El público porteño vio Bocanada en vivo en octubre de 1999 en el Gran Rex, pero para Gustavo Cerati el debut fue un mes antes, los días 25 y 26 de septiembre en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México. Al frente de un quinteto que completaban el baterista Martín Carrizo, el bajista Fernando Nalé y Flavio Etcheto y Leo García en teclas, máquinas y coros, Cerati se encontró con un público obviamente fanatizado por la historia de Soda, pero que festejó de principio a fin un show contundente, pleno de matices, en el que convivieron múltiples facetas sonoras y esilísticas. Después del show, en una entrevista realizada para la revista Rock Tercer Mundo, Cerati compartió con este cronista las sensaciones de un momento bisagra en su carrera.
-¿Cuáles fueron tus miedos en los días previos a esto?
-Fue una mezcla de miedos y también de seguridades, porque la banda tiene una plasticidad tremenda, para poder conjugar los contrastes que significan tocar de por sí Bocanada, la variedad que supone ya el disco, y tocar temas de otros momentos, de otras épocas, otros discos, otras canciones. Bueno, tuvimos ensayos... importantes. Le dimos duro, fuimos muy trabajadores. Los miedos tenían que ver con lo que definitivamente fue, un debut de muchas cosas. Pocas veces tuve un debut con semejante nivel de nervios naturales, producto de todo eso que debutaba. Debutaba el sistema, con un montón de gente nueva. Estoy apoyado por gente que venía trabajando conmigo con Soda, de muchos años; pero también se incorporó mucha gente nueva, con la que todavía no nos conocemos tanto. Fue un desvirgue de todo lo que a lo mejor craneaste, pero te faltaba la otra pata, esa sublimación que tiene lo que hacemos en el disco en la relación con la gente.
-¿Y cómo te sentís ahora, con esa otra pata?
-Ahí, realmente... la gente fue muy protagonista, fue muy importante. Cuando la gente te da de entrada semejante estado, es difícil fallar. Hubo realmente muy pocos errores y mucha música, interpretación y unión. Se siente como una banda, aunque yo esté ahí adelante conjugando la cosa y todo pase en gran parte como energía por mí. Pero creo que son unos músicos tremendos. Yo veo a mi lado a Flavio, a Leo, la base rítmica... no sé qué tipo de inseguridad debería tener.
-¿Ya empezaste a tomar cierta distancia del disco, podés verlo de otra manera?
-Sí, igual el sentimiento que me produce es bastante concreto, creo que no he errado en lo que quería conseguir, en lo que resultó. Tuve una euforia natural cuando lo terminé, y sobre todo algunos momentos del disco, que a lo mejor hoy los veo de otra forma, ya estoy en una etapa de relación con la gente y tocarlos. Pero me parece que crece muchísimo en vivo, que era un gran desafío. El disco tiene todo un trabajo modular, que por ahí también emprendí en otros discos, muy de entrecasa, conmigo haciendo una cosa, después se sumaba una batería... no era una situación de banda. Esto le agrega una energía natural de cinco tipos tocando, y aunque las versiones son a veces casi idénticas al disco, tienen un punto... están más arriba.
-La prensa mexicana te preguntó una y otra vez sobre el pasado. ¿Cómo sobrellevás esa insistencia?
-Ahí sí podemos hablar de algún "miedo"... uno de los temores que podía tener era que la gente se pusiera muy expectante con la posibilidad de que tocara temas de Soda Stereo. Sobre todo en estos lugares donde a lo mejor la información es menor. Lugares muy fanáticos. Quizás hasta uno piensa, menospreciando, que por ahí el público siente como una traición que no tocamos demasiados temas de Soda. Es una taradez de parte de uno, pero podría suceder. Pero no hubo nada de eso, no hubo necesidad de ser ni demagógico ni nostalgioso, que es lo que menos me cabe a mí en este momento. Después de dos años que hicimos una gira, que tocamos acá mismo e hicimos todo el repertorio de Soda Stereo, eso queda flotando en el aire.
-¿A qué se debió cada elección de canciones de Soda?
-Tomé canciones como "Sweet sahumerio" y "Zona de promesas", que prácticamente nunca tocamos en vivo con Soda: siempre quedaban afuera, nunca salían buenas versiones. Esta era la oportunidad de mostrarlas, porque son canciones que a lo mejor tienen mucho más que ver conmigo. Con "Hombre al agua" en realidad estábamos tocando un poco y sobre una cosa que no tenía nada que ver salió esa. Que quedó buena, distinta al original. Por un momento la gente no sabe qué pasa, solo advierte algo. Aun así, una de las sensaciones que podía considerar... hay canciones en este disco, y en Colores santos y en Amor amarillo, muy fuertes, que son muy buenas al ponerlas en vivo porque tienen una energía tremenda, tanto o más que cualquier tema que hayamos hecho con Soda. Al menos yo siento eso. Pero igual me preocupaba que se hiciera algo demasiado emblemático del grupo, que produjera una especie de competencia medio extraña con otras cosas.
-Una competencia esquizo, con vos mismo.
-Sí, es raro, pero es un poco así. Por suerte no pasa, las canciones se meten en el viaje sin problemas.
-Vos llegaste a hartarte de todo esto. ¿Cómo te sentís hoy?
-Me da la impresión de que estoy capitalizando todo. Sentí que recuperaba una relación que tenía cuando estaba en Soda Stereo, los últimos conciertos y sobre todo los anteriores. Capitalizaba eso pero estaba mostrando otro lugar más, que es muy importante porque al disco también le pasa eso. Bocanada tiene bastantes puentes con cosas que hice en el pasado, para mí no es una ruptura. El que lo escucha por primera vez siempre... hasta con Soda pasaba eso, escuchaba Dynamo y le parecía que no tenía nada que ver con Canción Animal. Sin embargo, a la distancia ves que hay una evolución, o como se llame. Y acá también, lo que pasa es que en estos dos años de no presentarme en público a este nivel, mostrando un disco, me dieron bastante más inseguridad. Como cuando me puse a componer canciones después de un tiempo que no lo hacía... y pensaba que no iba a poder. Todo esto me da esa impresión, que proseguí toda una relación que tenía con Soda Stereo, que la gente entendió eso, pero no me pidió volver atrás. Le gustó esta proposición, un tipo que está haciendo otras cosas. Un tipo que puede ir por otro lado.
-Te abrieron un crédito importante.
-De entrada, la energía que produjo la gente fue la exacta como para... ahí estás disparado al Parnaso, no podés fallar: si no aprovechás esa situación es porque hay algo que anda mal.