Omar Perotti es conocido por sus dotes de equilibrista, que a lo largo de tres décadas le han permitido conseguir cada objetivo que se propuso en la política. Partiendo de ese reconocimiento, es poco probable que pierda la forma o ceda frente a un escenario de urgencias que él no tiene, tensiones internas del peronismo o sencillamente la inercia postelectoral. Si bien Miguel Lifschitz tiene por delante más de 5 meses de mandato, se podría decir que su gobierno virtualmente ha terminado, y que de aquí en más cada cosa que aparezca en el horizonte santafesino requerirá de la opinión del gobernador electo, situación que no puede eludir Perotti, pero que sí puede mantener dentro de un discreto silencio. Está claro que cuestiones como el Presupuesto 2020 o lo cambios estacionales en la cúpula policial, como la cobertura de alguna vacante en la administración deberán ser consensuadas entre los gobernadores, el saliente y el entratante. Pero lo que el rafaelino no está dispuesto a asumir -y con razón- son los "costos" de esas determinaciones que tendrán efecto sobre su gestión, pero que no figurarán en la "estadística" en otro lugar que no sea el último semestre del Frente Progresista en la Casa Gris.  Las reuniones de las que tanto se habló entre los "equipos de transición" no se han concretado, y ni siquiera existe tal equipo.  Sí en cambio un grupo de dirigentes que formará parte del futuro gobierno, más otros como Roberto Mirabella -que asumirá en la banca que dejará Perotti en el Senado de la Nación--  y algunos ex funcionarios del último gobierno peronista de Jorge Obeid que aportarán su experiencia.  Eso no significa necesariamente que esos hombres aparezcan luego en el staff ministerial, o que mantengan esa cercanía que hoy aparentan con el futuro habitante de la Casa Gris.

Perotti habla con Lifschitz más de lo que se conoce a través de los medios. No sólo por el rol de ambos en la actualidad, sino de cara al futuro, cuando el nuevo gobierno tenga que dialogar con la oposición, que en un principio liderará Lifschitz , que aún quedando en la historia como "el socialista que le puso la banda a un peronista", se recorta como el único que quedó en pie después de las elecciones en Santa Fe. Tanto es así, que ya reunió a los 27 diputados electos junto a él, en una cena en Santa Fe, y habia programado otra en Rosario para pasado mañana con los Intendentes electos del Frente Progresista, que debió reprogramar porque ese dia Pablo Javkin tiene un compromiso en Buenos Aires, y lógicamente su ausencia sería más relevante que la presencia de todos los demás.

En los dialogos informales entre Perotti y Lifschitz quedó claro que más allá de lo que parezca o se diga a traves de la prensa o las redes, no hay apuro.

El primer "mojón" en la ruta al cambio de gestión será el 11 de agosto, cuando ocurran las PASO nacionales en las que Perotti inequívocamente apoya a "les Fernandez" y Lifschitz a Roberto Lavagna y Juan Urtubey.  En realidad al rafelino le interesa más la performance de la dupla Mauricio Macri- Miguel Pichetto, sobre todo desde que su antiguo compañero de bancada se pasó al enemigo.

Los números de las PASO tendrán rebote en Santa Fe, en otros números. El presupuesto 2020,  se conezará a analizar entre ese resultado y la primera vuelta del 23 de octubre, y su tratamiento definitivo será después de saber quién será el Presidente. Aunque se pretenda minimizar esta situación, será de gran importancia para el funcionamiento y estructura de la nueva gestión de Santa Fe.

Lo demás, y en cuanto a nombres, a cinco largos meses de la jura de Ministros y demás colaboradores, los nombres que ya circulan tienen más chance de ir a la "picadora o al incinerador"  --como dijo un viejo dirigente del PJ-que ponerse el traje el 10 de diciembre. "El que conoce un poco a Perotti sabe que nada que no salga de su boca tiene su aval en estos casos", y agrega este cronista: es muy difícil que Perotti confirme  a su gabinete antes de saber quien será el próximo Presidente. Sobre todo porque no hay necesidad, y porque salvo algún hecho imprevisto y de alto impacto modifique un escenario que -más allá de chicanas o sobreactuaciones- luce ordenado y conversado entre quienes tienen que manternerlo de ese modo. Al punto que consutados recurrentemente por "la transición", a casi medio año vista la respuesta es "¿qué transición"?