El encuentro de Donald Trump y Vladimir Putin en Osaka mostró otro asombroso momento de amistad. El norteamericano abrió el encuentro alabando al ruso y definiendo su relación como "muy, muy buena", con Putin respondiendo con más moderación que las cosas estaban bien entre ambos países y se podía negociar la agenda pendiente. Fue entonces que un periodista le preguntó a Trump, a los gritos, si le iba a pedir a Rusia que no volviera a tratar de hackear las elecciones en Estados Unidos. Trump sonrió y contestó, "por supuesto que voy a pedirles". Y entonces se volvió a mirar a Putin y con una sonrisa le dijo; "Presidente, no interfieran en nuestras elecciones".
El ruso lo miró impasible hasta que le tradujeron la frase. Entonces le contestó con una amplia sonrisa.
El norteamericano sonrió más, señaló a otro funcionario ruso y con tono de broma le repitió la frase: "no interfieran en nuestras elecciones".
La prensa norteamericana subrayó el contraste entre las duras críticas de Trump a Alemania y Japón por los presupuestos de defensa, y a India por sus tarifas, y su completa falta de aristas hacia los rusos. La parte pública de la reunión entre los presidentes arrancó con un cálido apretón de manos y siguió con los dos sentados, con toda la actitud de viejos amigos que conversan. Horas antes de llegar a Osaka, Putin había dado un reportaje donde saludaba la nueva ola nacionalista en varios países del mundo. Según el ruso, la democracia tradicional "ya es obsoleta". Putin no repitió esta frase en su encuentro con la prensa junto a Trump, pero sonrió cuando el norteamericano empezó a criticar las fake news. Trump hasta le preguntó a Putin si tenía el mismo problema, y el ruso le contestó que todavía sí, pero que lo estaba solucionando…
Los contrastes de este G20 ya son, gracias a Trump, de lo más notable. Por ejemplo, la británica Theresa May fue durísima con Putin, pese a que en cosa de días va a dejar de ser primera ministra de Gran Bretaña. El cruce entre el ruso y la británica fue gélido, después que May criticara a Moscú por envenenar a un espía desertor en suelo británico, lo que May calificó como "un acto realmente despreciable. Los mandatarios ni se dieron la mano. Por su parte, Trump cambió completamente de tono cuando se vio cara a cara con el primer ministro de India Narendra Modi. Camino a Japón, el americano había criticado la política de barreras arancelarias de India, que recientemente subió las tarifas de importación de productos norteamericanos. Al parecer, no sabía que Nueva Delhi había tomado esa medida luego que él mismo había puesto tarifas especiales al acero indio. Cuando lo tuvo enfrente, Trump felicitó a Modi por su reciente reelección y le echó flores diciendo que la relación bilateral nunca fue mejor ni más cercana. El indio fue más serio y comunicó que habían hablado de defensa, comercio y la futura red de comunicaciones 5G.
Al otro país que insultó antes de llegar, por twitter, fue al anfitrión, Japón. Trump volvió a su obsesión con los presupuestos de defensa mutua, algo que lo hace maltratar a los aliados europeos todo el tiempo. En este caso, el nivel de ignorancia que exhibió sobre los tratados bilaterales con Japón fue absoluta. Después de rendirse ante los aliados en 1945, Japón fue reformado de acuerdo a las ideas de sus ocupantes. Estados Unidos decidió dejar al emperador en su lugar, pero disolvió oficialmente el Imperio Japonés, con lo que Japón es simplemente Japón, ni reino, ni imperio, ni república. Otra medida, incluida en la constitución dictada por Washington y reformada en 1951, es que los japoneses sólo pueden tener una fuerza de autodefensa que tiene prohibido salir del país. La prohibición, de rango constitucional, es tan fuerte que el país tuvo que reformar su ley fundamental en los años noventa para poder mandar efectivos a los operativos de paz de las Naciones Unidas. Literalmente, los militares no podían salir de Japón si vestían uniforme.
Inocente de estos detalles impuestos por su propio país, Trump criticó una situación en la que si Japón fuera atacado Estados Unidos iría a defenderlo, pero no al revés. De hecho, el status quo actual fue instalado por Estados Unidos para tener bases en territorio japonés y así controlar el Pacífico y frenar a la Unión Soviética. Japón fue la gran base americana en las guerras de Corea y de Vietnam, y sigue siendo el centro estratégico naval contra China.
Pero los japoneses ya saben cómo calmar al errático socio norteamericano. El gobierno de Shinzo Abe pagó un gran aviso en inglés en varios diarios con un mapa de Estados Unidos mostrando dónde "Japón hizo CINCO grandes inversiones en APENAS UN MES", usando las mayúsculas que Trump siempre usa en sus twits. Estas inversiones no son grandes, pero muestran que Abe entendió que la manera de poner contento a Trump es mostrarle que uno está poniendo plata en su país. Funcionó: cuando se encontraron, el americano le agradeció por mandar capitales y por "construir esas magníficas plantas automotrices".