La emoción en los ojos de Cristina Fernández de Kirchner reflejaba la de la gente que colmó el salón Metropolita no y las más de 25 mil personas que fueron a verla al Parque Scalabrini Ortiz. Apenas subió al escenario, lo primero que hizo fue saludar a Otilia Acuña, Madre de Plaza de Mayo de la ciudad de Santa Fe, de 99 años, que en su silla de ruedas le llevó un libro, acompañada por la militante de Hijos Lucila Puyol. “Vamos a volver”, fue el canto que estalló.
“Hace cuatro años exactos que no venía”, dijo apenas saludó, antes de reiterar algo que contó en sus memorables actos por el Día de la Bandera, cuando era presidenta. “Manuel Belgrano es mi prócer preferido y los recuerdos que tengo de los 20 de junio en Rosario son maravillosos”, le respondió al periodista Marcelo Figueras. Fue la presentación de su libro Sinceramente, un acto político y una ceremonia amorosa. Cristina apenas se refirió a Macri, al recordarle que fue aliado de Hugo Moyano, el mismo dirigente sindical al que ayer denostó. “Además de tener mal gusto, es desmemoriado”, afirmó sobre el mandatario, sin nombrarlo. Y habló de soberanía.
Recordó que en su último discurso en la ciudad, la pelea era contra los fondos buitre, y no había dependencia del FMI. La síntesis más perfecta la hizo, de nuevo emocionada, frente a la multitud que la vivaba: “Los argentinos queremos volver a ser felices”.
De amor se habló en el momento más emotivo. Figueras le leyó el párrafo del libro donde cuenta que le dijo “de lo único que nunca me aburrí fue de vos”. Hubo aplausos y el canto “Néstor no se murió”. “La idea no era que me hicieras llorar”, le dijo Cristina, antes de recordar momentos de la vida en común.
En la primera fila estuvieron la vicegobernadora electa Alejandra Rodenas, los diputados nacionales Marcos Cleri y Agustín Rossi, como así también Josefina González; la senadora nacional María de los Angeles Sacnun y los diputados provinciales Leandro Busatto y Roberto Mirabella –muy cercano al gobernador electo Omar Perotti– entre otros mu-
ches dirigentes políticos, sindicales y de organizaciones sociales.
La presentación propiamente dicha empezó con el himno, en la versión de Charly García, que Cristina, vestida con blusa blanca y saco celeste, cantó con la mano en el corazón. “No vengo a Rosario desde el 20 de junio de 2015, y fijémonos cómo estamos hoy. No
estoy hablando de que pasaron cuatro décadas, ni cuatro siglos. Estoy hablando apenas de cuatro años. Podríamos empezar por los índices de desocupación, por la cantidad de comercios, de pymes, de empresas, con dificultades, ni qué hablar del endeudamiento,
reducido a su mínima expresión. Estábamos peleando contra los fondos buitre, que finalmente se volvió a endeudar el país. Dijeron que si hacíamos lo que ellos querían iban a venir las inversiones y lo único que volvió fue el FMI. Porque además, a quién se le ocurrió firmar con el FMI, un 20 de junio, algún día les tendremos que preguntar, ¿lo hicieron a propósito?”, expresó CFK, mientras el público gritaba “Macri gato”, “antipatria”.
“Es una Argentina, una Santa Fe, una Rosario, con dificultades más graves y más profundas, porque de los problemas que teníamos no sólo no resolvieron ninguno sino
que los potenciaron y profundizaron a límites exponenciales”.
Hubo una referencia nítida al acto de Macri a la mañana, pero sin nombrarlo. “¿Era necesario en un colegio rodeado de chiquitos insultar a un gremialista?”, preguntó y luego, le recordó que “se trata del mismo gremialista que estaba con él (Macri) el 17 de octubre de 2015 cuando inauguraron un busto de Perón”. No obvió que tuvo “diferencias” con Moyano pero afirmó: “Realmente, además de mal gusto (lo de Macri) me parece desmemoriado, porque hace cuatro años no le parecía tan mal”.
Cristina rescató “el espíritu del Bicentenario” y, cuando le preguntaron sobre las reiteradas acusaciones de que a ella la manejaban los hombres (Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y hasta su hijo Máximo) preguntó “¿Nadie dijo que al actual presidente lo maneja Christine Lagarde?” Reiteró una idea fuerza: “Si yo hubiera hecho lo que querían los grupos