Desde Santa Fe

Jorge Giorgetti porta en su cuerpo la memoria del terrorismo de estado. Es testigo sobreviviente de la masacre de Ituzaingó y Las Heras. No sólo él, sino también su esposa Dora y su hijo Matías, que tenía ocho meses cuando los tres salieron vivos de un ataque masivo del Ejército y la Policía al edificio donde vivían, que dejó en ruinas dos departamentos del primer piso y cinco muertos, el 19 de enero de 1977. "Una cosa dantesca", la describió en noviembre de 2015 en su primer relato ante Tribunal Oral de Santa Fe en el juicio a los jefes de la fuerza de tareas. Aquella sentencia de junio de 2016, desmontó la propaganda de la dictadura que encubrió los crímenes bajo la máscara del "enfrentamiento" y extendió la "versión oficial" por 40 años. Esta semana, Giorgetti volvió a testimoniar ante el mismo Tribunal -integrado por otros jueces- en un segundo juicio, ahora a los autores materiales: los diez imputados por los "homicidios", entre ellos tres militares: el coronel Ramón Recio que sigue el debate por TV desde la prisión de Campo de Mayo, el sargento Jorge Balla, el cabo Luis Alfredo Gómez, y siete policías, que tampoco están en la sala de audiencias, sino que esperan en el subsuelo.

El Tribunal juzga los asesinatos de cuatro militantes montoneros: Jorge Piotti y su esposa, Ileana Gómez y los compañeros de ambos, Carlos Mario Frigerio y Osvaldo Pascual Ziccardi. El fiscal Martín Suárez Faisal los calificó como "homicidios doblemente agravados" porque fueron "cometidos con alevosía" y "con el concurso premeditado dos o más personas". La quinta víctima fue la docente Elina Carlen, quien  vivía con su hija Graciela, también testigo directo de los hechos.

Giorgetti dijo que al primer disparo escuchó un grito, de esos que no se olvidan, en el primer piso. Cree que era el de Graciela Carlen

Los Piotti ocupaban el departamento del primer piso (1º D), junto con sus hijos Mariano de un año y Jorge de un mes, que "sobrevivieron por milagro". La familia Carlen el que está enfrente (1º C). Y los Giorgetti en el piso tercero, el 3º H. En el verano del '77, Giorgetti ya era contador público, docente universitario y arrancaba su trayectoria política en el peronismo que es conocida, fue legislador provincial y diputado nacional.   

Un testigo sobreviviente no es cualquier testigo. "Es muy importante", dijo la abogada querellante Lucila Puyol del equipo jurídico de Hijos, al explicar que es un "testimonio directo de los hechos". Giorgetti y Graciela Carlen lo son. Graciela porque quedó en shock -y así lo dijo en el juicio en 2015- cuando su madre intentó cerrar la ventana del este y un proyectil le destrozó el cuello. Cayó sobre el sofá. Y ahí la vio después Giorgetti cuando pudo bajar con Matías en brazo y Dora en llanto, después de tres horas de tiroteos y bombas.

Giorgetti dijo que al primer disparo escuchó un grito, de esos que no se olvidan, en el primer piso. Cree que era el de Graciela Carlen, cuando su madre cayó herida de muerte. Después, siguió el tiroteo, se asomó a la ventana del oeste y vio enfrente un francotirador que ametrallaba los balcones del edificio. El, Dora y Matías se refugiaron en la cocina, debajo de la mesa y de un colchón.

En el medio del ataque escuchó corridas y voces por la escalera. Cree que Piotti y sus compañeros intentaron escapar por la terraza, pero no pudieron por que el edificio ya estaba copado. Escuchó otro grito que tampoco puede olvidar, también en el primer piso.

-¡Matáme, hijo de puta, matáme! -gritó uno.

Siguió un disparo y el silencio. "Al que mataron en la escalera, puede ser que estuviera herido", reflexionó ante los jueces. Giorgetti tuvo que esquivar ese cuerpo que tenía un disparo en la cabeza. Llevaba alzado a Matías y a Dora en shock. En el testimonio de 2015, lo reconoció como Ziccardi. Adentro del departamento de los Piotti había otro militante destrozado, que era Frigerio y en el de frente, que "tenía la puerta abierta, estaba la señora de Carlen, muerta sobre un sillón", dijo. La sangre derramada en el palier aún se descubre por una mancha de 42 años.  

Eduardo Seval
Así está hoy el edificio atacado en 1977.

Otro testigo que declaró en el juicio, Oscar Ramayo, vio como Piotti salió del edificio, avanzó unos 70 metros hacia el oeste y cayó acribillado sobre calle Ituzaingó. Y su compañera, Ileana Gómez, también cruzó la calle y la ejecutaron detrás del auto de Giorgetti, un Fiat 128 familiar, que tenía tres balazos.

Puyol le preguntó a Giorgetti por su esposa. Matías escuchaba el testimonio de su padre en una sala de audiencias impactada por el silencio. "Dora tenía 26 años en esa época", le contestó. "Ella nunca quiere hablar de este tema. Tiene un bloqueo, sufrió tanto que nunca hablamos de esto. No hay diálogo". Desde la psicología dicen que las palabras no alcanzan para nombrar lo inenarrable.

-¿Que cree que pasó con los hijos de Piotti?  -volvió a preguntar Puyol.

-Es extraño. No sé si es una deducción, pero estoy convencido que los envolvieron en una manta y los escondieron en el placard de Carlen. No sé si alguien me lo contó. Si hubieran estado en el departamento de Piotti no salían vivos porque en ese lugar no quedó nada -cerró Giorgetti.