“En los últimos cuatro años se establecieron los cimientos para crecer sostenidamente”, afirmó Federico González Ruoco, asesor de la Jefatura de Gabinete. Para justificar su posición, sostuvo que “Cambiemos asumió con una economía en default, con controles de cambio y sin Indec” y “dejará una economía sin controles de cambio, que ya no está en default y que tiene estadísticas creíbles”. El economista de Cambiemos no desarrolla por qué esos tres supuestos logros serían la base para el crecimiento. Una ausencia destacable ya que, pese a mis 14 años de profesor de Crecimiento Económico en la Facultad de Economía de la UBA, no he conocido artículos académicos que expliquen el crecimiento de alguna economía como una consecuencia de la desregulación cambiaria, ausencia de default y existencia de estadísticas creíbles.
Aun así, no está de más examinar la realidad de las supuestas “bases del crecimiento” logradas por Cambiemos. Comencemos por la desregulación cambiaria. Los controles cambiarios del último mandato de Cristina Fernández de Kirchner (el denominado “cepo”) fueron una política utilizada para administrar la falta de dólares evitando una devaluación descontrolada, en el marco de una fuerte fuga de capitales en un contexto de mercados de créditos cerrados. La administración Cambiemos no solucionó el problema de la fuga de capitales, que sumó 48.536 millones de dólares desde el inicio de su mandato hasta abril de este año, a un promedio mensual de 1184 millones de dólares. Simplemente lo financió mediante la toma de deuda luego de ceder a las presiones de los fondos buitre y acceder al endeudamiento.
El incremento de la deuda en divisas durante la gestión Macri fue de unos 100 mil millones de dólares (excluyendo la intra sector público, la usada para pagar vencimientos de deuda y la aún no recibida del FMI). Ese dinero fue utilizado en partes prácticamente iguales para financiar la fuga de capitales y acumular reservas. De esa manera, no se generó capacidad de repago de la deuda y se agotaron las fuentes de financiamiento voluntario, debiéndose caer en el prestamista de última instancia a nivel global (el FMI) para posponer el default. Es decir, uno de los supuestos pilares (la salida del default) ya no existe y, además, deja como pesada herencia vencimientos de deuda por 125 mil millones de dólares al próximo gobierno (sin contar las Letes).
Aun así, el peso tuvo un ajuste cambiario de 360 por ciento a lo largo de la gestión de Cambiemos, mostrando la ineficacia en la gestión de un mercado de cambios desregulado, a pesar del contexto de masivo endeudamiento. Esa brutal devaluación de la moneda nacional junto a la suba de tarifas agravó la inflación, que acumula un 186 por ciento durante la gestión Macri, alcanzando un 57,3 por ciento interanual en mayo de este año, según el Indec. El organismo estadístico nacional recuperado muestra, lejos de sentar las bases del crecimiento, cómo la política económica oficial hundió a la economía en una crisis brutal. El PIB retrocedió 2 puntos porcentuales en 2018 respecto a 2015 y el indicador de actividad (EMAE) muestra una baja de 5,7 por ciento interanual en el primer trimestre de este año