En Mendoza una Vicedirectora fue separada de su cargo en una escuela y trasladada a otra escuela por presión de las familias. La información disponible establece que su “falta” fue saludar a la entrada a clases a “todos, todas y todes”. Es decir, usar un lenguaje que aspira a incluir, que se hace cargo de los tiempos que corren y, sobre todo, que tiene presencia y concita interés de los chicos, las chicas y les chiques.
Las búsquedas sociales dirigidas a poner nombre a quienes se sienten fuera del discurso público están en ebullición. Y es sabido que a la Real Academia Española (que es muy española, muy academia y muy de la realeza - muy lentamente de la realidad) solo se le ha torcido el brazo desde las calles y desde el habla cotidiana. Las escuelas son uno de los escenarios de este latido y si queremos escuelas vivas, si nos interesa en serio la educación, tenemos entonces que habilitar esos debates.
Expresemos nuestra admiración y apoyo por esta docente, y tantas otras, otros y otres docentes, que buscan hacer de las escuelas un lugar inclusivo, que aloja a la diversidad y, sobre todo, un espacio donde la vida late y se despliega. Expresemos por todos los medios posibles nuestro repudio a la respuesta del sistema educativo que, en lugar de contener y sostener al trabajo docente comprometido con su tiempo y convocar a las familias a la reflexión compartida solo aporta una respuesta de censura y violencia.
Pero hay otro plano de lectura para esta respuesta inaceptable. Un grupo de familias logra desplazar a una docente porque sostiene que su lenguaje es “ideológico”. ¿Tanto poder tiene un grupo de familias? ¿Por qué dicen que es ideológico el lenguaje inclusivo? Es evidente que esas familias condenan el enfoque de género y a la ley de Educación Sexual Integral.
Desde el sistema educativo tendremos que afinar la escucha para poder distinguir entre “las familias” (o sea, la mamá, el papá la abuela, el tío, la hermana, la vecina) con dudas o aun temores respecto del lenguaje, los contenidos, la Educación Sexual Integral porque no tuvieron posibilidad de hablar en sus propias casas, porque en su infancia les transmitieron miedos varios y las otras, de agrupaciones políticas que se están organizando para ganar elecciones y poner legisladorxs y derogar las leyes que sostienen los derechos humanos a la identidad de género y a la Educación Sexual Integral.
Esa distinción no es menor en estos tiempos. Desde las escuelas, las universidades y los movimientos sociales no nos vamos a negar a discutir políticamente. Amalia Granata nos hizo un enorme favor: contribuyó a blanquear el objetivo de los grupos “Con mis hijos no te metas”. En tiempos electorales, viene bien afinar el oído y, sobre todo, identificar quién está hablando detrás de la pretendida candidez de “las familias”.
Graciela Morgade: Decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, especialista en géneros, educación y sexualidades.