La estatua de Rubén Suñé fue inaugurada el 22 de diciembre de 2016, a 50 años de su debut en la Primera División de Boca en un amistoso ante Atlanta. El homenaje fue en vida y fue una excelente ocasión para agradecerle al gran capitán su gesta. El jugador surgido de las inferiores del club logró ocho títulos a lo largo de sus dos ciclos en la institución, de 1967 a 1972 y del 1976 a 1980. A esa escultura, tal como tienen los grandes ídolos - Palermo, Riquelme, Bianchi, Lorenzo, Maradona, Rojas, Rattín, Marzolini y Barros Schelotto– se le sumó este martes un memorial para recordar a este enorme jugador fallecido hace seis días, con 72 años, por causas desconocidas.
Junto al memorial lucían dos ramos enormes de flores Lilium y un libro de condolencias con los colores del club en el que quedaba claro que sus proezas, aún en blanco y negro, siguen más vivas que nunca. "Gracias por dejar la vida por estos colores", "Siempre presente el gran capitán" y muchas más demostraciones de afecto completaban las páginas. También lucían los mensajes de sus ex compañeros. "Rubén nos conocimos en 9° División y hasta hoy siempre juntos, amigo”, le escribió Omar Larrosa.
El ex campeón del mundo con la Selección en 1978 se tomó unos instantes para hablar del homenajeado. "Es un gran reconocimiento de Boca y de su gente a uno de los grandes jugadores que tuvo el club a lo largo de su historia. Por eso tiene su estatua en el Museo. No son muchos los que la tienen y pasamos muchos jugadores por acá. Pero él fue uno de los elegidos. Fue el capitán en la obtención de la Copa Libertadores y también en la Intercontinental. Dos campeonatos que se anhelaban mucho”, opinó, al tiempo que agregó que se trataba de "un jugador muy técnico, que le gustaba tirar caños y cuando había que meter lo hacía como el mejor". Según su visión, "cumplía las dos funciones que ahora se le piden al doble cinco: recuperación y buen pie para hacer jugar".
Oscar Pianetti, Roberto Rogel y Jorge Ribolzi fueron algunos de los ex jugadores que volvieron al club para dejarle un mensaje para la eternidad a este crack dentro y fuera de la cancha. Ribolzi, quien lo eligió como el padrino de su hija, se deshizo en elogios al recordarlo. Al conversar con el Ruso Ribolzi, quien lo conoció al llegar a Boca con 22 años, se abordó una situación muchas veces invisibilizada en los medios de comunicación: el día después en la vida de un futbolista que cuelga los botines. A raíz del cuadro de depresión que padeció Suñé y que lo llevó a un intento de suicidio en 1984.
"Es muy difícil lo que vivimos cuando dejamos el fútbol porque somos jóvenes. Lo podés dejar a los 33, a los 35 o 36. De un día para otro dejás de hacer lo que venías haciendo desde los siete u ocho años, cuando uno empezaba a patear la pelota. Es un vacío enorme. Algunos optamos por seguir en esto, otros por lo comercial y están los que no pueden salir de eso una vez que se rompe la burbuja. Sería muy importante –y si lo están haciendo bienvenido sea– preparar a los pibes para esto ya desde las divisiones inferiores. No sólo para cuando les toca dejar sino también para aquellos que quedan en el camino y se les corta la ilusión que traían", sostuvo Ribolzi, quien lo ponderó como el gran capitán de Boca por los ejemplos que daba dentro y fuera de la cancha.
Suñé comenzó su carrera como marcador lateral por derecha y luego se convirtió en un volante central de la mano de Juan Carlos Lorenzo en Unión. Precisamente la estatua del director técnico que le encontró su lugar en la cancha se encuentra al lado de la de él. Como a muchos juveniles que le toca llega a la Primera del conjunto de la Ribera le tocó irse del club. Huracán primero y Unión después fueron sus destinos hasta que, más experimentado, regresó a Boca en 1976. Fue bajo la conducción del "Toto" Lorenzo, a quien había conocido en su paso por Santa Fe y con quien alcanzó los momentos más gloriosos de su carrera: la obtención de la primera Copa Libertadores del club en 1977, la Copa Intercontinental de ese año y la Libertadores nuevamente en 1978.
Con la azul y oro disputó 377 partidos oficiales y marcó 36 goles. Aunque el número se eleva a 527 encuentros y 52 tantos si se incluyen los amistosos. Una de las conquistas que difícilmente pueda borrarse del recuerdo Xeneize, aunque increíblemente no exista el material audiovisual, es el tiro libre que le marcó a River el 22 de diciembre en la final del Nacional 1976 disputado en la cancha de Racing. Cuentan las crónicas que mientras Ubaldo Fillol armaba la barrera el número cinco se avivó y buscó el arco para desatar la locura y un festejo histórico.
Tan trascendental fue ese momento que perduró durante 42 años como el único antecedente de una final entre Boca y River. Más acá en el tiempo llegaría el turno de que las máximas potencias del fútbol argentino se volvieran encontrar en una final en marzo del año pasado, en Mendoza, en la definición de la Supercopa del fútbol argentino.
Aunque su máximo esplendor lo alcanzó en Boca, Suñé se retiró del fútbol con la camiseta de San Lorenzo en 1981. Tras su intento de suicidio a mediados del 80 su cuadro era bastante complicado. Sin embargo, Rubén Tortosa, quien trabajó 38 años en el club como cobrador y también quiso estar presente en el homenaje, recordó que fue un médico hincha de Boca el que se ocupó de su recuperación. "No recuerdo su nombre, trabaja en el Hospital de Clínicas. El lo fue poniendo a punto a contramano de lo que decían todos. Acá en el club se corrió la versión como reguero de pólvora", contó. Evidentemente esa ayuda tuvo efecto. Chapa logró recuperarse y pudo trabajar un tiempo en las inferiores del club, ahí donde brilla su estatua y su memorial. Porque la historia no se escribe sólo a colores.