La guerra comercial entre Estados Unidos y China dominará la cumbre del G20 que se celebrará hoy y mañana en Osaka, Japón. Sus presidentes, Donald Trump y Xi Jinping, serán los protagonistas indiscutibles del encuentro de los principales líderes mundiales, donde se reunirán mañana en privado en un nuevo intento de frenar su disputa.
Antes de despegar hacia Osaka, Trump había asegurado que si no llegase a un acuerdo con Xi recrudecerá los aranceles a China, pero hasta el momento, tanto Washington como Beijing han dado señales de optimismo. El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, dijo ayer que las negociaciones estaban al 90 por ciento para lograr cerrar un acuerdo, y el viceministro de Comercio chino, Wang Shouwen, había mencionado el lunes la necesidad de hacer concesiones.
Para Matthew Goodman, del instituto Center for Strategic and International Studies de Washington, en Osaka se pueden dar tres posibles resultados. El primero sería la firma de un acuerdo, algo improbable pero no imposible por parte de Trump, exmagnate inmobiliario al que, dijo el experto en economía asiática, le gustan los acuerdos y mejor si están mediatizados. La segunda posibilidad sería un fiasco, que podría llegar al punto de que se anule el encuentro. Y el tercero, el más probable según Goodman, sería una tregua como la que acordaron durante la cumbre del G20 del año pasado Buenos Aires y que finalmente no duró mucho.
Aunque las negociaciones entre ambos países se habían encaminado, colapsaron en mayo cuando Trump aplicó impuestos aduaneros de unos 200.000 millones de dólares en productos chinos que ingresan a Estados Unidos. Además, amenazó con imponer aranceles sobre otros 325.000 millones de dólares. De hacerlo, estaría gravando la totalidad de los productos chinos importados por Estados Unidos. Lo que Washington le exige a Pekín es una reforma estructural que garantice mercados abiertos y derechos de propiedad intelectual a las empresas estadounidenses.
Todas las miradas caerán mañana sobre ambos mandatarios cuando se reúnan en privado. El principal asesor económico del presidente de Estados Unidos dijo que en dicho encuentro no existen, sin embargo, condiciones previas de ninguna de las partes. “No hay precondiciones en estas charlas”, dijo a la prensa el principal economista de la Casa Blanca, Larry Kudlow. “Eso es muy importante”, agregó.
La guerra comercial con China no es, sin embargo, el único frente abierto que tiene Trump en política exterior. Las crecientes tensiones con Irán y el estancamiento de su estrategia en Venezuela centrarán la reunión que mantendrá hoy con su par ruso, Vladimir Putin, cuyo gobierno es aliado tanto de Caracas como de Teherán. Cinco meses después de reconocer como presidente al líder opositor venezolano, Juan Guaidó, Estados Unidos ha bajado el volumen a su campaña contra el presidente, Nicolás Maduro, pero no ha dejado de culpar a Rusia de que siga en el poder. La Casa Blanca ha evitado, no obstante, estructurar la agenda de la reunión para satisfacer los deseos de Trump, que quiere dejarse guiar por su química personal con el líder ruso.
Ambos mandatarios se verán por primera vez desde la cumbre bilateral de hace casi un año en Helsinki (Finlandia), en la que el estadounidense puso en duda las conclusiones de sus propias agencias de Inteligencia sobre la presunta injerencia rusa en las elecciones de 2016. Esta vez, la sospecha de una posible conspiración entre Trump y Moscú para llegar al poder no planeará sobre la reunión, porque el fiscal especial que investigaba el asunto en Estados Unidos, Robert Mueller, terminó en marzo su pesquisa y descartó esa posibilidad.
Esto podría aportar un tono de celebración a la reunión con Putin, quien siempre ha negado cualquier interferencia en el proceso electoral de Estados Unidos, según estimó William Courtney, un exdiplomático experto en Rusia que trabaja en la organización RAND. “Pero la conclusión de la investigación de Mueller no reduce el apoyo a las sanciones a Rusia (por sus acciones en Ucrania) ni en Estados Unidos ni en Europa, y tampoco afecta a las otras disputas entre Rusia y Occidente”, dijo Courtney.
El tema Venezuela también ocupará parte de la atención de Trump, quien se reunirá hoy con el presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, con el que ya mostró una gran sintonía al recibirlo en marzo en la Casa Blanca. La agenda de bilaterales del magnate neoyorquino incluirá también al príncipe heredero saudí, entre otros.
Para los países latinoamericanos, por su parte, la agenda del G20 estará marcada por las cuestiones de inmigración (en especial para México, a pesar de la ausencia del nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador) y sobre todo económicas, con los avances en el tratado comercial entre la Unión Europea y Mercosur que podría firmarse en Japón tras años de negociaciones.