A pocas horas del cierre de listas definidas a nivel nacional y en los distritos quedó lanzada la carrera hacia el 11 de agosto, fecha de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias, y sobre todo hacia la gran pelea electoral del 27 de octubre. Aquí, cinco claves para ayudar en el análisis de la maratón que se viene.
Clave uno. ¿ATN mata voto o voto mata ATN? Página/12 pudo establecer que la designación de Miguel Pichetto como socio de Mauricio Macri en la fórmula presidencial le despejó al senador el camino para cumplir abiertamente con un rol que ya ejercía desde el 10 de diciembre de 2015: era un canal para la asistencia financiera a gobernadores e intendentes. En el caso de los destinatarios peronistas, el ministro del Interior Rogelio Frigerio no estampaba una firma sin el visto bueno de Pichetto. La fuente principal del auxilio provenía, proviene y provendrá de los ATN, los Aportes del Tesoro Nacional para las provincias y para los 2664 municipios y comunas de todo el país. Ahora, con la campaña lanzada, detrás de cada conversación del candidato a vice con un dirigente peronista puede estar presente también un menú completo y diverso. Menú uno, aporte a cambio de inactividad peronista. Menú dos, aporte a cambio de actividad cambiemita. Menú tres, promesa de aporte a efectivizarse en caso de triunfo. Y siguen las variantes. Puede parecer escandaloso pero así es la vida. Por eso es tan importante para F&F no dejar dirigentes heridos ni ofendidos: pueden ser más sensibles cuando aparece una ambulancia manejada por el adversario. De más está decir que no se trata de una ley universal. La mayoría actúa por convicción y por el humor de sus electores. Como en los famosos asados de campaña, los votantes suelen saborear el choripán de un partido y votar por el otro. Simple combinación de dignidad y espíritu práctico.
Clave dos. La provincia de Buenos Aires es una gran batalla. Más que “madre de todas las batallas”, apodo habitual de la contienda por los votos bonaerenses, el resultado de la provincia más grande de la Argentina importa porque allí no hay ballottage. No existe regla alguna según la que ganando Buenos Aires quede asegurado el triunfo nacional o perdiendo Buenos Aires un frente pierda también en la Nación. Pero si, por ejemplo, Axel Kicillof y Verónica Magario le ganan el 27 de octubre a María Eugenia Vidal y Daniel Salvador y Fernández más Fernández no logran imponerse en primera vuelta, el efecto simbólico de la victoria bonaerense será muy importante camino al ballottage. En parte porque siempre hay un voto exitista. Y en parte porque ganar el territorio bonaerense supone no solo haber hecho una buena elección en el Gran Buenos Aires (55 por ciento de los electores de la provincia) sino haber dado vuelta el resultado en las zonas que no pertenecen al Conurbano y agrupan al 45 por ciento de los votantes. Ese 45 por ciento representa a su vez el 14 por ciento del padrón nacional e incluye no solo ciudades como Lincoln, Tres Arroyos o Pergamino sino grandes concentraciones urbanas como Mar del Plata, Bahía Blanca y La Plata. Gane o pierda cada intendencia, para el Frente de Todos es crucial o triunfar en la Buenos Aires no conurbana o ser derrotado por pocos votos. De otro modo quedará licuada la previsible ventaja con holgura en distritos como Matanza, Lomas de Zamora o Florencio Varela.
Clave tres. Sergio Massa. Las encuestas le daban al líder del Frente Renovador, antes de su café de la unidad con Alberto Fernández, entre 9 y 12 puntos. Consultores dijeron ante la pregunta de este diario que solo dentro de unos 15 días empezarán a decantar las nuevas fórmulas y será posible comenzar a evaluar la intención de voto. Parece obvio, sin embargo, que Massa y su segunda línea de diputados e intendentes le aportaron a F&F el valor de un aporte peculiar y hasta ese momento crítico hacia el kirchnerismo, más una figura conocida nacionalmente que obtuvo el 20 por ciento de los votos en 2015. Pero el valor agregado esencial del massismo podría estar sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde en 2015 Felipe Solá hizo una gran elección detrás de Vidal y de Aníbal Fernández. Una duda a resolver es a quién fastidiará Eduardo “Bali” Bucca, el candidato lavagnista a gobernador. Si es verdad que Lavagna le quita votos a Macri al atraer el sufragio de los desencantados con Cambiemos, ¿el voto por Lavagna y Bucca con boleta completa perjudicará entonces a Vidal?
Clave cuatro. La campaña será nacional y no una sumatoria de campañas con temas locales. De los principales distritos electorales (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Ciudad Autónoma, Mendoza y Tucumán) solo queda una elección desdoblada de la fecha nacional del 27 de octubre: Mendoza, que tendrá comicios a gobernador el 29 de septiembre. Tanto la selección de candidatos y candidatas como los temas ensayados hasta el momento parecen revelar que las estrategias de las tres fuerzas principales, las que llevan como candidatos a Macri, Fernández y Roberto Lavagna, discutirán proyectos nacionales. Es difícil imaginar a Martín Lousteau y Matías Lammens entreverados alrededor de un metrobús más o menos. En todo caso cada uno de ellos buscará ser un factor de ampliación, respectivamente, de conservadores y pero-kirch-progresistas. En la provincia de Buenos Aires los mensajes conocidos hasta ahora de Kicillof y Vidal dan la pauta de la campaña que viene. Kicillof trata de demostrar que Vidal es Macri y que la tragedia económica nacional tiene un necesario complemento bonaerense. Es decir, hacer visible lo invisible. Vidal publicita una supuesta lucha contra el narcotráfico y la mafia y por todos los medios procura que su nombre no quede asociado ni a las masacres de las cuales es responsable primaria ni de la malaria que la tiene como socia. El 20 de junio una de las agrupaciones docentes de Lomas de Zamora, la Azucena Villaflor, que junto a la Celeste conduce el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, invitó a que participara de una reunión Guillermo Viñuales, el jefe de gabinete del intendente lomense Martín Insaurralde. Peronista clásico con implante territorial, Viñuales advirtió contra una maniobra que, dijo suponer, el vidalismo ya despliega y desplegará aún más en el futuro: distanciarse de los conflictos para que la infraestructura derruida de una escuela o una ruta provincial llena de pozos aparezca como responsabilidad del municipio. Si los encargados de la campaña y los militantes no son conscientes de esa maniobra y, para colmo, no logran desarmarla, podrían quedar enlodados dentro de una culpa que no tienen. Más aún cuando el gobierno provincial no otorga los mismos recursos fiscales ni la misma proporción de obra pública a los municipios controlados por el peronismo que a los conducidos por el oficialismo nacional.
Clave cinco. “República o Venezuela” versus futuro sombrío. Igual que Jair Bolsonaro en Brasil contra el Partido de los Trabajadores o el Partido Popular en España para combatir a Unidas Podemos, el macrismo busca construir un estereotipo. Paso uno, Venezuela es el cuco. Paso dos, Fernández-Fernández o Fernández-Fernández más Massa son sinónimo de kirchnerismo puro y duro. Paso tres, el kirchnerismo es Venezuela. Paso cuatro, F&F más M es igual a cuco. Así eran las campañas en tiempos de la Guerra Fría. Bolsonaro, que las retomó con éxito en 2018, llegó a tildar de “comunista” al PT, que jamás lo fue ni siquiera en su etapa fundacional, en 1980. Macri también busca equiparar a la oposición con una “mafia” que nunca define. O usa videos anónimos, como el que muestra a Massa con fondo de “La casita de mis viejos” y busca que algún cristinista distraído lo considere propio y lo difunda. Otro de sus ejes es pedir tiempo para que se noten los frutos reactivadores del árbol ultraliberal que está sembrando desde hace casi cuatro años. Alberto Fernández utilizó en su primer discurso una imagen fuerte: “Vamos a sacar a la Argentina de la postración”. Massa machaca con las pymes que cierran y cierran. Felipe Solá dijo que el próximo gobierno debe fijar una prioridad, que llamó “trabajo argentino”, y pasar todas las políticas por ese filtro. Omar Perotti, el último gran ganador peronista, hizo campaña prometiendo producción, trabajo y tecnología y triunfó incluso en Rosario muy por encima de los propios candidatos kirchneristas que fueron con otro eje. En diálogo con este diario, dos semanas atrás, Lammens le agregó un tono dramático a la agenda productiva. Dijo: “Con otros cuatro años de Macri el daño social puede ser muy difícil de revertir”.