Un ruidito molesto, intermitente, difícil de distinguir al comienzo pero fácilmente reconocible a los pocos segundos: eso es lo que se percibe de fondo ni bien levanta el teléfono Sam France, el verborrágico y frontal cantante de Foxygen que atiende desde su casa la llamada que su discográfica le agendó para promocionar Seeing Other People (algo así como “Viéndome con otra gente”), el nuevo álbum de la banda. Siempre impredecibles, mutantes psicodélicos que vienen haciendo de las suyas desde el sorprendente disco debut que grabaron en 2005, en esta ocasión France y su compañero de crímenes Jonathan Rado sorprendieron con un conjunto accesible de canciones inspiradas en el pop-rock de los ochenta. “Una obra maestra de yuppie-pop pulido, algo así como John Mellencamp producido por Kanye West”, escribió el cantante con su habitual falta de falsa modestia en una carta que publicó en sus redes sociales. Allí también afirma que Seeing Other People es un disco despedida, pero no despedida de la banda sino de “las fiestas, mis veinte, mi cuerpo de modelo de Saint Laurent, los ataques de ansiedad y maltratarme porque no entro en unos pantalones de cuero”. Una especie de salto imaginario de los excesos de los veintipico a la supuesta moderación de los treintaipico: “Pop Adulto Contemporáneo”, lo llama France, pero más que definición suena como expresión de deseo cuando consideramos que viene de parte de alguien que en apenas cinco años vivió como en montaña rusa todos los clichés del viejo y maltratado rock and roll.

ODIO Y TALENTO

Pasados los primeros instantes de la charla, aquel ruidito del comienzo se revela como el inconfundible click de un mouse. Le preguntamos a France qué hace y cuenta que está sentado frente a su computadora, abriendo los archivos de un disco solista que en estos días está terminando de grabar. “Todavía no sé cómo lo voy a publicar”, confiesa, y era de esperar: siempre al borde de un merecido éxito que por alguna razón nunca llega, los Foxygen ahora están en guerra fría con su sello, Jagjaguwar, tanto que les informaron que no van a dar ni un solo show para promocionar su nuevo trabajo: “El día en que no tenga que salir de gira para mantener una compañía a flote lo haré”, suelta el cantante. “Cuando sos joven y la gente empieza a hablar de tu banda como ‘la nueva gran cosa’, muchas veces no te das cuenta de que mientras el negocio marcha muy bien vos seguís tan pobre como siempre. Así que decidí tomarme un tiempo para pensar en cómo continuar con todo esto, porque no estoy contento con la cantidad de plata que hicimos con Foxygen. Encima nuestro contador nos estafó y no pagó impuestos durante dos años. Tenemos una deuda gigante, si saliéramos de gira sería básicamente para pagar esa deuda, y ya estoy tan quemado por todo que avisé que vamos a dar un paso atrás para sentarnos tranquilos y ver cómo podemos seguir”. 

La noticia debe haberle caído como un baldazo de agua fría a la compañía, sobre todo porque Seeing Other People es por mucho el disco más accesible de la banda hasta la fecha. “Sí, es un disco deliberadamente accesible”, reconoce France. “Cuando lo empecé quería que fuera realmente exitoso, quería que fuera el álbum que finalmente nos metiera en el mainstream, pero a mitad de camino me harté y decidí esto de no salir de gira. Igual siempre estoy intentando hacer un disco que sea accesible. Cada nuevo disco que sacamos es mi idea de lo que será accesible, pero nunca resulta”. 

Le preguntamos por qué cree que no resulta: “El arte verdadero no vende”, responde sin vueltas. Y agrega: “Es como si la música debiera no tener una personalidad fuerte para resultar atractiva, y la personalidad de nuestra música es muy fuerte. Eso confunde y enoja a la gente”. ¿A qué aspectos de esa personalidad se refiere? “Al talento”, responde. Hace un silencio y continúa: “No estoy del todo seguro de lo que voy a decir ahora, pero creo que mucha gente me odia, que muchos norteamericanos ven en mí algo que no les gusta. Quizás sientan que represento ciertos privilegios, o… no sé, capaz piensan que no me tomo esto demasiado en serio. Me parece que no notan que es algo nuevo y diferente, que hay algo verdaderamente artístico en lo que hacemos. No se dan cuenta de que interpreto personajes. O quizás sí se den cuenta y les importa un carajo, la verdad que no sé. Veo mucho desprecio hacia mí, pero no estoy seguro de por qué”.

EXPLOSIÓN JURÁSICA 

La historia de Foxygen comenzó en 2001, cuando France y Rado se conocieron en la escuela primaria: “Estábamos en sexto grado, tendríamos once o doce años”, recuerda France. “Rado solía grabar sus propios discos en CD y después dibujaba pósters para promocionarlos y los pegaba en las paredes del aula. Hacía cosas geniales ya desde muy chico, algún día le van a reconocer el trabajo revolucionario que viene haciendo como productor pop desde hace años. Así que bueno, nos conocimos ahí, al poco tiempo nos hicimos amigos y enseguida empezamos a hacer canciones juntos”. Fue por entonces cuando, con apenas quince años de edad, el dúo dio forma a The Jurassic Explosion Phillipic, un fantástico disco de psicodelia de dormitorio inspirado por The Brian Jonestown Massacre que subieron a sus cuentas de Facebook y Twitter (hoy se encuentra en YouTube). Luego de tocar mayormente en fiestas del colegio, tres años más tarde se contactó con ellos la gente de Jagjaguwar    –hogar de artistas como Sharon Van Etten, Bon Iver o Unknown Mortal Orchestra– y en 2012 lanzaron el magnífico Take the Kids Off Broadway, pero no fue sino hasta el año siguiente que comenzaron a llamar la atención con el que al día de hoy muchos consideran su obra maestra: We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic, un rompecabezas de guiños explícitos con piezas que van de Dylan a los Stones, Suicide, T-Rex, Shuggie Otis o Elvis Presley, todo un festín esquizofrénico de referencias imposibles de googlear, un robo encantador a cuatro manos que hizo de su música un pastiche tan delirante como irresistible. 

La crítica comenzó a tratarlos como sus nuevos niños mimados y ellos respondieron haciendo del capricho su ley: tras el aroma a casi éxito de We are the 21st..., en lugar de capitalizar los halagos recogidos tras ese disco decidieron lanzarse con una obra conceptual azarosa e inabarcable a primera escucha, ...And Star Power (2014), un álbum doble donde cruzan temas terminados con demos y otros sin terminar, oro y barro mezclado en un mismo pozo creativo. Y para dejar en claro sus pocas ganas de sonar a tono con las escenas del momento, tres años más tarde se despacharon con Hang (2017), un disco elaborado a partir de una instrumentación orquestal barroca sugerida por Steve Drozd, cerebro musical de los Flaming Lips: “Con Trump la gente va a intentar escapar de la realidad así que este es el sonido que se viene, musicales de fantasía”, dijo en aquel momento France. Es por eso que sorprende (y no) la simpleza a tono con la moda ochentera que traen con Seeing Other People, aunque para distorsionar esa sencillez acompañaron el lanzamiento del disco con el slogan “Foxygen: Más que una banda”, resaltando de esa manera la cualidad de proyecto artístico de lo que hacen: “Somos un experimento de arte moderno, cortamos en pedazos la cultura pop y la revoleamos en la pegajosa red de los sabelotodo”, define con precisión surrealista el cantante, quien desde que la banda comenzó a ser reconocida entró en un espiral de excesos y peleas sin importarle dónde, como cuando le pidieron que se disculpara públicamente porque, en la presentación de la banda durante un festival organizado por el sitio Pitchfork, mandó a la mierda varias veces durante el mismo show a un espectador que al comienzo le había gritado “laburá y no te quejes” luego de que él avisara que su voz no estaba en su mejor día.

SIN DISIMULAR

En YouTube hay un show viejo de la banda que se encuentra como “Foxygen - Full Concert - Stage On Sixth - 03/3/13 (OFFICIAL)” y ayuda a entender un poco mejor de qué va todo esto. Sucio y desprolijo, caprichoso y narcisista, pasado de vueltas y en gracia, France (quien luce como una especie de Jim Morrison más flaco y desgarbado) por momentos canta mal a propósito o teatraliza de manera exagerada su pop garagero de colección, todo entre impostaciones de Jagger, Dylan, Lux Interior o Nick Cave, gestos teatrales desprendidos de su admirable versatilidad vocal que a esta altura son parte vital su música: “A veces las improviso y otras veo videos para prepararlas”, cuenta. Quizás el ejemplo más claro en este sentido sea el tema “On Blue Mountain” (del disco We are the 21st...), una letanía con aires gospel y estribillo basado en reescrituras nada disimuladas de “Under my Thumb” de los Stones, “Suspicious Minds” de Elvis y algo de los fraseos vocales del Prince de “Purple Rain”. ¿Nunca tuvieron problemas legales con ese tipo de referencias? “Bueno, justo en este nuevo disco tuvimos problemas por primera vez con eso”, confiesa France. “Fue con el tema ‘The Thing Is’. La progresión original de acordes era exactamente igual a un tema de Springsteen. Nuestros managers lo notaron y nos dijeron: ‘Ya saben que es igual a ‘Glory Days’, ¿no?’, así que nos contactamos con la gente de Bruce para ver si podíamos incluirlo en los créditos, pero respondieron algo así como ‘Absolutamente no’. Entonces regrabamos el riff y ahora suena a Springsteen pero no exactamente igual a él. Fue la primera vez que tuvimos que hacer eso, con Elvis y los demás hasta ahora zafamos”.

Como buenos melómanos que son, para Seeing Other People se dieron el gusto de invitar a Jim Keltner, mítico baterista que a lo largo de su trayectoria prestó servicios a la Plastic Ono Band, los Travelling Wilburys, tocó con Harrison en el Concierto para Bangladesh y grabó con Ringo, McCartney, Elvis Costello y Bill Frisell, entre muchos otros. “Sigue trabajando, va a donde lo llamen. Estoy seguro de que no tenía idea de quiénes éramos, pero terminó amando el disco”, cuenta France cuando le preguntamos cómo llegaron a Keltner. Una vez adentro le propusieron no solamente sentarse al frente de su batería sino también improvisar con juguetes y demás objetos que encontraban en el estudio: él siempre se prestó al juego y, de tanto en tanto, contaba alguna anécdota de las grabaciones míticas en las que participó: “Me acuerdo sobre todo de la manera en que hablaba de Lennon y Ono”, recuerda France. “Decía cosas tipo ‘John y Yoko man, qué buena onda eran, los mejores, estaban los dos en su mejor momento y así y todo fueron siempre tan amables conmigo... Excelentes personas’”.    

Hay que tomar entre pinzas toda esa historia de tomarse un tiempo que Sam contaba al comienzo de la charla. Además del disco solista que está terminando de grabar (y de un documental en el que registra ese proceso de creación), el cantante acaba de escribir una autobiografía que por ahora llevará como nombre Sam Francisco: Confesiones de una estrella de rock. “Ya la terminé, ahora hay que editarla”, apunta. “Básicamente es un libro de esos donde se cuenta todo: incidentes, drogas, drama, todo. Creo que va a ser útil para los jóvenes que se están metiendo en la industria, un buen libro acerca de cómo estar en el negocio. Porque tampoco es que no vendemos discos, nos fue bastante bien. Pero en todo lo que respecta a meterse de lleno en la maquinaria y ser la banda de moda, al parecer solo tenés unas pocas opciones: o escribís un disco acerca del calentamiento global o hacés parecer que estás diciendo algo muy serio sin decir absolutamente nada. Y en las entrevistas tenés que mostrarte como que estás medio dormido. Tenés que aparentar algo pero a la vez ser un buen chico que no incomoda a nadie en los festivales, porque no querés que después no te inviten. Pero todo eso se va a acabar... Se va a terminar pronto”. Los clicks dejaron de sonar hace rato. Hace una pausa como para bajar, y concluye: “En el futuro vamos a mirar atrás y toda esta escena actual nos va a dar risa, pero la verdad es que ahora aburre. Ya salió demasiado arte malo de todo eso”.