"Cuando empezamos, en el '97, era una época difícil, donde no había ninguna chance de exhibir documentales por ningún lado porque no era rentable para las instituciones (risas) ni para el poder de la época. Entonces lo hicimos por la nuestra, desde la Escuela de Cine de Avellaneda, con un grupo de docentes convocando alumnos", recuerda el documentalista Miguel Mirra. La experiencia fue un éxito. Había nacido el Festival Nacional de Cine y Video Documental, cuya edición número 20 se celebrará en Rosario a partir de mañana, con una agenda de actividades que llega al día viernes (ver recuadro).

A través de la organización conjunta entre el Movimiento de Documentalistas, la CTA Autónoma Provincia de Santa Fe, y con el apoyo de la Cámara de Diputados -gracias a la gestión de Carlos del Frade-, el Festival vuelve a la ciudad -su anterior edición en Rosario fue en 2012-, tras un itinerario que ha involucrado localidades como Córdoba, Jujuy, Comodoro Rivadavia, Mendoza, Concepción del Uruguay, entre otras.

De aquella primera edición, su fundador y actual director, Miguel Mirra, recuerda que "queríamos que los documentales se vieran porque veíamos que allí aparecían algunos elementos que preanunciaban que la situación estaba dando para mal. Por otro lado, vimos que en las provincias se estaba generando una cantidad importante de documentales, todos artesanales. Inclusive gente que hacía sociales, cumpleaños, que movidos por la situación salían y registraban las marchas. Recuerdo que nos llegó un material de Cutral Có en esa época. Ese primer festival fue un éxito absoluto, se hizo en el teatro Roma, un teatro histórico de Avellaneda. Estuvo lleno todo el tiempo, con charlas y las presencias de los más importantes referentes de la época como Octavio Getino, Pino Solanas, Carlos Vallina. Nos dimos cuenta de que era necesario, imprescindible, que los documentales tuvieran un espacio propio independientemente de los vaivenes, porque lo social siempre necesita un canal de expresión. Hay una serie de temas a los que en general el sistema comercial no da cabida, y aún en muchas épocas como ésta, en donde el sistema de exhibición estatal tampoco, como pasa ahora en el Gaumont. Entonces, ese espíritu se mantuvo con vaivenes, entre idas y venidas. La idea de volver a Rosario fue también porque la vez que estuvimos acá fue un éxito total".

"Hay temas que el sistema comercial y estatal ignoran", dice el documentalista Miguel Mirra, presente en el Festival.

-¿Hay una respuesta documental al momento y contexto actual?

-Siempre existió y hoy también. Siempre hay carencias, algunas veces pocas y otras muchísimas, como ahora. Pero el documental está siempre presente. Como ejemplo está la programación de esta edición, en donde hay una respuesta a todos los niveles, no solamente a nivel político, sino a nivel cultural, social, de las luchas ambientales, territoriales, de derechos humanos. El documental siempre da respuesta. A veces más necesariamente, digamos, con situaciones que lo hacen imprescindible. Hay una cantidad importantísima de documentales hechos y producidos de diferentes maneras, con diferentes estéticas y abordajes. Y en nuestro festival tienen cabida todos. Desde los lugares de poder más recónditos no hacen documentales, así que es sencilla la selección (risas). Parafraseando a una mujer, "donde existe una necesidad, nace un derecho". Si tenemos que luchar ese derecho de manera independiente, artesanal, con carbón y tiza, lo hacemos. Así sostuvimos al festival.

-Puesto que se proyectará su película Tato Pavlovsky, Resistir Cholo, ¿qué mirada le permitió, sobre Pavlovsky, la realización de este trabajo?

-Lo que descubrí es que lo tenía como un tipo de izquierda, comprometido, ubicado dentro del contexto político y el imaginario contestatario. Al indagar y hablar con su compañera, Susana Evans, y con Eduardo Misch, que fue su asistente, empecé a descubrir un Pavlovsky revolucionario en el teatro, no solamente en el discurso. Es en la concepción del teatro donde más valor tiene Pavlovsky, al subvertir los valores de la cultura dominante. En su teatro hay una cosa universalmente subversiva, así que en el trabajo de investigación reorienté la idea inicial o hipótesis, y estuve más orientado a develar a ese Pavlovsky profundamente artista y revolucionario.