Desde Roma

Sin ningún prejuicio. Sin pensar ni por un momento en los 42 migrantes escapados de cárceles de Libia que desde hace dos semanas están en la pequeña nave “Sea Watch 3” que los rescató en el Mediterráneo, el ministro del Interior y viceprimer ministro de Italia, Matteo Salvini, calificó en un video a la capitana de la nave, la alemana Carola Rackete, como una “sbruffoncella”, es decir, una chanta, una fanfarrona que dice haber hecho o poder hacer ciertas cosas que nunca hizo ni nunca hará. “No acepto que sea una asociación de delincuentes extranjeros la que dicte las reglas sobre la inmigración en Italia”, dijo además Salvini. 

Es que por primera vez, una mujer de sólo 31 años y capitana de una nave con bandera holandesa de la organización no gubernamental “Sea Watch” –que desde hace años viene salvando migrantes naufragados o a punto de naufragar en el Mediterráneo–,  se levantó contra las duras reglas impuestas por Salvini, que ha cerrado todos los puertos italianos para evitar la llegada de migrantes. Después de dos semanas de tenerlos a bordo, y estando al límite de alimentos, agua y asistencia sanitaria, ella decidió que era el momento de acercarse a Lampedusa, la isla italiana más cercana a Libia y que siempre ha abierto sus puertas y ayudado a los migrantes. Rackete había estado estas dos semanas frente a la isla de Lampedusa pero en aguas internacionales. “He decidido entrar al puerto de Lampedusa. Sé lo que arriesgo pero los 42 náufragos a bordo están al límite de sus fuerzas. Tengo que salvarlos”, dijo la capitana en un video que difundió “Sea Watch”.  

Salvini, por su parte, no cambió idea. Por la tarde de ayer, en un encuentro con la prensa, acusó a la capitana, textualmente,  “de romper las pelotas en Italia” y calificó a la “Sea Watch” como una “nave pirata”, pidiendo la intervención de las autoridades judiciales italianas porque, dijo, se está en presencia de un “evidente delito”. “¿Qué espera la autoridad judicial para emitir una orden de arresto?”, añadió, mandando además una amenaza contra la Unión Europea. “No quisiera tener que recurrir a iniciativas contrarias a la normativa europea, como por ejemplo, no identificar a los migrantes cuando llegan a Italia”, dijo.

Luigi di Maio, también viceprimer ministro de Italia y dirigente del Movimiento Cinco Estrellas, se dice que discutió sobre el tema con Salvini porque no estaba totalmente de acuerdo, pero al final terminó acusando a “Sea Watch” de tratar de llegar a Italia y no a otros países como Grecia,  Malta o España,  sólo “para hacerse publicidad y así recolectar más fondos”.

Las reacciones en contra de la actitud y decisión de Salvini no fueron pocas. Varios parlamentarios del Partido Democrático y de Sinistra Italiana –ambos en la oposición al gobierno– partieron ayer a Lampedusa, para vigilar, dicen, y expresar su solidaridad a los migrantes y a la nave. Y a estos parlamentarios Salvini los acusó rápidamente de ser “cómplices” de los que él considera “delincuentes”.

“Italia es un país de migrantes. No puede cerrar los ojos frente al grito de dolor de la “Sea Watch”. Recibir a quien escapa de la guerra y de las persecuciones es un deber universal de cada pueblo civil y va más allá de la línea de los gobiernos”, comentó en Twitter por su parte Annamaria Furlan, máxima dirigente de una de las tres centrales sindicales existentes en Italia, la CISL (Confederación italiana sindicatos de trabajadores). Y el alcalde de la ciudad de Palermo (Sicilia) y renombrado defensor de a los migrantes, Leoluca Orlando, escribió por su parte: “El gobierno nacional, con la máscara del ministro del Interior y una visión deshumana que quiere criminalizar a quienes salvan vidas en el mar, actúa despreciando e insultando a la historia, la cultura y el derecho de Italia y los italianos”.

“Las personas a bordo de la “Sea Watch” no desaparecerán, no volverán atrás, no desaparecerán tampoco de la conciencia de aquellos que piensan que es más fácil no tenerlas en cuenta”, escribió, aludiendo tácitamente a Salvini, Carlota Sami, la portavoz en Italia de Acnur, la organización de Naciones Unidas para los Refugiados. Unas 40 organizaciones no gubernamentales escribieron una carta al primer ministro  Giuseppe Conte, pidiéndole que intercediera a favor de los migrantes. Pero no hubo respuesta. Por su lado el escritor y periodista Roberto Saviano –que vive bajo protección policial por las amenazas permanentes de las mafias italianas por los libros que ha escrito–, subrayó en un video que el gesto de la “capitana Rackete es legal y en plena coherencia con la Constitución” italiana. “Sea Watch” se había dirigido hace algunos días a la Corte Europea de Derechos Humanos pidiéndole que interviniera ante Italia dado que se trataba de una violación de los derechos humanos. Pero la Corte rechazó el recurso. Cuando la decisión de la Corte fue comunicada a los migrantes, “se sintieron desesperados, abandonados. Nos dijeron que lo viven como una negación de sus derechos humanos por parte de Europa”, escribió “Sea Watch” en un tweet. Según informó Carola Rackette en un video difundido por “Sea Watch”, autoridades de la Guardia Costera italiana subieron a la nave, en torno a las 20 horas italianas, impidiéndole anclar en el puerto de Lampedusa. Controlaron los  pasaportes de todos y esperan indicaciones de sus superiores. Según fuentes periodísticas, el desembarco podría ocurrir durante la noche. Carola Rackete, que arriesga un serio proceso en Italia con una multa posible entre 10.000 y 50.000 euros y el secuestro de la nave,  colabora con “Sea Watch” desde 2016. Antes, entre otros, trabajó para British Antartic Survey, manejando una nave rompehielos en el Polo Norte.