El paso del tiempo acostumbra a brindar visiones diferentes en todos los aspectos de la vida, y las experiencias anteriores suelen ser utilizadas como plataforma para lo que llegará en el futuro. En ese instante se encuentra Javier Filardi, que con 39 años continuará en el máximo nivel del voleibol argentino. El cordobés lucirá la camiseta de Gigantes de Neuquén la próxima temporada, la que puede llegar a marcar su despido de la actividad. El es uno de los dos hombres (el otro es Demián González) más ganadores de la Liga Argentina, con siete títulos, y buscará en el próximo año agrandar su propia historia personal.

–A los 39 años, ¿los objetivos cambian?

–El objetivo es estar siempre lo más arriba posible, eso no cambia. Entiendo que el club al que me sumo ahora no tiene la estructura de las entidades más fuertes, pero la intención es jugar de igual a igual con ellos. Al equipo llegaron jugadores que se han ido al exterior desde muy jóvenes, y regresan para demostrar que están a la altura de los mejores. Esperemos que funcione como está pensado.

–¿Qué te motiva para seguir en el alto nivel a tu edad?

–Me motiva el proyecto. Neuquén estará apoyado este año por el Ministerio de Deportes de la provincia para que la actividad pueda crecer, y es uno de los pocos que ha participado en todas las ediciones de la Liga. El equipo aspira a estar entre los mejores, y eso motiva mucho, es bueno para uno y para el vóley en general. El objetivo es llegar a estar entre los cuatro primeros.

–Cuando repasás tu carrera, ¿te quedás conforme?

–Sí, totalmente. Soy el jugador que tiene más títulos en Argentina, he jugado Mundial de Clubes también. Quizá en la Selección no tuve muy buenos momentos, más allá de haber ganado los Juegos Panamericanos en 2015. Pero me puso contento haber sido el capitán del seleccionado en 2014 y 2015. Igualmente, no me quedo con los recuerdos, por una cuestión propia de querer siempre un poco más.

–¿Te queda algo pendiente en el vóley?

–La verdad que no. Lo que me gustaría ahora es jugar bien en Neuquén y jugar una nueva final de Liga. La temporada pasada hicimos una buena campaña con Libertad de San Jerónimo, pero nos faltó resto en el final de la Liga. En Neuquén habrá jugadores más jóvenes, y eso nos puede ayudar en lo físico sobre todo. Como puede llegar a ser mi última temporada, no tengo muchas chances para llegar a otra final. Lo tomo así por una cuestión de edad, y soy realista también. A lo sumo podría jugar otra temporada como líbero, pero eso se verá el año que viene.

–¿Qué argumentos te dieron cuando te despidieron de UPCN (San Juan)?

–No fue por algo deportivo, fue una decisión de los directivos la cual yo no comparto, pero ellos son un gremio que se manejan así, con esas formas. Los años que estuve ahí me brindé entero, y ganamos muchos títulos. Inclusive, yo jugué una final al día siguiente de que falleció mi papá, viajando de noche 400 kilómetros en taxi para poder llegar. 

–¿De qué te acusaron?

–Fue una cuestión personal con el presidente del club (José Villa), que se enojó conmigo por unas declaraciones que hice, naturalmente a favor del grupo, por algo que había sucedido internamente. El estuvo disconforme por eso, y cuando me echaron me lo comunicó un abogado, no el presidente o el manager del equipo, ni siquiera tuvieron el coraje de mirarme a la cara. Cuando pregunté si era por algo deportivo me respondieron que no, que era todo extradeportivo. Entonces me fui tranquilo. No fue algo grato, pero luego fui a jugar a Chipre y salí campeón. Yo siempre fui muy leal en los lugares donde estuve, y eso tiene un precio. Pero los compañeros estuvieron a favor mío. 

–Precisamente, en ese momento (Nikolay, el búlgaro) Uchikov te acusó de conflictivo, ¿por qué creés que reaccionó así?

–El llegó para jugar a medias y entrenar cuando quería. Y de los primeros siete partidos perdimos cuatro. Como yo era el capitán las presiones recaían en mí. El grupo se reunió por esta situación y el único que habló fui yo, y eso me terminó costando el lugar. Todos lo pensaban igual pero nadie lo expresó, sólo yo. El grupo estaba disconforme con lo que hacía Uchikov, y más siendo extranjero. Uno deja de estar con su familia por el equipo, y la actitud de él era una falta de respeto a todos. Eso no lo tolero. La pelea principal fue esa, y luego se desató la pelea con el presidente. Uchikov finalmente decidió irse solo. El tiempo acomodó las cosas.

–Ahora que la ves desde afuera, ¿la Selección podrá finalmente ganar algo importante?

–Creo que los jugadores están disfrutando este momento, luego de no haber terminado bien al año anterior, que fue más por compromiso que por ganas de estar. Creo que (Marcelo) Méndez es un técnico muy respetado, y esperemos que los jugadores confíen en él y puedan seguir su línea de juego. Los jugadores son los mejores en sus clubes, y en la Selección todavía no han podido dar ese salto de calidad que se pretende. Ojalá puedan explotar todos juntos en un torneo y sentir la gloria con la Selección. No es fácil, porque juegan contra los mejores del mundo. 

–¿Un obstáculo grande para lograrlo son las relaciones internas?

–En este grupo claramente hubo algunos conflictos internos que se mezclan. Son todos muy destacados en sus clubes, y eso hace que el ego sea más alto. Creo que en la Selección se tienen que sentir todos importantes para conseguir un objetivo. Uno cuando estuvo con ellos se lo dijo. Si van cinco para un lado y cinco para el otro, es muy difícil.

–¿Lo que pasó en el Mundial el año pasado fue producto de las malas relaciones?

–Sí, pero más que entre los jugadores fue un problema con el técnico (Julio Velasco). Yo no estuve ahí, pero se veía que había mucha distancia con el entrenador. Entonces cada uno trataba de sobresalir para sentir que hizo su parte bien, pero en una competencia así quedas expuesto por el resultado final. Y Argentina quedó muy abajo, no podes conformarte con tratar de ganarle al ex campeón del mundo y nada más. A Argentina no le sirve eso, los jugadores están para más. 

–¿El paso de Velasco por el seleccionado te pareció positivo?

–El primer año me gustó, porque vino con una mentalidad distinta, con muchísimos conocimientos, y trató de ubicar a todos los jugadores en un mismo nivel. Pero luego todo se fue diluyendo. Me parece que no hay una pertenencia a la Selección, ya que un jugador tiene a un compañero en una convocatoria, y a otros totalmente diferentes en otra. Ahí se pierde un poco el valor de estar en ese lugar. Eso viene pasando hace muchos años. En el segundo año de Velasco se empezó a dar esta situación. 

–(Luciano, el capitán de la Selección) De Cecco dijo el año pasado que el vóley no le interesa a nadie en el país, ¿coincidís? 

–Creo que se ha perdido un poco el interés, y sobre todo en la Selección. Y también tiene que ver con que no se han conseguido buenos resultados en mundiales y en Juegos Olímpicos, como pasó en otras etapas. La Selección llenaba más los estadios, porque se habían hecho un buen Mundial en 2002, y un buen Juego Olímpico en 2004. Y después se dispersó todo. Sabemos que es difícil que la gente se sienta a ver un partido de vóley por la televisión, y en la cancha no hay más de 250 personas, salvo en una final. Los grandes resultados son los que atraen al público. 

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