En 1983, con el regreso de la democracia, se volvió a votar, pero eso alcanzó para que apenas el 4,3 por ciento de lxs representantes en el Congreso de la Nación sean mujeres. En 1995 la lucha de las políticas empujó las bancas a un 14,7 por ciento, según el monitoreo de “Participación política de las mujeres”, del Proyecto Generar. Pero el salto no se dio motu propio sino por el logro del cupo femenino (fruto de la lucha multipartidaria de feministas de distintos bloques y partidos) para que las mujeres ocuparan un lugar. La ley 24.012 fue sancionada el 6 de noviembre de 1991. En ese año había un 5,4 por ciento de legisladoras en la Cámara de Diputados. En el 2017 el avance forzado por la obligación de generar igualdad llego al 39 por ciento. Ahora, en el 2019, después de saltar del cupo a la paridad; después de las movilizaciones masivas por Ni Una Menos; por los Paros Internacionales Feministas; contra el fallo machista por la muerte de Lucía Pérez y por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito la política parece desoír que el reclamo no es solo figurativo. Por eso, en las redes sociales se reclama con el hashtag #feministasEnLasListas.
Sin lugar a duda, los avances no derraman, no llueven, no se dan como un regalo. Y no dejan de generar resistencias. El cupo trajo muchos avances. Sin duda, sin ese porcentaje de diputadas no se hubiera avanzado como se avanzó contra la violencia machista, los derechos laborales y la salud sexual: en treinta años se crearon más de cuarenta leyes por la equidad de género. Las alianzas feministas tejieron redes de sororidad entre diputadas que no se preguntaban el partido, sino que sabían que eran ninguneadas entre sus filas y generaban estrategias para meter proyectos a medianoche, firmas conjuntas, avances entre discursos firmes y una pelea multipartidaria que dio sus frutos.
Antes del cupo las mujeres no podían usar pastillas anticonceptivas si no tenían plata para pagarlas. Hasta que en el 2002 se aprobó la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable. Antes del cupo las mujeres y personas gestantes no podían pedir ni elegir a su acompañantx en el parto ni exigir que se respeten sus tiempos. Hasta que en el 2004 se aprobó la Ley de Parto Humanizado. Antes del cupo no se podía hablar de sexualidad, de estereotipos de género ni promover el uso de preservativo en las escuelas. Hasta que en el 2006 se aprobó la Ley de Educación Sexual Integral. Antes del cupo si una chica desaparecía, la policía le decía a la mamá que se fuera a su casa a esperar 48 horas y que si estaba en otra provincia no podían buscarla. Hasta que en 2008 se sancionó la Ley de Trata. Antes del cupo si una mujer era violentada pero no tenía lesiones no era considerado violencia de género. Hasta que en el 2009 se aprobó la Ley para Prevenir y Erradicar la Violencia Hacía las Mujeres. Antes del cupo las parejas de gays, lesbianas o trans no eran reconocidas por la ley. Hasta que en el 2010 se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario. Antes del cupo si una mujer violada era obligada a casarse con el violador el agresor se salvaba de la cárcel. Hasta que en el 2012 el avenimiento fue derogado. Antes del cupo solo podían acceder a tratamientos de fertilización asistida quienes podían pagarlo y podían comprobar una familia heterosexual. Antes del cupo a las travestis y trans las encerraba la policía y las llamaban en masculino. Hasta que en el 2012 se aprobó la Ley de Identidad de Género, una ley integral y de vanguardia. Hasta que en el 2013 se aprobó la Ley de Fertilización Asistida Igualitaria. Antes del cupo si un hombre le escribía por internet a una adolescente y la acosaba por las redes no era delito. Hasta que en el 2013 fue reconocido el grooming como delito. Antes del cupo si una mujer embarazada cuidaba a los hijxs de otras familias ella no podía quedar embarazada y contar con licencia por maternidad. Hasta que en 2014 se aprobó la Ley de Trabajadoras de Casas Particulares. Antes del cupo el ascenso de mujeres al poder legislativo era excepcional, un favor o un piso mínimo y a partir del cupo tuvo que ser del treinta por ciento. Hasta que en el 2017 se aprobó la ley #UNAyUNO de paridad de género en ámbitos de representación política. Hasta el cupo los hijos e hijas de víctimas de femicidio se quedaban sin su mamá y sin sostén para seguir sus vidas. Hasta que en el 2019 se aprobó la Ley Brisa y también la Ley Micaela (para capacitar a todxs los funcionarios públicos en perspectiva de género) y se le quitó el derecho a la responsabilidad parental a los femicidas.
El ingreso de más feministas al Congreso de la Nación y del quiebre de la política de bloques por las alianzas transversales de género generaron muchos cambios. Por supuesto, en muchos casos hay más derechos que realidades y las leyes están plagadas de obstáculos o incumplimientos. En otros frentes hay un enorme backlash y retroceso conservador, fascista y neomachista (por parte de varones y mujeres). Y, por supuesto, faltan grandes deudas pendientes: la ley de aborto legal, seguro y gratuito; la ley de jubilación para amas de casa; la ley de política de cuidados; el cupo laboral trans y muchas otras. ¿Pero cómo se va a avanzar en las próximas conquistas, se va a garantizar que se cumpla con los derechos obtenidos y se van a frenar los retrocesos sin feministas en las listas?
“Hacen falta feministas en las listas para seguir trabajando por la igualdad real entre mujeres y varones, pero además candidatas que defiendan proyectos de igualdad en lo económico, en la igualdad de derechos, candidatas feministas que defiendan la justicia social”, sostiene la diputada Cristina Álvarez Rodríguez, secretaria parlamentaria bloque FPV–PJ. Ella impulsa: “Hay que construir más feminismo en los partidos políticos, en las organizaciones sindicales, en los movimientos sociales porque no es fácil revertir tantos años de patriarcado. Claro que hoy tenemos un movimiento de mujeres fuerte y movilizado, que entre muchas otras cosas también ayudó a visibilizar esta problemática de la falta de representación en los lugares de poder, pero pese a esto y pese a los logros, esto no se va a cambiar de un día para el otro.
La ex diputada Mara Brawer, Secretaria de la Mujer del PJ en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires analiza: “La presencia de feministas en las listas garantiza una perspectiva de género en la toma de decisiones y en las leyes que se plantean porque rompe el binarismo y la jerarquía entre los géneros. Por esto es que las normas que beneficiaron la equidad de género siempre fueron producto de la lucha transversal de las parlamentarias”. Brawer cuestiona: “La Ley de Paridad prohíbe armar listas de sólo mujeres. De no ser así, dentro de un espacio político podríamos competir en las PASO con listas de feministas. Es decir, somos un gran movimiento que no puede tener expresión electoral. Este límite es algo así como decirle a los ecologistas que en sus listas no pueden ser todos ecologistas. Las mujeres no tuvimos el derecho a votar y durante setenta años siempre fuimos una minoría parlamentaria la Ley de Paridad debería regular que las mujeres seamos como mínimo el cincuenta por ciento de la lista pero sin poner ningún tope. Esto nos permitiría poder armar listas de feministas dentro de los espacios ideológicos afines y así poder expresar la representación de este gran movimiento. En este sentido, propondría que la paridad 1 y 1 de la actualidad recién entrara en vigencia en el 2051 cuando se cumplan los cien años del voto femenino”.
Por su parte, la diputada Victoria Donda, por SOMOS, apunta: “Para que la política crezca hasta ponerse a la altura de la sociedad reclamamos lugares estratégicos para las feministas en lugares donde se definen las políticas. Tenemos que terminar con la feminización de la pobreza e implementar políticas integrales de cuidado para terminar con la violencia machista. La mejor forma para lograrlo, como ya lo hicimos con la ley de cupos, es seguir luchando para que las listas las encabecen feministas”.
“La condición de mujer no garantiza perspectiva de género. Necesitamos mujeres feministas para no sólo equipar derechos entre géneros, sino sobre todo para tener políticas que igualen a las mujeres que hoy están excluidas con las mujeres que ingresamos en la primera ola porque los derechos políticos deben ser posibles para todas. Hay una agenda por la equidad pendiente. Con (y por) la participación de las mujeres se han conseguido leyes como la ley de cupo y luego la ley de paridad. Pero también muchas otras que tienen que ver con la agenda de derechos sexuales y reproductivos y el derecho a llevar una vida sin violencias”, enfatiza la diputada Carla Carrizo (Evolución).
La lider estudiantil Ofelia Fernández quiere ser legiladora porteña porque, antes de los 25, no puede ser diputada, pero el poder tradicional la empuja afuera de la mesa y ella subió la apuesta para que no la dibujen de futuro sino que pueda escribir el presente de la marea verde: “Quiero ser candidata a legisladora porteña para que nunca más hablen por nosotras. Llegamos para quedarnos. #AhoraNosotras”, escribió en redes sociales. Las que buscan poder no son ambiciosas (y la ambición de cambio es una virtud). Son parte de una construcción que tiene que ser más horizontal que la mesa chica de los acuerdos de la vieja política pero que no puede desmerecer el rol de quienes puedan llegar a ocupar lugares de decisión. Por supuesto, no es que no hay mujeres, trans, pibas, pobres, lesbianas, no binaries, afros que puedan ocupar lugares, sino que se los corre de lugar o se desmerece su capacidad: “Estoy segura de que toda la gente que vive cuestionando mi capacidad no puede nombrarme ni cinco legisladores, mucho menos como hicieron para llegar ahí. Si lo supieran se darían cuenta de que están obsesionados con una pendeja no con cuidar el prestigio del sistema político”, desafió desde Twitter.
Manuela Castañeira se enorgullece der ser la única pre candidata mujer a Presidenta por el Nuevo MAS. “Hay que ir más allá: nosotros decidimos que una feminista socialista encabece la lista. No es cuestión de integrarnos, sino de que nuestras demandas, como el aborto legal, sean parte del programa de los espacios. Y que se defiendan claramente en la campaña y si llegamos al gobierno. Lo bien que hicimos en esta definición: en el país del Ni una Menos y la marea verde soy la única mujer pre candidata a Presidenta”.
Por su parte la Doctora en Economía Mercedes D’Alessandro, e integrante de Economía femini(s)ta analiza: “Desde que empezaron las elecciones (provinciales) hasta ahora, solo una mujer ganó una gobernación (Río Negro) y otra perdió una (Tierra del Fuego). Habrá solo nueve gobernadoras en la historia de Argentina. Solo una de cada diez intendencias en el país está ocupada por una mujer. En los únicos lugares que ellas avanzan es en aquellos en que hay cupo. Pero aun así, cuando hay cuotas, se las ingenian para encabezar varones, poner mujeres de perfiles más sumisos o “de confianza” y postergar a aquellas “más conflictivas”. Creo que dentro del movimiento feminista hay grandes lideresas, que las luchas han sido trasversales y horizontales y que lamentablemente no se está canalizando esa experiencia en las elecciones 2019. El armado está lleno de roskas, baile de la silla, ya no se sabe quién salió de donde y por qué está donde esta”.
La diputada (mandato cumplido) Marcela Durrieu (Frente Renovador) recuerda la alianza por el cupo: “Éramos solo el cinco por ciento de las mujeres en diputados y había solo tres senadoras. Un grupo de radicales habían presentado un proyecto de ley que no tenía chance de salir. Cuando estaba por perder estado parlamentario nos avisan para que las peronistas nos unamos. Armamos flor de quilombo para llevarla al recinto. Creíamos que se iban a tomar cinco minutos para decirnos que no. Les pedimos que no se fueran a medianoche las mujeres de las bandejas del Congreso. Cuando estaba todo en contra a las tres o cuatro de la mañana se dio vuelta la bancada peronista y los radicales se dieron cuenta que iban a quedar como el culo con las mujeres. Todo el tiempo dicen que las mujeres no sabemos, no queremos y no podemos. Pero nosotras éramos mucho más salvajes que la generación de ahora y finalmente logramos la ley”.