“¿De qué servía repartir computadoras si las escuelas no tenían conectividad a Internet? Es como repartir asado y no tener parrilla, no tener para prender el fuego. Era lo mismo. Todas esas cosas absurdas” (Mauricio Macri, 22 de mayo 2019)
"Decidimos salir de un modelo en el que llevamos una computadora a los chicos que envejece rápidamente"
(Mauricio Macri, 11 de junio de 2019)

Hace unos días el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, hizo referencia al Programa Conectar Igualdad (PCI) definiéndolo como “absurdo” y comparándolo con “repartir asado y no tener parrilla, no tener para prender el fuego”. Luego, en el marco de la presentación del Programa Aprender Conectados, junto a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, el señalamiento del Presidente sobre el PCI estuvo puesto en la idea de salir de un modelo que llevaba una computadora a los chicos que, según su parecer, “envejece rápidamente”. Equipos de investigación de un conjunto de quince universidades nacionales, que desde 2011 hasta 2015 realizamos la evaluación del PCI en todo el territorio nacional, consideramos necesario difundir resultados que refutan las recientes afirmaciones del Presidente.
El PCI fue el primer programa -y único hasta ahora- de cobertura nacional que garantizó la igualdad entre los y las estudiantes para acceder a una netbook, más allá de su condición socioeconómica o su lugar de residencia. Se implementó en todas las provincias del país y se desarrolló con una serie de lineamientos y estrategias articuladas, como la generación de infraestructura tecnológica que permitía contar con una intranet para trabajar en red y un servidor escolar para compartir contenidos y materiales desarrollados a través del portal Educ.ar.
El Programa buscó equilibrar los largos años en los que el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) estuvo librado a la arbitrariedad del mercado, en tanto bajo esa lógica éste se daba de manera diferencial y desigual. Es así como en octubre de 2011 ya se habían otorgado 1.826.617 notebooks a 4804 establecimientos educativos de nivel medio, superior y escuelas especiales.
El objetivo central de los primeros años del PCI fue la democratización en el acceso a la tecnología. La primera conclusión que se desprende de los estudios evaluativos señala que ese objetivo de inclusión digital de carácter universal y federal había sido logrado. A esta altura está claro que ello no hubiese sido posible sin la decisión, definición, responsabilidad y coordinación del Estado nacional.
Pero el Conectar Igualdad como política pública de inclusión digital se propuso mucho más que el reparto masivo de computadoras portátiles en las instituciones públicas mencionadas. En términos de capacitación se ofrecieron entre 2010 y 2011 472.242 dispositivos presenciales y virtuales, tanto desde Nación, como desde las jurisdicciones provinciales. Se imprimieron 3.660.000 libros para el abordaje de la enseñanza con TIC y 2.200.000 de libros para las familias. Su accionar buscó incidir en las prácticas educativas y afrontar el desafío de relegitimar la escuela como una institución significativa en la vida de los y las jóvenes.
El enfoque de los estudios evaluativos del PCI estuvo puesto en los aspectos de su implementación, pero más detenidamente en el uso y apropiación de las computadoras en diferentes contextos. Estos estudios (sustentados en alrededor de 2500 entrevistas a alumnos, docentes, directivos, referentes TIC; 5 mil encuestas a alumnos; y 700 observaciones de clases en cada etapa a lo largo de cinco años) muestran algunos hallazgos que nos interesa destacar.
A través de las entrevistas, los y las estudiantes sostuvieron que aumentó su motivación y participación en las clases a partir de la incorporación de la netbook, así como también identificaron un incremento gradual de su uso por parte de los docentes respecto del inicio del PCI.
Los y las docentes expresaron que el uso de las computadoras tenía fines educativos, aún fuera de la escuela: búsqueda de información actualizada, preparación de materiales, seguimiento de la situación académica de los y las estudiantes, planificaciones, capacitaciones, comunicaciones, entre otros.
En relación con los modos de enseñar en las aulas, la netbook no desplazó a las tecnologías tradicionales, sino que se complementó con ellas de diferentes modos. Se observaron cambios en la relación de docentes y estudiantes, ya que hubo una mayor cooperación y horizontalidad en los procesos de comunicación en el aprendizaje. La percepción de un cambio en la relación entre los actores se asocia a la identificación de un cambio en los roles de unos y otros respecto al enseñar y al aprender.
Los entrevistados que utilizaban el dispositivo consideraron que el Programa incidió positivamente en la dinámica de las clases y en el interés de los y las estudiantes. La euforia inicial que caracterizó la llegada de las computadoras a las escuelas dio paso a usos educativos y acceso a recursos, programas y comunicación de diverso tipo, aunque también se reconoce un uso social que trasciende las paredes del aula. Los y las jóvenes incorporaron a la netbook como un elemento de uso personal que les permitió optimizar ciertos procesos y, fundamentalmente, les abrió las puertas a una diversidad de fuentes de contenido. La mayoría instaló software en su computadora por cuenta propia para acceder a la información, entretenimiento y a producciones culturales (música, películas, etc.). La netbook apareció entonces como “facilitadora” de un conjunto de tareas e implicó en la mayoría una nueva responsabilidad: los/las alumnos/as personalizando y cuidando sus netbook.
A partir de las investigaciones realizadas podemos decir que el PCI tenía problemas en su funcionamiento y que el grado de apropiación de la tecnología era dispar en las escuelas, pero ¿eso inhabilita sus numerosos aspectos positivos y el potencial que tenía? La posibilidad de tener una computadora frente a no tenerla no puede compararse con una parrilla para hacer un asado: es menospreciar a nuestras escuelas públicas, a sus trabajadores docentes y, peor aún, a sus estudiantes. Lamentablemente, no podemos saber cómo el PCI hubiera seguido impactando en las escuelas, en los y las docentes, en los alumnos y las alumnas dado que este Gobierno lo desmanteló, como a otras tantas políticas públicas que impactaron en las condiciones de vida de las personas.

* Las autoras integraron la Coordinación de Estudios Evaluativos del PCI con universidades, en el Ministerio de Educación de la Nación (2015).