En este momento singular entre la vigilia que se va apagando como una brasa que desfallece y el sueño que acecha.
En este tramo fronterizo de nuestro existir, cuando los misterios brotan en la semipenumbra y todo parece adquirir otra dimensión.
A la hora en que los recuerdos nos trasladan en el tiempo y viajamos como polizones por nuestras aventuras y desventuras.
Por los amores prohibidos, por la hipócrita moral y las llamadas "buenas costumbres" que no son tales. Las reuniones conspirativas en los años de plomo.
Las caminatas bajo la llovizna por calles desiertas y con desamores a cuestas.
Es entonces cuando percibimos que solo tiene sentido vivir con pasión y aun con riesgo.
Que solo así vale la pena vivir. Respirar, sentir la brisa otoñal que nos roza la cara.
Carlos A. Solero