El primer debate demócrata de candidatos a la presidencia tuvo como estrella a la senadora por Massachussetts, Elizabeth Warren. Sus compañeros de partido Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, y Julián Castro también estuvieron entre los mejores valorados por sus actuaciones en el debate. Y, pese algunas diferencias en cuanto al modo de ejecutar ciertas políticas, los tres lanzaron su artillería contra Donald Trump sobre todo en tema migratorio. Mientras tanto la segunda ronda de la contienda ayer a la noche concentró miradas en Joe Biden, líder en las encuestas demócrata, y el socialista Bernie Sanders.
Como muchos lo habían adelantado, la senadora por Massachussetts fue la más aclamada en la primer noche en los estudios de NBC News con su discurso anti Wall Street. Más que ningún otro precandidato, Warren reveló sus prioridades si llega a la presidencia. Entre otras propuestas habló de instituir un impuesto a la riqueza, dividir a las grandes empresas de tecnología y hacer cambios en el sistema electoral. “Estoy en esta lucha porque creo que podemos hacer que nuestro gobierno, nuestra economía, nuestro país, funcionen no solo para los que están en la cima”, dijo. Warren. Las críticas a esta situación fueron comunes entre los aspirantes, como O’Rourke, que habló de la necesidad de incluir a todos en la economía. De Blasio también atacó por el mismo lado y lanzó: “Hay mucho dinero en el mundo, pero está en las manos equivocadas”.
La política en migración, salud y el cambio climático también fueron temas que encendieron las discusiones. La reciente muerte de un inmigrante salvadoreño, Oscar Martínez, y su pequeña hija Valeria, ahogados en el río Bravo, frontera natural entre Estados Unidos y México, estuvo en boca de todos. Castro, exsecretario de Vivienda de Barack Obama y aspirante a ser el primer presidente hispano de Estados Unidos, dijo que lo primero que hará será descriminalizar los cruces de frontera y eliminar la política de “cero tolerancia” de Trump. “Mi plan de inmigración, el primero en el campo, despenalizaría la migración. No podemos criminalizar la desesperación, como la de Oscar y Valeria, y los niños que están detenidos separados de sus padres”, prometió Castro.
En el debate Castro se enfrentó al excongresista Beto O’Rourke, quien no se mostró tan abierto hacia el problema migratorio por, según dijo, miedo a que la liberalización de las fronteras de vía libre a traficantes de personas y de drogas. Una idea desmentida por Castro y por el congresista Tim Ryan. De Blasio, por su parte, se ganó un fuerte aplauso cuando hablando a los ciudadanos desmitificó la idea de que los migrantes son responsables de los males de Estados Unidos. “¡Los inmigrantes no hicieron eso! Son las grandes corporaciones las responsables!”. La senadora centrista y exfiscal Amy Klobuchar también se apresuró a defender a los inmigrantes diciendo “ellos son Estados Unidos”. Además como parte de su campaña varios candidatos están yendo a visitar a niños indocumentados y separados de sus familias en un centro de albergue para menores en Homestead, Miami.
Otro tema que suscitó adhesiones fue el hecho de que tres aspirantes hicieran parte de sus intervenciones en español. Al hispano Castro lo acompañaron también el congresista O’Rourke y Cory Booker. Otro de los anzuelos para captar votantes latinos fue no hablar de la situación en Venezuela ni en Cuba.
En tema salud saltaron las propuestas más progresistas de esta campaña. Tanto Warren como Tulsi Gabbard aseguraron que la salud es un derecho humano básico y, con matices, la mayoría apoyó la idea de atención sanitaria pública para toda la población. Otro punto en el que los moderadores coincidieron fue el aborto. Gabbard, congresista por el estado de Hawai en la Cámara de Representantes, fue la más rotunda cuando se puso sobre la mesa el conflicto con Irán. La diplomática consideró que todos los estadounidenses deberían levantarse para rechazar un posible conflicto bélico alertando que podría ser más devastador que la guerra de Irak (2003-2011).