Las acciones de los bancos subieron en promedio cerca del 30 por ciento en lo que va de junio. Las firmas energéticas lo hicieron arriba del 12 por ciento y las de petróleo del 15. Las compañías de gas no se quedaron atrás y marcaron incrementos del 12 por ciento, mientras que las empresas de la construcción avanzaron 20. Los bonos públicos fueron otro de los instrumentos financieros que acumularon ganancias importantes desde principio de mes. Los títulos de corto plazo en moneda extranjera registraron subas cercanas al 7 por ciento y en los de largo plazo la cifra se elevó hasta el 11 por ciento. Este fuerte rebote en el precio de los activos argentinos en las primeras tres semanas de junio volvió a abrir el interrogante en la city. ¿Los precios de las acciones y los bonos están caros o baratos? La respuesta depende del estado de ánimo de cada inversor. El momento de las apuestas es ahora. Los eventos que pueden cambiar la suerte de la bolsa son tres: el impago de la deuda, el canje de Leliq por bonos de largo plazo ara los bancos y un cambio en las estrategias de regulación de la Cuenta Capital. El próximo año a esta altura podrá revisarse si la compra de activos locales fue o no una buena decisión. Las expectativas sobre el panorama financiero en el corto plazo no son idénticas para todos los inversores. La probabilidad de ocurrencia de eventos negativos para los financistas se mantiene incierta y produce espacios para que los activos anoten pérdidas o ganancias extraordinarias en 2020. El ejemplo de las Leliq es el más sencillo para observar. Los fondos de inversión pesimistas dicen que comprar acciones de bancos es una decisión de alto riesgo. Los inversores sin miedo plantean que los bancos duplicarán su cotización.   El argumento de los inversores pesimistas es que el desequilibrio monetario es muy grande y que la banca infla sus balances contables con letras de corto plazo. El planteo es simple pero intuitivo. No puede haber un sistema financiero que todos los meses gane más plata por invertir en Leliq que por prestar dinero a empresas e individuos. La situación –aseguran- no tiene espacio para sostenerse en el tiempo y explotará en el momento que el Banco Central realice un canje de las Leliq por bonos de largo plazo.   La hipótesis de los optimistas es que las Leliq no representan un problema de sustentabilidad para los bancos. No miran las tasas de interés en 70 por ciento anual ni el pago de los intereses de esas Letras que superan los 3000 millones de pesos por día. El indicador que revisan es el stock de la deuda medido en dólares. Los pasivos en Leliq suman un billón de pesos: cifra que equivale a 20 mil millones de dólares a la cotización actual. Se trata de un monto importante pero que consideran manejable. Lo comparan contra los 40 mil millones de dólares en Lebac que se registraban a principio del año pasado.  El intento de adelantarse a lo qué ocurrirá con esas Letras de corto plazo no parece viable. Son varios los factores que pueden influir para terminar de inclinar la balanza hacia el lado de los pesimistas o de los optimistas. La incertidumbre sobre el impago de los bonos soberanos produce una situación idéntica. Los inversores que consideran este evento posible tienen poco tiempo para terminar de desprenderse de todos sus títulos públicos. Pero aquellos que aseguran que no existe la posibilidad de impago no deberían tener dudas en hacerse de liquidez y empezar a comprar títulos a lo largo de toda la curva de vencimiento.   El rendimiento de los bonos del Tesoro genera oportunidades de ganancia notables. Los títulos con vencimiento en un año tienen retorno del 17 por ciento en dólares.  Los que vencen en cinco años rinden cerca de 14 por ciento y los que se pagan en más de 10 años arrojan tasas de más del 12. Los bonos de las provincias lucen todavía más tentadores. Se registran títulos a 4 años que ofrecen retornos del 23 por ciento en dólares. El inversor que pone hoy 100 dólares se llevaría casi 200 al momento de cancelarse el capital.