El candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, le planteó ayer al enviado del FMI Alejandro Werner su preocupación porque el organismo internacional haya violado lo establecido en sus estatutos al darle créditos al gobierno de Mauricio Macri que terminaron financiando la salida de capitales. “Resulta alarmante que esa práctica con visos de ilegalidad respecto de las propias normas establecidas del FMI siga permitiéndose”, advirtió en el encuentro realizado en sus oficinas en un marco de –se preocupó de subrayar– “absoluto respeto”. Fernández detalló su total oposición al actual esquema económico que no cumplió ninguno de sus propósitos y advirtió a Werner la necesidad de seguir conversando “en pos de reformular los acuerdos vigentes para poner fin a la crisis” y “sin exigirle más esfuerzos a nuestro pueblo”. El enviado del Fondo también se reunió con el candidato de Consenso Federal, Roberto Lavagna (ver aparte). “A esta altura vinimos un poco a entender el programa que piensan poner en práctica”, explicó Werner.
Alberto Fernández y su equipo buscaron dejar en claro la inviabilidad del esquema en marcha, en el que así como ingresan los dólares vía Fondo luego se van del sistema. El candidato planteó que, como abogado, le costaba entender que el organismo hubiera actuado en evidente contradicción al artículo sexto de su convenio constitutivo que subraya que “ningún miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital”. “El préstamo otorgado por el FMI asciende a la suma de 57.000 millones de dólares. Esa suma representa más del 65 por ciento del total de su cartera de préstamos, constituyendo así un hecho inédito no sólo en la historia del FMI, sino a nivel global”, destacó.
Alejandro Werner nació en Córdoba pero hizo su carrera profesional en México y desde 2013 desempeña el cargo de director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional. Llegó al encuentro junto al representante del Fondo en Argentina, el jamaiquino Trevor Alleyne, con despacho en el Banco Central. Junto a Fernández se sentaron los integrantes de su equipo económico, Cecilia Todesca y Matías Kulfas, y el dirigente Santiago Cafiero. “Werner entendió bien lo que le he planteado: es argentino e hijo de argentinos”, sostuvo Fernández por la noche en una entrevista.
Desde ambas partes coincidieron en destacar el clima de cordialidad en el que se desarrolló el encuentro, que puede ser el primero de varios. “También buscábamos aclarar dudas sobre el programa actual”, declaró Werner a la salida en un castellano con acentos mezclados. Efectivamente, hacia el final del encuentro el enviado del Fondo, que mayormente se dedicó a escuchar, preguntó si Fernández coincidía acerca de los objetivos detallados en el acuerdo firmado entre el organismo y la administración Macri que plantea cuestiones generales como reducción de la inflación y de la deuda, equilibrio fiscal, crecimiento económico y reducción de la pobreza. Le respondieron que, obviamente, coincidían con esos objetivos pero que las consecuencias del esquema en marcha iban justamente en la dirección contraria.
“Ninguno de esos propósitos, que son compartidos, han sido logrados. La deuda pública se incrementó al igual que la inflación, el desempleo y la pobreza, mientras que el PIB ha caído el 5,8 por ciento al cabo del primer trimestre de este año. Es más que evidente cuan lejos está la Argentina de empezar a crecer si se sigue este camino”, explicó Alberto Fernández en un extenso comunicado. También indicó que le resultaba llamativa la complacencia del FMI ante los resultados tan malos de la gestión de Cambiemos.
Fernández y su equipo se quedaron con la impresión de que a los técnicos del Fondo no terminan de entender la particularidad argentina de la fuga de capitales y la costumbre nacional del bimonetarismo, la precaución de comprar dólares y sacarlos del sistema bancario. “Lo relacionan más con los capitales golondrina, que es un problema pero diferente”, explicaba uno de los participantes. Para hacerlos entender esta cuestión estructural que padece la economía argentina le mostraron los números con el detalle de la fuga: 100 mil millones de dólares durante los 12 años de gestiones kirchneristas y otros 70 mil millones en los apenas tres años y medio que lleva el macrismo. La fuga actual se financia con los dólares del Fondo.
“Semejante realidad, que desfinancia a la Argentina y abre paso a un juego perverso que permite que se constituya un valor artificial del dólar, choca claramente con lo establecido” en el convenio constitutivo del Fondo, sostuvo Fernández, recordando además que en lo que resta de gestión a Macri todavía le quedan por recibir otros 11 mil millones de dólares del organismo que, si algo no se modifica, seguirán el mismo destino.
En los años electorales, las misiones del Fondo agregan en sus visitas estos encuentros con los principales candidatos para ir sondeando el clima. No se dijo en forma expresa, pero quedó claro que este acuerdo fue el que el FMI firmó con Macri y que si asume un gobierno del Frente de Todos a partir del 10 de diciembre deberán renegociarlo. “Se mostraron bastante receptivos”, aseguraron los economistas de Fernández. Un punto clave fue el de la inflación que, es notorio, sigue alta. No fue necesario entrar en detalles porque la propia directora del FMI, Christine Lagarde, ya reconoció que fue un problema que subestimó. Igual, en el Frente de Todos están lejos de imaginar un camino de rosas. “Cualquier argentino sabe lo que significa un acuerdo con el Fondo Monetario”, decían.
“El programa económico vigente no es nuestro programa. Compromete a nuestro país muy por encima de sus propias posibilidades. Argentina vive desde hace tiempo en un default encubierto que no asoma solo por la ‘asistencia’ del FMI en favor de la continuidad de políticas muy nocivas para el desarrollo argentino. A nuestro juicio, el endeudamiento y su repago siempre deben guardar una lógica correlación con el crecimiento fruto de la producción y el empleo. Ese es, sin dudas, nuestro principal objetivo. Buscamos estabilizar la economía para poder crecer como condición necesaria para pagar nuestras deudas”, expresó Alberto Fernández, en un adelanto de los argumentos que se expondrían en caso de iniciar una renegociación.
La advertencia es que los próximos gobiernos deberán afrontar pagos por 150 mil millones de dólares en una situación de extrema debilidad, con las reservas exprimidas, sin acceso a los mercados, con tasas de interés altísimas. Por eso la prioridad, insistió, será encontrar un camino adecuado “que nos permita superar esta realidad sin exigirle nuevos y mayores esfuerzos a los sectores más débiles de nuestra sociedad”.