¿Qué sucede cuando se conjugan destrucción de puestos de trabajo, suspensiones, recorte de horas extra, precarización, ausencia de mejoras salariales y ajuste en las jubilaciones, con niveles de inflación por encima del 50 por ciento? Empeora la distribución del ingreso. Durante el primer trimestre de 2019, el 10 por ciento de la población con mayores ingresos familiares obtuvo 21,2 veces más que el segmento menos favorecido en términos económicos. Las cifras del Indec dimensionan el proceso de concentración de ingresos que acompaña al escenario de recesión, inflación y austeridad. Entre enero y marzo del año pasado, la brecha de ingresos entre los dos extremos de la pirámide alcanzaba a 20,2 veces. El informe sobre la regresividad en la distribución del ingreso publicado el miércoles permite anticipar un mayor incremento en los niveles de pobreza.
El Coeficiente de Gini, un indicador que mide desigualdad considerando a 0 como igualdad perfecta y 1 como el valor más regresivo, registró así su tercer aumento consecutivo al marcar 0,447 puntos. Doce meses atrás había alcanzado los 0,440 puntos. El dato representa el segundo peor registro desde que el Gobierno de Cambiemos reactivó la publicación de datos oficiales tras el apagón estadístico. La cifra solo es superada por los 0,451 puntos relevados en el tercer trimestre de 2016.
La fotografía sobre el reparto de la torta elaborada por el Indec muestra que el 10 por ciento más rico de la población se apropia del 32,8 por ciento de los ingresos totales mientras que un año atrás se quedaba con el 32,6 por ciento. Cuando se suma el siguiente decil, se observa que el 20 por ciento de la población con mayores ingresos se queda con el 49,8 por ciento del total de la torta, 0,7 puntos más que un año atrás. Por su parte, el 20 por ciento de la población con menores ingresos -los primeros dos deciles- apenas se lleva el 4,4 por ciento del total que marca un retroceso del 4,6 por ciento observado hace doce meses. Los sectores medios también experimentaron pérdidas. Hace falta sumar los ingresos de más del 60 por ciento de la población para alcanzar la porción apropiada por el 10 por ciento de mayores ingresos.
La fortísima caída en el poder de compra de los trabajadores de menores ingresos ante la aceleración inflacionaria y el deterioro laboral se traduce en la sostenida caída que exhiben los niveles de consumo que, durante el primer trimestre, experimentaron el retroceso más profundo desde 2009. Algunas políticas oficiales como el incremento anticipado en los montos de la Asignación Universal por Hijo y los créditos de Anses para jubilados junto con la apreciación del tipo de cambio pretenden amortiguar el deterioro en el nivel de ingresos de los sectores más vulnerables.
Los paliativos preelectorales colisionan con el programa de austeridad acordado con el Fondo Monetario Internacional que profundiza el deterioro en las condiciones laborales. La tasa de desocupación urbana del primer trimestre se ubicó en 10,1 por ciento, lo que implica una suba de un punto porcentual respecto de igual período del año pasado (9,1 por ciento). La cantidad de desempleados aumentó en 242.000 personas, hasta llegar a 2.133.000 desocupados. Los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino difundidos muestran que el proceso de destrucción de puestos de trabajo registrados continúa (ver aparte). En mayo, la tasa de incorporaciones fue la segunda más baja de los últimos 24 años. Es necesario remontarse al 2002, para observar una tasa de incorporaciones inferior a la actual.
El informe sobre la Evolución en la Distribución del Ingreso del Indec es elaborado a partir de la Encuesta Permanente de Hogares. Los datos incluidos permiten estimar que, en el primer trimestre del año, el 50 por ciento de los hogares tenía un ingreso promedio inferior a los 28.484 pesos. Así, la mitad de los hogares se apropiaron del 22,7 por ciento de los ingresos totales.
Las cifras del Indec muestran que el ingreso promedio de los hogares con mayores ingresos asciende hasta los 119 mil pesos. Los datos subestiman los ingresos de los sectores más acaudalados. No se trata de una manipulación de las cifras sino que expone la tendencia a subdeclarar ingresos entre los sectores más acaudalados. Entre el 10 por ciento de los hogares más pobres el nivel de ingresos promedio fue de 7923 pesos en el primer trimestre mientras que entre 20 por ciento de los hogares más vulnerables alcanzaron a 14.128 pesos.
La fuente principal para el incremento en los ingresos de los hogares más ricos son los denominados ingresos no laborales que provienen de jubilaciones, pensiones, subsidios, rentas de la propiedad derivadas de la producción o de inversiones financieras, además de otras transferencias. Durante el primer trimestre de 2019, esos ingresos explicaron el 29,1 por ciento del total apropiado por el 10 por ciento de los hogares más ricos, 0,4 puntos más que entre enero y marzo de 2018.