Un viejo chiste nacional dice que si Franz Kafka, el célebre autor checo de cuentos expresionistas y novelas del absurdo de comienzos del siglo XX, hubiera nacido y producido su obra en Argentina, sería considerado un escritor realista. El chiste es aplicable al escritor ruso Daniil Ivanovich Iuvachóv (1905-1942), más conocido por su seudónimo literario de Daniil Jarms. Bajo el título No sé por qué todos piensan que soy un genio..., la editorial rosarina Iván Rosado acaba de publicar una selección de sus microrrelatos fechados entre 1929 y 1941, elegidos y traducidos del ruso por Érica Brasca.

Daniil Jarms nació en la Rusia de los zares y murió en la Unión Soviética, que son el mismo lugar; en 1931 fue detenido y deportado por el régimen stalinista por escribir cuentos infantiles; cuenta su editor de España que diez años después, a raíz de una delación de una compatriota que lo oyó hacer un comentario pesimista en medio del bloqueo de Leningrado por las tropas alemanas, lo encerraron en un asilo psiquiátrico, donde falleció. Otra versión relata que fue acusado de distribuir propaganda contra el régimen y murió en una prisión. Algunos de sus manuscritos se salvaron gracias al coraje de sus deudos. La breve vida de Daniil Ivanovich Iuvachóv parece un cuento de Daniil Jarms. Y si el mundo no hubiera tardado tanto en reconocerlo (sus relatos y poemas no fueron publicados en la antigua Unión Soviética hasta 1988), "kafkiano" se diría "jarmsciano".

Algunos finales de Jarms se asemejan a las complicadas escenas de

torpeza que son hábilmente ejecutadas por un maestro de la pantomima.

O, mejor, habría que decir que lo jarmsciano se encuentra a mitad de camino entre lo kafkiano y lo chaplinesco. Algunos finales de Jarms se asemejan a las complicadas escenas de torpeza que son hábilmente ejecutadas por un maestro de la pantomima. Sus hermanos sudamericanos podrían haber sido Macedonio Fernández, Felisberto Hernández o Clarice Lispector.

Poeta, dramaturgo y cuentista, si bien "casi toda su obra se publicó en forma póstuma", Jarms fue leído a mediados de los años '20 "bajo la influencia de la vanguardia kubofuturista, período en el cual se conformó 'Chinari', una asociación de jóvenes poetas y filósofos de San Petersburgo". En 1928, el núcleo de "Chinari" conformó OBERIU (Asociación del Arte Real), "en cuya primera noche literaria se representó Ielizaveta Bam, pieza teatral de Daniil Jarms", escribe Brasca en el prólogo del libro. Otra obra de Jarms hoy muy valorada es la nouvelle La vieja. Entre los rasgos y temas principales de la singular prosa paródica breve que Daniil Jarms escribió a partir de 1930, Brasca destaca "la subversión hasta el grotesco, la estupidez humana que engendra violencia, la incertidumbre, el sueño, los incidentes, la indiferencia potenciada por el cinismo" y habría que agregar el humor. Se trata de un humor absurdo y disparatado, signado por el recurso a la exageración o hipérbole ("El artista Michelangelo tiene una esposa larga, larga como dos habitaciones") pero más que nada es un humor negro, negrísimo, terrorífico, pesadillesco:

"Una viejita de curiosidad excesiva se cayó por la ventana, se estampó contra el piso y se destrozó. Otra viejita se asomó por la ventana y comenzó a mirar hacia abajo, pero por excesiva curiosidad también se cayó por la ventana, se estampó contra el piso y se destrozó. Luego, una tercera viejita cayó por la ventana, luego una cuarta y luego una quinta. Cuando la sexta viejita se cayó, ya estaba cansado de mirarlas, y me fui al mercado de Maltsev, donde -dicen- a un ciego le regalaron un chal bordado". ("Caída de viejitas")

Sus hermanos sudamericanos podrían haber sido Macedonio Fernández, Felisberto Hernández o Clarice Lispector.

Los críticos rusos Eikhenbaum y Bajtín vinculan a algunos cuentos de Nikolai Gogol con la tradición rusa del skaz, una forma de narrativa popular oral rusa que hace uso del lenguaje coloquial. Estos microrrelatos de Jarms posiblemente abrevan en esa tradición. Por ejemplo, uno de ellos comienza con la fórmula: "Me sucedió algo increíble". En otro, la calificación reiterada de "mierda" va matando a una serie de artistas y científicos. Y en uno más, "El destino de la esposa de un profesor", "El profesor se echó un rato en el sillón, descansó y se fue al trabajo. En el trabajo se llevó una sorpresa, le habían bajado el sueldo: en lugar de 650 rublos le habían dado 500". En suma, volviendo al comienzo, en Rosario sería un autor realista.