* Hay músicos o poetas que suelen ser lisérgicos, verborrágicos y no pueden detenerse. David Lebón decía de Spinetta acerca de su velocidad para componer: "No se puede dejar solo a este muchacho ni para ir al baño que cuando volvés ya tiene tres temas nuevos".

El tipo al cual me refiero pertenece a la Trova y a esta estirpe de compositores. Ocurrió que el pibe metió letras y letras en variados cuadernos, y sucedieron mudanzas, amores rotos, amores nuevos, balanzas inclinadas para el lado de la fe o el dinero, estrategias para sobrevivir en la guerra. Una tarde llevó a la terraza algunas cosas viejas y, entre ellas, un valijón que creyó solo lleno de papeles inútiles. Sucedieron lluvias terribles y el agua se filtró por dentro. Una mañana de sol radiante lo abrió y comprobó con el corazón en la boca que había dentro tres cuadernos repletos de letras que no recordaba  haber escrito. Con mucho cuidado apiló al sol los despojos y esperó se deshumedecieran. Usó también un secador de pelo y finalmente dejó las hojas secas bajo otro baño de Febo. Por la tarde levantó el mamotreto con mucho cuidado y comprobó que se habían aposentado bajo él una colonia de hormigas que entendieron que ese papel humedecido consistía en un manjar preciado: ya habían agujereado muchas hojas y renglones con gula animal. Se deshizo de ellas y guardó el tesoro en una caja de vidrio, a salvo de las tormentas, los depredadores y de sí mismo. Hoy algunos de esos textos rescatados se han convertido en canciones fundamentales.

 

* Supongamos que el muchacho se llamaba Walter. También supongamos que llevaba una vida cordial. Ensayaba cerca de nuestro grupo y todos lo conocían como "El Gordo Walter".Tocaba el bajo muy bien y amaba el jazz. Era contemplativo, condescendiente, consejero y otros "con".

-Conquistador -decía de sí mismo. Y todo sabíamos que no. Pero se nos partía el alma a la hora de las despedidas: cada cual iba a su amorcito o cita o trampa o lo que sea. Walter no. Iba hacia un espejismo. Contaba que tenía siempre la misma dama del atardecer, casada y pecaminosa, que lo esperaba detrás de la iglesia en un barrio que nadie conocía y que lo colmaba de placeres. Lo descubrieron muchas veces a esa hora tomando un vino solo en un bolichón. Mentiras piadosas para los talentosos solitarios. Amores fantasmas. Nadie nunca dijo nada y le dejamos correr esa fábula para que se sienta bien. Eramos amigos y así se ejercía aquello. Una tarde deliberamos y entre todos pusimos un poco de nuestros magros billetes y encargamos a una señorita para que vaya al bar donde Walter ahogaba su soledad y lo encarara. El Diablo, que sí existe y hace favores, intercedió y enamoró a ambos. Hoy vive en el exterior, triunfante en su oficio de hacedor de covers y feliz con ella y sus dos críos. Nadie, ni la que hoy es su esposa soltaríamos jamas de los jamases la verdad.

 

* Dentro del ambiente musical del rock existen figuras desfallecientes, ángeles caídos, artistas en desgracia. Omar Moro, el querido batero de Serú Girán y Los Gatos, anduvo en esos estados perdidos durante un largo tiempo hasta que partió.

-Ahora estoy con los mormones, que te chamuyan de Dios pero te dejan tomar cerveza, exclamaba con esa candidez que solo poseen los puros de alma, los niños grandes como él. Y los que sabíamos nada hicimos, más que enterarnos y hacernos la cruz para evitar, ¡Cruz Diablo! que esa mala fortuna no nos aceche y nos penetre. Hay una malversación de ideas y sentimientos acerca de la escena sobre un músico en desgracia, un aire perverso de estupidez e indolencia que en más de los casos sirve para crónica futura, como esta que estoy escribiendo, con mucho de culpa y bastante de homenaje.

 

* A mi hijo, que pretende ser músico, un día le ocurrió que estando yo esperándolo en un bar entró decidido y se encontró con la voz adversa y tronante de la dueña.

-¡No, no, afuera, acá no se vende nada! Seguida de esta maravilla, el morochón que estaba detrás de la barra le hizo señas de echarlo con un movimiento de su trapo rejilla al aire. Mi reacción fue sencilla: tumbé el pocillo de café en el piso y le objeté a la dueña que era mi hijo y no un pibe de la calle.

-¿Así trata a los pibes que entran?

-¡Ay, perdón no sabía que usted era su papá!.

Una explicación absurda y siniestra. Luego me dirigí al tipo de la barra que no salió de su cueva ante mi requerimiento -creo que por suerte, porque medía como dos metros y era un peso pesado.

-El café estaba frío y usted señora es una mierda, fue mi despedida.

-Estás vestido como un indigente -le murmuré a mi hijo.

-Para ser músico tendrás que pasar muchas veces por esto: te echan por la pinta, pero luego si tocás bien te soban la espalda.

-¿Que es sobar? -me preguntó.

-Ya te lo explicaré -y a continuación le narré la anécdota de Bob Dylan, confundido con un homeless y llevado preso a una comisaría yankee. Como acá, por averiguación de antecedentes. Como a cualquiera, como a todos, y mas si llevan gorrita, tienen pinta de pobres y andan en una moto. Detención selectiva, le llaman. Igual que ocurría en dictadura cuando te paraban, te tiraban del pelo largo y revisaban el estuche de la guitarra en busca de drogas que ni ellos ni yo conocíamos de su existencia.

 

* Que un rayo celestial te parta al medio. Que te devoren los perros. Que te dé vergüenza mirarte al espejo. Que se te inunde de rabia la alegría. Que te caguen las palomas una eternidad. Que te crezcan cuernos. Que no mueras nunca solo para vernos cómo triunfamos sin triunfar, solo por el hecho de haber superado tu envidia y tu odio voraz hacia nosotros, los adolescentes que éramos y que vos, periodista de Rosario, nos deseabas que desaparezcamos y que lo nuestro, la semilla de la Trova Rosarina, habría de ser "solo una moda". Te vamos ganando por 35 años a 0. Paliza que le dicen.

 

* Nos tuvieron trabajando sobre demos para la película durante meses y al final ni salimos en ella. No importa: los galeones funcionaban si los esclavos que remaban lo hacían. Cuando fuimos al cine sentimos una especie de orgullo patrio: todo lo que allí ocurría en materia de sonidos había sido pergeñado por nuestro equipo solamente. Y esto lo sabíamos solo nosotros. Orgullo callado del que, valga la metonimia, trabaja sobre la música más silenciosa y callada.

 

* Contaba el Pulga, un bajista amigo de la Trova que estando de gira pueblerina se encontró en un paraje santafesino una cierta tarde de diciembre. El tipo que los recibió era el jefe comunal, de quien luego de la aventura mi amigo dictaminó que era un genio. ¿En que consistía su genialidad? En que siendo el lugar muy chico y la gente un tanto apática, el tipo no solo administraba a las seiscientas personas de aquel lugar sino que además se disfrazaba de Papá Noel -así los fue recibir en la ruta. -Disculpen, soy Santa Claus y debo repartir juguetes en el campo. Y para completarla, lanzó la típica risotada. Se enteraron luego que era el mismo jefe que se vestía de San Cayetano, Jesús con túnica y predicando, Melchor tiznado,y que además animaba fiestas gratis imitando a Piñón Fijo.

Fue inevitable que esa noche, bajo el tinglado del club donde estaban tocando, el tipo se subiera a cantar ¡Parodiando con su ropaje a Elvis!

abonizio@gmail.com