El periodista Daniel Santoro pidió postergación y no llegará ese martes a prestar declaración indagatoria ante el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. El magistrado hizo lugar al pedido de postergación y fijó la declaración para el 17 de julio a las 11 horas. Como se sabe, Ramos Padilla sospecha que Santoro integró la asociación ilícita que protagonizó el falso abogado Marcelo D'Alessio y que no sólo se nutrió de información originada en esa organización --algo que está dentro de la actividad de cualquier periodista-- sino que tuvo un grado de participación en algunas de las maniobras, en especial la extorsión al empresario Mario Cifuentes. Ramos Padilla sostiene que D'Alessio coaccionaba y extorsionaba y que uno de sus métodos de presión eran las publicaciones de Santoro. Ante esa acusación, el periodista contesta que pecó de ingenuo, que fue usado. Pero en el caso de Cifuentes hay dos apariciones del periodista en el programa Animales Sueltos en que hizo tres referencias públicas, indirectas, al proceso de extorsión que estaba sufriendo el empresario. Es un punto álgido que Santoro tendrá que explicar. También Ramos Padilla menciona que Santoro le reveló a D'Alessio internas y datos sobre las fuentes de sus compañeros de Animales Sueltos y que el falso abogado usó esas revelaciones para armar legajos de inteligencia que aparentemente le hacía llegar a sus contactos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). En este punto también Santoro dice que pecó de ingenuo.
En una resolución emitida el lunes al atardecer, Ramos Padilla aceptó la presentación de Mauricio de Nuñez como abogado de Santoro, le dio acceso al expediente y aceptó el pedido de postergación de la indagatoria. Todo indica que el periodista apuesta fichas a que le quiten la causa a Ramos Padilla, un round que se está disputando en la Cámara de Casación y en el que se juega la presión de Elisa Carrió, el propio D'Alessio y la Procuración a través del fiscal de Mar del Plata, Juan Manuel Pettigiani, que siempre estuvo del lado del rebelde Carlos Stornelli, uno de los ejes de la asociación ilícita.
Las imputaciones al periodista están descriptas en la citación de ocho páginas que el juez emitió el 10 de junio pasado. D'Alessio utilizó mucho su llegada a los medios para coaccionar, armar causas y extorsionar, pero Santoro es el único periodista citado como sospechoso. Durante el fin de semana, dos organizaciones de periodistas, la Academia de Periodismo y Fopea, de las que Santoro es un referente, trataron de ubicar la citación en el terreno de la libertad de prensa y el derecho a preservar las fuentes. Sin embargo, la indagatoria y la citación apunta a algo muy distinto: el vínculo con los delitos cometidos por D'Alessio.
Mario Cifuentes es el titular de OPS, una empresa de servicios petroleros que llegó a tener más de mil empleados. Con el cambio de gobierno en 2015, la nueva administración de YPF le fue quitando contratos por lo que la empresa entró en crisis y fue intervenida por la justicia. En ese marco, hubo una fuerte presión para que Cifuentes le venda la empresa a un familiar de un integrante del gabinete nacional. Sin embargo, dado que la crisis de la empresa estaba judicializada, se necesitaba una autorización de la AFIP. En esa instancia apareció en escena D'Alessio, convocado por el poderoso comprador oculto, ofreciéndose a solucionar la cuestión con un pago--coima de 1.200.000 dólares. El hostigamiento fue de todo orden e incluyó un paseo por Buenos Aires en la camioneta de D'Alessio, que exhibió poder transitando con una sirena, como si fuera un auto oficial.
En el marco del apriete, Cifuentes reveló que el 4 de abril de 2018, D'Alessio lo llamó por teléfono y le dijo que le iba a mandar una advertencia pública a través del programa Animales Sueltos. Esa noche, Santoro venía haciendo referencia al departamento por el que se acusaba a Lula en Brasil. "Fue construido por OPS", dijo Santoro, cuando es público y notorio que la empresa constructora brasileña era OAS. Como Cifuentes no cedía ante la extorsión y le dijo a D'Alessio que no había visto el programa, el falso abogado le repitió: "mirá esta noche, es tu última oportunidad". En la noche del 5 de abril, Santoro volvió a repetir que la empresa constructora era OPS. Pero, además, agregó que el departamento de Lula valía 1.200.000 dólares, justo lo que le estaban exigiendo a Cifuentes. Ese mismo día, Clarín había publicado que el valor del departamento de Lula era de 650.000 dólares. En aquella emisión, el periodista recordó que el triplex de Guarujá medía 402 metros cuadrados, es decir que tenía información precisa, pero dos veces nombró OPS, como adelantó D'Alessio por teléfono. El desenlace de la presión fue una nota de Santoro en Clarín el siguiente domingo denominando a Cifuentes como "el nuevo Lázaro Báez", como si le hubieran imputado delitos. En cualquier caso, Ramos Padilla querrá escuchar una explicación sobre todos estos hechos relacionados con la extorsión.
Hay otros casos puntuales en los que intervinieron Santoro y D'Alessio, en una aparente combinación. Al ex gerente de la petrolera Pdvsa, Gonzalo Brusa Dovat, lo coaccionaron para que declare ante el fiscal Carlos Stornelli. Lo amenazaron con abrirle una causa en el fuero penal económico. Tras una presión intensa, D'Alessio lo llevó a Comodoro Py en una ostentosa camioneta que dijo que era de la DEA. Para intimidar a Brusa Dovat, D'Alessio utilizó a Santoro, a quien le dijo "lo estoy ablandando", "esperamos quebrarlo" y frases de ese estilo. El periodista afirma que no participó de la coacción, que entrevistó a Brusa Dovat a pedido de D'Alessio porque el caso tenía interés periodístico y siempre creyó que el falso abogado era de la DEA.
El otro caso urticante es de los legajos de inteligencia sobre Alejandro Fantino y Romina Manguel, sus compañeros en Animales Sueltos. Básicamente Santoro le contaba a D'Alessio datos sobre las fuentes de cada uno de ellos, las polémicas y las consecuencias de una reunión entre Fantino y Cristina Fernández de Kirchner. Con esos elementos, D'Alessio armó dos legajos de inteligencia que fueron encontrados en su casa y que, presuntamente, elevó a sus contactos en la AFI.
Es indudable que Santoro sostendrá su inocencia. Dirá que de ninguna manera fue parte de la organización y que, en todo caso, fue engañado en su buena fé. Otra de sus defensas será el repetido argumento de que la causa de Dolores es un armado del kirchnerismo para demoler el expediente de las fotocopias de los cuadernos.
Pero su jugada principal parece que no está en dar explicaciones sino en esperar que la armada integrada por Carrió, Stornelli y la Casa Rosada pueda sacar de la cancha a Ramos Padilla. O sea una manipulación gravísima de la coalición judicial--política--mediática alienada con el oficialismo.