“Para mí es maravilloso, sumamente halagador, tener la posibilidad de confirmar la vigencia de mi trabajo. Y por otra parte, la convocatoria, que es realmente sorprendente. En las tres oportunidades que presentamos este espectáculo, dos veces en el Teatro Ópera y ahora en el Gran Rex, quedó gente afuera. La verdad que es muy cariñoso, a esta altura, después de cincuenta años de carrera, poder decir esto”, cuenta Víctor Heredia a Rosariol12.

La prosecución de la gira internacional “#50 en vuelo” –motivada por el disco doble, que Heredia comparte con músicos de la talla de Silvio Rodríguez, Adriana Varela, Joan Manuel Serrat y Lila Downs, entre otros- tendrá lugar el sábado 29, a las 21, en Teatro El Círculo (Laprida 1210). Y lo hace de modo coincidente con el 35º aniversario de su himno/canción “Todavía cantamos”.

“Por encima de cualquier otra cosa, más allá de lo que pueda llegar a suponer lo que es la carrera de un artista -entre lo que se considera la fama, el éxito, el halago del aplauso, etc.-, está el afecto. Eso es lo que privilegio. Lo puedo palpar permanentemente cuando camino por la calle, cuando paseo. Es lo más lindo que me puede haber sucedido en esta carrera, y durante tanto tiempo, tantos años. Sobre todo en esta época, cuando uno ya tiene unos años encima y sabe que aquello de que ‘la fama es puro cuento’ es cierto. Y entonces, ¿qué te queda? Esto. Lo maravilloso del afecto”, agrega el músico.

Autor de canciones inseparables del acervo cultural y la sensibilidad popular, Víctor Heredia dice que “mucha gente, cuando hace referencia a alguna canción en especial, me cuenta una historia: se estaba casando o volviendo del exilio, o estaba allí y le mandaron el casete y fue eso lo que lo decidió a volver; un montón de cosas que, te digo sinceramente, a mí me emocionan muchísimo, porque uno no imagina nunca el tremendo alcance, la profundidad del alcance de la canción. Las canciones resignifican un hito en la vida personal y en la vida del colectivo”.

 

-“Todavía cantamos” es en plural: integra, invita.

-En definitiva, siento que cuando uno escribe una canción de esta naturaleza, obviamente no hace ningún cálculo sobre lo que va a suceder, pero esta apreciación, esta sensación de lo colectivo, aun cuando uno componga desde lo individual, creo que es lo que me acerca, me inserta en el corazón de la gente.

 

-Al momento de conformar el repertorio, ¿hay canciones que no querés dejar pasar?

-El concierto tiene como eje aquella etapa, la de la aparición del disco Aquellos soldaditos de plomo (de 1983), con un tema que fue sustantivo, como “Todavía cantamos”, pero que no deja afuera a ninguna de las canciones anteriores. Para llegar hasta ahí tuve que llegar a una serie de etapas; entre ellas, por ejemplo, Pablo Neruda, porque fue mi poeta de cabecera cuando yo era chico, porque fue el poeta que musicalicé, y porque sentí que era necesario, en el ‘72, ‘73, expresar algo en relación a su lucha, a su poesía, y de la enjundia, de la ética que él tuvo no sólo desde la estética poética sino también desde la política y desde lo social. Así que cuando pienso en “Todavía cantamos” también pienso en ese Víctor Heredia, que musicalizó poemas tan hermosos como los de Pablo Neruda, y no puedo dejar de pensar en aquellas canciones que yo sentí que en alguna medida se fueron quedando en el tiempo y la distancia porque le fueron dando paso a otras. Así que además de las conocidas va a haber algunas que yo atesoro muy especialmente como “Supongamos” o “Un día de gracia”, que hace mucho no cantaba y se incorporó, junto a otras que yo siento son muy delicadas, como “Novicia” y “El adiós”, un poema que musicalicé de Atahualpa Yupanqui. Creo que el repertorio se va armando un poco así, desde mi punto de vista muy personal.

 

-Tus canciones tocan una fibra íntima, construyen memoria, y todavía dicen sobre lo que nos sucede.

-Es tremendo. Dije en alguna oportunidad que me lamentaba muy profundamente que estas canciones todavía tuvieran vigencia, porque eso quería decir que no se había modificado la realidad y la coyuntura para el momento en que fueron escritas. Algo que hubiera deseado mucho. No puedo apostar que una canción vaya a cambiar el mundo, bajo ningún punto de vista, pero sí a veces concientiza, y siempre apostando eso entendí que en algún momento estas canciones iban a perder el peso de su contenido, porque no iba a ser necesario recordarlas, porque la realidad se había modificado, porque vivimos en un país distinto, etc. No sucedió. Es duro, pero ahí están, contando lo que nos pasó y lo que nos vuelve a pasar.