Desde que sufrió la fractura de la rótula derecha, en octubre del año pasado, Juan Martín Del Potro no hizo más que vivir una pesadilla repleta de idas y vueltas. Otra más, porque le sobra experiencia en situaciones límite. Esta suerte de secuela de las viejas películas de terror que lo tuvieron como protagonista, producto de las lesiones en ambas muñecas, tuvo el mismo desenlace: un paso por el quirófano.

El inicio de la enésima recuperación del tandilense, dueño de una carrera caracterizada por las lesiones, resultó positivo: fue operado con éxito en la clínica Creu Blanca de Barcelona, en una intervención realizada por los médicos Jaume Vilaró y Angel Ruiz Cotorro.

Aquel sorpresivo infortunio en Shanghai, contra el croata Borna Coric, lo frenó en uno de los mejores momentos de su carrera. En pocas semanas volvería a jugar el Masters de Londres, se encontraría con posibilidades de pelear los primeros puestos del ranking y hasta llevaría a cabo la inclusión de otro entrenador a su equipo de trabajo. Pero esa historia se derrumbó por completo.

Por el contrario, encaró un tratamiento conservador con Sergio Batista, el reconocido médico de Boca Juniors, ya que la fractura había sido sin desplazamiento. Regresó en Delray Beach, en febrero, 131 días después del golpe en China y su desempeño sembró más dudas: jugó tres partidos, sufrió dolores y se bajó de Acapulco. Los tiempos de recuperación habían sido muy justos y se había producido un pequeño desplazamiento.

Según pudo averiguar Página/12, en aquel momento, la operación surgía como una alternativa más que factible. Pero Del Potro, que ya había entrado al quirófano cuatro veces por sus lesiones ligamentarias en las muñecas, optó por evitar esa instancia hasta las últimas consecuencias. Por eso desestimó los torneos de Indian Wells y Miami para afrontar una terapia regenerativa, con plasma enriquecido en plaquetas con el objetivo de recuperar el cartílago y revitalizar la zona afectada. Un procedimiento nunca antes utilizado para recuperar fracturas.

Esas diferencias de criterio médico, tiempos de rehabilitación y recomendaciones tuvieron como resultado el distanciamiento con Batista, el hombre que lo trató desde el inicio de la lesión. Angel Ruiz Cotorro, el profesional de confianza de Rafael Nadal, el mismo que asistió a David Nalbandian en su operación de cadera, era el elegido. El especialista en traumatología deportiva estaba satisfecho con el progreso y la recuperación.

La vuelta a las canchas se produjo en el Masters de Madrid con una derrota ante el serbio Laslo Djere. Antes del partido Del Potro se había referido de forma elocuente al problema de aquellos meses: "Hasta que no me encuentre en plenitud no voy a pensar en lo que pasó. Trato de no pensar si fue un mal diagnóstico o si un médico se equivocó, si me dijeron algo y era otra cosa". Estuvo más sólido en Roma, donde alcanzó los cuartos de final y tuvo dos match points ante Novak Djokovic, el número uno del mundo. Su condición de fuera de serie volvió a ilusionar después de sus tres victorias en Roland Garros, y con la gira de césped a la vuelta de la esquina.

En su primer partido sobre pasto en Queen's, con Wimbledon entre ceja y ceja, derrotó al canadiense Denis Shapovalov pero un resbalón traicionero volvió producir una fractura de la rótula y a desplomar sus sueños. Según el parte médico, en la intervención realizada por los médicos españoles se llevó a cabo la exéresis del fragmento, es decir, la extirpación del trozo óseo que aparecía desplazado.

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