La escuela secundaria George Washington de la muy progresista ciudad de San Francisco acaba de votar gastar una pequeña fortuna, 600.000 dólares, para destruir una de las grandes obras de arte público de Estados Unidos. Es una serie de trece murales que cubren 150 metros cuadrados en las áreas de circulación y cuentan la historia del padre de la patria desde una perspectiva poco común. Es que el autor de los murales, Victor Arnautoff, era un comunista ruso que había emigrado a Estados Unidos y que en los años treinta pintó mucho arte público para la Administración de Trabajos del gobierno, un inolvidable invento de Franklin Roosevelt para darle trabajo a artistas desempleados por la Gran Depresión. En los murales de Arnautoff, Washington le da órdenes a sus esclavos, los exploradores matan indios y el prócer aparece rodeado de sirvientes.
La escuela quiere borrar los murales no porque defienda la idea de un prócer impoluto sino porque “la presentación de minorías sólo como víctimas es una agresión a parte de nuestro alumnado”. Los administradores del colegio votaron unánimemente destruir las pinturas para poder darle a sus alumnos “un ambiente seguro”. Y hasta se negaron a taparlos con, por ejemplo, cortinados, ya que eso permitiría “que en el futuro se volvieran a exhibir”. Hasta votaron gastar buena parte de los escasos fondos de la escuela para arrasar las pinturas con lija y pintura blanca.
La idea fue atacada desde varios ángulos, por artistas y por muchos padres que observan que este caso de censura parte de una idea exagerada de cómo y hasta dónde hay que proteger a los chicos. Y los alumnos tampoco están de acuerdo: apenas un uno por ciento dijo estar de acuerdo con destruir los magníficos murales que hace más de ochenta años cubren su escuela.