La tensión entre Estados Unidos e Irán volvió a crecer cuando Washington le advirtió a Teherán que “no confunda prudencia con debilidad”, en medio de rumores de un ataque cibernético norteamericano contra el sistema de misiles de la República Islámica. El jueves cuando el Cuerpo de los Guardianes de la Revolución de Irán derribó un avión no tripulado de vigilancia estadounidense y el Pentágono acusó a Teherán de haberlo atacado sobre aguas internacionales, el mundo temió que fuera la chispa que finalmente desatara el conflicto que se viene gestando entre ambos países.
Tras horas de mucha tensión, el presidente Donald Trump decidió no responder militarmente. Ayer, durante su visita oficial a Israel, su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton (foto), lanzó una advertencia a la República Islámica de Irán. “Ni Irán ni ningún otro actor hostil deberían confundir la prudencia y criterio estadounidense con debilidad. Como dijo el presidente Trump el viernes, nuestro Ejército está listo para entrar en acción”, aseguró Bolton en una conferencia de prensa con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. “Se impusieron sanciones y se añadieron más anoche. Irán nunca podrá tener armas nucleares ni contra Estados Unidos, ni contra el mundo”, agregó. Netanyahu acusó a Irán de alimentar los conflictos en Irak, Siria, Líbano, Yemen y Afganistán.
La tensión con Irán seguía dominando la atención en Washington, en donde los principales medios denunciaron un presunto ataque cibernético contra el sistema de misiles iraní, el mismo que fue se utilizó para derribar al dron el jueves pasado. Según The Washington Post, Trump autorizó el ciberataque al mismo tiempo que dio la luz verde al contraataque militar contra aviones y barcos iraníes en el Golfo Pérsico. En Teherán, el clima político también seguía crispado. “Estados Unidos es el verdadero terrorista que difunde el caos, provee armas de última generación a grupos terroristas y todavía pide: ‘vengan, negociemos’”, aseguró ayer el vicepresidente del Parlamento, Masoud Pezeshkian, y una parte importante del pleno respondió con el grito que se hizo tradición desde la revolución de 1979: “Muerte a Estados Unidos”.