“Lo que ocurrió no debería haber ocurrido. Las acciones de la Policía de Nueva York fueron incorrectas, simple y llanamente (...) las leyes eran discriminatorias y opresivas y, por ello, pido disculpas”, fueron las palabras de perdón público del Comisionado de la policía de esa ciudad, James O’Neille, el 6 de Junio de 2019.
Las disculpas llegan pasados 50 años del 28 de Junio de 1969, cuando la policía neoyorkina irrumpió en el bar Stonewall Inn, con sus razzias, y como incluso lo siguió haciendo por varios años más. Pero la resistencia, aquella vez, dio inicio a las revueltas que provocaron que al año siguiente se celebrara la primera marcha del orgullo, el 28 de junio de 1970 y que comenzara a conmemorarse, cada 28 de junio, el día internacional del orgullo.
Este hito del movimiento LGBTI tuvo aquellas dos marcas de nacimiento que se siguen actualizando hoy. Una de ellas da cuenta de que así como la comunidad LGBT+ no estaba organizada hasta entonces, era parte de una sociedad y una época contra la que se rebelaban los movimientos pacifistas, afros, y también el feminista. Y esa noche en Stonewall Inn habitaba además la diversidad de la propia comunidad gay, lésbica y trans, migrante, afro, pobre, que fue heredera de su tiempo histórico y social, y protagonista en su identidad disidente.
Y ello sigue siendo una marca hoy. Las luchas por el orgullo, contra la opresión heterocisnormativa, y hablando de nuestro país, siguen librándose en clave de época, en un contexto de avance neoliberal, con la mano del poder tendida a los conservadurismos religiosos, alarmados por la lucha contra el patriarcado, de los feminismos y de les jóvenes; y la violencia dirigida, sobre todo, a las identidades LGBTI+, contra la visibilidad lesbiana, contra las maricas, contra les trans y travestis.
La segunda marca de nacimiento fueron quienes hoy piden disculpas por las leyes y las acciones opresivas y discriminatorias. La policía ejecutando y avalando la violencia desde el Estado fue la batalla correcta e indefectible. Y esa batalla, es también aquí y ahora, y es alarmante.
El agente que detuvo y trato de “pibe” a Mariana Gómez por besarse con Rocío, su esposa, interpretó a la perfección el espíritu del “Protocolo General de Actuación de Registros Personales y Detención para Personas Pertenecientes al Colectivo L.G.B.T” dictado por el Ministerio de Seguridad de la Nación que, contrariamente a lo que dice en sus fundamentos, señala y apunta a la disidencia sexual y de género como un grupo “peligroso”.
La violencia institucional, salvo dignísimas excepciones como el fiscal Franco Picardi, sigue reproduciendo la persecución y el ataque a travestis y trans. Por eso a Mariana Gómez la justicia la acusa de tener una personalidad “violenta” que merece la punición. Y por lo mismo, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires defiende aquel accionar, en un proceso que lleva 20 meses y con una Jueza que suspendió el dictado de la sentencia para este viernes 28 a causa del “ruido de los bombos en la calle”.
Si la policía de Nueva York se disculpó fue porque hubo y hay orgullo y lucha. Y seguiremos marchando y haciendo todo el ruido que haga falta hasta que todes quienes deban hacerlo se disculpen, empezando por el policía que detuvo a Mariana, y la Justicia que encarceló a Higui, la que sigue sin llegar para travestis y trans y sobre todo, hasta que el Estado asuma su responsabilidad de garantizar una vida libre de violencias para todes, porque nunca debiera haber ocurrido.
* 100% Diversidad y Derechos.