalmente me habló de la suya. Habia hecho un cancer en los ojos cuando era un niño, le habian vacado los ojos y le habian puesto una ortopedia. Ahí mismo le dije, vamos a buscar una maestra de ciegos. La bioblioteca empieza con esta célula, que es con Leonardo como primer lector, con Marcela, la maestra y los primeros lectores voluntarios que fueron mi novio, mis padres y mi gran amiga Ana Beatriz Galli desde entonces hasta hoy, motor fundamental de la biblio. 

¿Qué hace una maestra de ciegos?

Te enseña a orientrarte, te devuelve la dimensión del espacio que es lo que perdés con la ceguera y te prepara para recuperar algo precioso que también perdiste que es la autonomía. Te enseña el uso del bastón para moverte en la vía pública, el uso de la computadora con lectores de pantalla. A un niño ciego le enseñan las texturas, el reconocimiento auditivo, reconocer flores, árboles, el mundo, tocándolo. Con los niños hacen la integración en la clase de una escuela común. El tema es que no dan abasto y no pueden ir todos los días, por eso es tan importante que las maestras comunes tengan nociones básicas para trabajar con discapacidades. 

¿La maestra te enseña a caminar por la calle?

Por supuesto. A subir y bajar escaleras. Ponés el bastón en el escalón de adelante y vas subiendo. Mi maestra una vez que subimos me dijo bueno, ahora yo te espero abajo y vos vas bajando. Me dio pánico. La ceguera es eso, el vacío. Largué el bastón. La maestra subió como una tromba, me zamarreó y me dijo a los gritos: “Nunca más sueltes el bastón. Ahora te dejo y vas a bajar la escalera. Tenes discapacidad visual, no motriz.” Eso hacen las maestras de ciegos, de repente te sentís Superman porque potencian lo que podés y te hacen reconocer lo que no podés y eso te da confianza. Bajé la escalera. Cuando llegué sentí los aplausos de un montón de personas, que se ve que habían estado mirando toda la escena. 

¿Qué es lo que te costó más aprender? 

Lo que más me costó fue aceptar usar el bastón blanco. Leonardo se decidió antes que yo y siempre me insistía. Al final un día en la escuela de rehabilitación, la maestra nos dijo: delante de ustedes, apoyados en el pizarrón hay varios bastones, quién se quiera llevar hoy uno prestado puede hacerlo. Yo agarré el mio y salí a la calle. Eran unas pocas cuadras hasta mi casa que hice  pensando en los vecinos, sentía mucha vergüenza, pero sabía que si lo lograba iba a poder salir a la vida. Me pasó de todo, la gente se me acercaba para las cosas mas insólitas, cuando pedí ayuda para cruzar la vía alguien me dice: bueno, ¿te cuento los pasos hasta el otro lado? ¡No! Cuando llego y le muestro toda orgullosa el bastón a mi mamá, ella hace un silencio larguísimo. Es muy complicado para una persona ciega que el otro haga un silencio. No tenés información de lo que pasa. ¿Y? ¿No me decís nada? Y ahí me contestó: “Me parece que te apuraste”, y estuvo tres días sin hablarme. Cuando por fin me habló se puso a llorar y me pidió perdón. “Es que tuve que tomarme mi tiempo para aceptarlo yo. Vos ya lo aceptaste.” Despues fue re gamba conmigo, cada vez que salía, así como las viejas te dicen “llevate un saquito”, me decía: “No te olvides del bastón.” Fue una aliada, hasta tal punto que nos dio todos sus ahorros en los primeros años para armar la biblioteca. 

¿Terminó su carrera Leonardo?

Ese mismo año aprobó el ingreso, se recibió y hoy ejerce en Capital. Trabaja en Recursos Humanos del Banco Provincia y participa en actividades de la biblioteca. Luego de Leonardo empezaron a venir muchísimos pibes y pibas ciegos y nos tuvimos que especializar. Por ejemplo, incorporamos la radio para enseñar a estudiar, aprender a buscar ideas centrales y a subrayar, sin subrayarlas. Es muy muy difícil completar una carrera, por la falta de accesibilidad para un estudiante con discapacidad, se necesita mucho acompañamiento. Por eso cuando se vienen los tramos finales, el trabajo se apuntala con la colaboración de profesionales de la carrera que estén siguiendo. A Leonardo le fueron grabando sus libros y sus apuntes, psicólogos, médicos, psiquiatras que además le explicaban, conversaban, fueron haciendo un acompañamiento. Lo mismo con otra chica que está por recibirse en Historia, la acompañan especialistas en su tema. 

Cuando le digo a Mirtha que Sofía Gala va a representarla en el documental, me dice que la pone muy contenta, primero porque es una gran actriz y por otra razón muy especial. Hace suspenso radioteatral y le pide a Ana que nos alcance una foto. Allí, entre otres adolescentes de escuela secundaria está Sofía, que entonces era vecina de la biblioteca y colaboraba como voluntaria leyendo cuentos para niñes. Me parece una casualidad completamente inverosímil pero es verdad. Le pregunto a Mirtha si no ha pensado alguna vez que estáviviendo dentro de una gran telenovela. Me responde que no, que me acuerde de lo que decía siempre Migré, que la realidad siempre supera a la ficción.  

Mirtha, una última pregunta. ¿Cómo hace para combinar tan bien los colores?

Tengo toda la casa etiquetada con braile. Divido la ropa por colores y por tipo de ropa. Manejo muy bien las texturas. Luego pasa a buscarme Ana y me da el visto bueno final. 

Mirándote. Serie documental que se estrena mañana a las 15 por la TV Pública. Ganadora concurso del Inca. Productora Nativa Contenidos.