La revista Noticias volvió a encarnizarse con Cristina. No es la primera vez y seguramente no será la última. Se pueden recordar varias tapas ofensivas, dedicadas todas ellas a denigrarla como mujer y como política.

Pero la última me sugiere una doble lectura: si bien podemos tildarla de violencia simbólica y mediática, figuras reconocidas en la ley 26485 de protección integral de las mujeres, creo que revela un profundo malestar por la potencia política de Cristina.

Prenderse de los senos de una mujer habla más de la debilidad de quienes se prenden que de la que generosamente da lugar a esa situación. Y eso es lo que ha sucedido. Casi todos han vuelto al redil porque reconocen en ella la fortaleza de quien  -junto a Néstor- pusieron este país de pie.

Su capacidad para establecer la agenda argentina no encuentra en las últimas décadas un parangón similar. Cuando se debatía cómo resolver el dilema "con Cristina sola no llegamos pero sin Cristina no podemos", ella logró una síntesis que abre una luz de esperanza a la posibilidad de destronar este modelo económico de destrucción cotidiana en todos los ámbitos de la geografía nacional. No hay un solo indicador económico, social o cultural que haya mejorado, por el contrario, el deterioro en todos los campos es notable, excepto en el de la timba financiera que está jugando su mejor momento.

Y esa síntesis fue posible gracias a un renunciamiento, pasar a un segundo lugar convocando a quien piensa que puede ser el mejor catalizador del variopinto movimiento peronista. Tan variopinto que da para otra fórmula conservadora y para un vicepresidente al oficialismo gobernante, tan alejado del ideario del General.

La decisión, fuerte por cierto, habla a las claras de alguien a quien le interesa más el futuro del país y de su gente que un lugar en el firmamento político. Justamente ella, de quien se ha dicho que era soberbia, dictadora. Y allí es donde los estereotipos de género se muestran en todo su esplendor. En esta sociedad patriarcal resulta casi intolerable que una mujer pueda ejercer el poder sin ocultarse tras remilgos, frases edulcoradas o caritas de "hada buena". Lo que en un hombre es firmeza de carácter en una mujer es soberbia.

De todos modos, creo que no sólo se la persigue por ser mujer, sino también por sus políticas de inclusión, de ampliación de derechos, de justa distribución de la riqueza. Todo esto molesta al poder económico y financiero, y más aún si quien lo lleva adelante es una fémina que no se doblega ante reiterados ataques, porque fueron muchos los mandobles que a diestra y siniestra se desplegaron sobre ella. Y no pudieron borrarle la sonrisa, ni los ojos pintados, ni el cabello perfecto ni el amor del pueblo, siempre más consecuente que los dirigentes.

Cuando en enero de 2016 se llamó a un prudente silencio muchos no supieron interpretar su actitud y raudamente criticaron lo que parecía un ausentarse de la escena política. Pero el correr de los acontecimientos ha demostrado que maneja los tiempos mucho mejor que "los muchachos" que no se sentían conducidos por quien no tenía intención alguna de llevarlos a ninguna parte. Pero ha demostrado saber perfectamente cuando es el momento para plantarse y luchar, no por un cargo político, sino por el bienestar del país.

¿Que cometió equivocaciones? Quien esté libre de errores que tire la primera piedra. Personalmente, siempre discrepé con su posición frente a la legalización del aborto, pero a la hora de tener que definirse lo hizo con el corazón y los ojos puestos en la calle, en esa calle donde un millón de mujeres, de todas las edades y pertenencias partidarias reclamaban por un derecho que esta democracia aún nos debe.

El feminismo no la considera una de las suyas pero sin dudas es una de las nuestras.

(*) Feminista