Wuilker Faríñez tiene solo 21 años, ataja en Millonarios de Colombia y es pretendido por el Barcelona que lo quiere como segundo arquero. Es una de las estrellas de la selección venezolana, uno de los de más futuro. Es muy bueno en los tres palos y también anticipando. Se atajó todo en los partidos contra Perú y Brasil, y venía candidateado para arquero del equipo ideal de la Copa América. Fue -sin quererlo, claro- una figura clave de la victoria que significó la clasificación de Argentina para una de la semifinales del campeonato. En el tramo final del segundo tiempo, cuando su equipo se arrimaba peligrosamente al empate y Argentina se derretía de miedo, puso manos de manteca a un tiro débil de Agüero e hizo que la cuestión quedara liquidada.
A la hora de encontrar explicaciones a la victoria argentina Faríñez compite con Lautaro Martínez, que fue de lo mejorcito, con el despliegue de varios jugadores y con algunos que, como Armani, resultaron importantes en jugadas puntuales.
Argentina logró la clasificación para la semifinales, a pesar de algunas notables ausencias, como las de Messi que una vez más aportó mucho menos de lo que puede y de lo que de él se espera. Un gran pase a Acuña, otro a Agüero y un par de salidas limpias significan una modesta contribución para el equipo. No acierta con los tiros libres, pierde muchas pelotas en el mano a mano y de a ratos desaparece. Si cada vez que cante el himno va a jugar así, mejor que no lo cante más y que vuelva a ser el Messi que conocemos.
La clasificación no llegó de taquito, aunque el gol de Lautaro Martímez se haya dado por esa vía. Fue sufrida, difícil, un poco porque el rival también juega y otro poco porque cuando la Selección tiene que jugar no lo hace. Se supone que el gol tempranero tenía que darle tranquilidad, se supone que Argentina tiene más recursos técnicos para manejar la pelota tanto para buscar espacios ofensivos como para defender.
Pero si el miedo a jugar, que es una consecuencia del miedo a perder, lo lleva a retrasarse cada vez más y a ceder el balón al adversario, todos los partidos se complican. No hubiera dado garantías que mantuviera la postura de los primeros diez minutos de cada etapa, nadie puede asegurar que cambiando golpe por golpe terminaría imponiéndose con facilidad, pero la imagen hubiera sido otra.
El mensaje que da el técnico tampoco ayuda. Saca a Martínez para poner a Di María, pero la realidad es que ya antes de eso los propios jugadores empezaban a recular y a ponerle fichas a las manos de Armani.
La Selección argentina recibió muchas ayudas en este torneo (el VAR contra Paraguay, un defensor qatarí en el tercer partido, el arquero venezolano en este de cuartos de final) y llegó a la última semana. Zafó del papelón de irse temprano a casa. Pero ¿podrá aspirar a algo más sin Messi y jugando así?