En estos días, Bienal Sur, organizada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, presenta el “Circuito Pistoletto”, en colaboración con la Embajada de Italia, que consiste en un conjunto de exposiciones y acciones simultáneas del consagrado artista italiano Michelangelo Pistoletto (Biella, Italia, 1933), que está en Buenos Aires para acompañar sus muestras y realizar varias actividades.
El “circuito” se lleva a cabo en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Arte Decorativo, el Museo Quinquela Martín y el Museo de Inmigrantes. En las tres primeras sedes las exhibiciones ya se pueden ver; en la última, la inauguración será esta tarde.
Pistoletto se formó en Turín y trabajó con su padre, que era restaurador de cuadros, hasta fines de los años cincuenta. Su período de formación artística coincidió con la fractura social inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial y con la transformación que llevó a Italia de una economía agraria a otra de tipo industrial.
En sus inicios, Pistoletto estuvo cerca del nuevo realismo, con un enfoque experimental, que aún mantiene. A comienzos de los años sesenta incorporó el espejo como si fuera la tela de sus cuadros, sobre los que aplicaba siluetas fotográficas humanas en tamaño natural, pasadas a papel y luego colocadas sobre espejos o superficies espejadas, como láminas de acero. En las zonas excedentes de las figuras, se reflejaba el entorno y los espectadores, en un intento por incluir a los visitantes en las obras y contrastar así la imagen estática de la figura aplicada sobre la superficie, con el reflejo móvil del espectador.
Pistoletto fue uno de los fundadores del Arte povera (“Arte pobre”), tendencia bautizada por el crítico y teórico italiano Germano Celant, en la que también participaron centralmente Mario Merz, Jannis Kounellis, Mario Cerioli y Luciano Fabro. En su largo recorrido histórico el Arte povera ha buscado incluir todos los elementos de la vida, en la complementación entre vida y arte, por considerar que no se excluyen recíprocamente, presentando obras y exposiciones no conclusivas ni cerradas. Como parte de las tensiones críticas y productivas con otras tendencias, postulaba inicialmente su renuncia a “la iconografía; a la superficie pintada, que constituye su forma de expresión más común; al concepto de producto, de obra”; y, a cambio, ofrecía “no tanto el resultado de un proceso sino el propio proceso mientras está teniendo lugar”. Celant escribió que “el Arte povera representa un enfoque del arte básicamente anticomercial, efímero, trivial y antiformal, cuya máxima preocupación es las cualidad física del medio y la mutabilidad de los materiales. Su importancia radica en el compromiso de los artistas con los materiales reales, con la realidad en su conjunto. Su intento de llegar a una forma de interpretación de esa realidad, aunque sea difícil de entender, resulta sutil, cerebral, fugaz, privada, intensa”.
En el nivel de realización el Arte povera supone entonces cierta bastedad en el tratamiento de los materiales, en oposición al refinamiento preciosista del uso de los materiales.
Las obras inauguradas anteayer en el MNBA son cuatro, tres puertas de colores con una forma que evoca al reloj de arena. Dos de ellas situadas entre el final de la escalinata de acceso al Museo y las puertas de entrada al edificio; y la tercera, colocada en el interior, en el acceso principal. Estas puertas conforman Segno, Arte, una situación de pasaje que cita el célebre Hombre de Vitruvio, estudio en el que Leonardo Da Vinci reflexiona sobre la relación cuerpo-espacio.
La cuarta obra, ya dentro de la primera sala del Museo, es la Venus de los trapos, que el artista hizo por primera vez en 1967, en la cual confronta las formas clásicas con el caos contemporáneo.
En La Boca se presenta la acción artística “Tercer paraíso”, un rediseño que Pistoletto hace del símbolo matemático del infinito. Según describen los organizadores, “en el centro de este ocho recostado, el artista dibuja un tercer círculo, que conjuga por un lado la naturaleza del ser humano, y por otro, el paraíso artificial que supone la tecnología. Ese círculo central representa la necesidad de encontrar una solución a las crisis y los conflictos de la humanidad actual. De este modo, en el barrio de La Boca, se recolectaron cientos de botellas plásticas que niños y niñas de esa comunidad intervinieron para realizar una gran estructura con la forma del símbolo del infinito que servirá como barrera recolectora de basura superficial en las aguas del Riachuelo. ‘El Tercer Paraíso es una conexión equilibrada entre el artificio y la naturaleza y representa la matriz generativa de una nueva humanidad’, explica el propio Pistoletto”.
Esta tarde en Muntref, sede Hotel de Inmigrantes, se presentará la exposición Pistoletto Buenos Aires. Allí podrá verse “Porte Uffizi”, una instalación que ocupa la primera sala e incluye obras clave del artista. Además, en el espacio del crucero del edificio, presentará una evolución de la bra Metamorfosis”, ampliada para esta ocasión con producción local. Finalmente, Pistoletto intervendrá la colección permanente del museo con cuatro de sus característicos espejos producidos a partir de fotos de inmigrantes tomadas en las calles de Buenos Aires y con la obra Fame Amore Arte.
A lo largo de seis décadas, el espejo forma parte constitutiva de la poética del artista. A través del espejo y el reflejo propone múltiples sentidos que van desde la búsqueda de identidad a la incorporación del entorno más allá del presente de la obra; y de la idea de retrato a la de autorretrato. En muchos casos el artista destroza espejos a mazazos y así queda claro un componente ineludible del presente: el estallido y la violencia; espejos rotos, fragmentos aún no desprendidos, esquirlas por el piso. Hay otros efectos: los espejos hechos añicos (en parte o totalmente) producen extraños y múltiples reflejos y distorsiones del entorno, lo cual se potencia en y con los reflejos de los espejos contiguos y/o enfrentados. Para el artista, la fragmentación de los espejos también evoca la generación infinita de luz y de vida, y al mismo tiempo su rotura a golpes emerge como un agujero negro de violencia.
En el caso de la exposición que se inaugurará esta tarde, los espejos establecerán un diálogo con las cuatro secciones que organizan el guión curatorial de la colección permanente del Museo de la inmigración: viaje, llegada, inserción y herencia.
Quien firma estas líneas tuvo la oportunidad de recorrer, el mes pasado, una gran antología retrospectiva de Pistoletto (que sigue hasta septiembre) en la galería Continua de la ciudad de San Gimignano (Toscana, Italia), donde se muestran varias de las obras que se presentan ahora en Bienal Sur, comenzando por la Venus de los trapos. Aquella antología italiana se abre con la deslumbrante y enorme Esfera de diarios, de Pistoletto, que a su vez se combina con decenas de escritos/anuncios led colocados en las paredes, del artista de Camerún, Pascale Marthine Tayou. El conjunto se constituye como un manifiesto crítico del concepto de aldea global. El cruce entre arte, vida y política es una constante de la obra de Pistoletto, desde sus comienzos.
* El “Circuito Pistoletto” se desarrolla en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Avenida del Libertador 1473; el Museo Quinquela Martín, en Pedro de Mendoza 1835, el Museo Nacional de Arte Decorativo, en Av. del Libertador 1902, y en la sede Hotel de Inmigrantes del Muntref (Av. Antártida Argentina, entre Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus, con entrada por Apostadero Naval, Dársena Norte). Mañana a las 16.30, Michelangelo Pistoletto dará una charla abierta en el Teatro de la Ribera.