Los líderes de la Unión Europea (UE) retomaron ayer su cuarta discusión sobre el reparto de altos cargos del bloque sin una hoja de ruta clara, tras fracasar una propuesta de compromiso, augurando una maratónica noche de tensas negociaciones en Bruselas. Las esperanzas estaban puestas horas antes en el llamado “acuerdo de Osaka”, alcanzado en la ciudad japonesa entre los líderes de Francia, Alemania, Países Bajos y España y que cedía la presidencia de la Comisión al candidato socialdemócrata, el holandés Frans Timmermans.
Pero los mandatarios del Partido Popular Europeo (PPE, derecha), primera fuerza en los pasados comicios a la Eurocámara, rechazaron antes de la cumbre el pacto, enfrentados especialmente con los liberales por la presidencia de la Consejo Europeo, cenáculo de los mandatarios. “Como PPE, no hemos aprobado el paquete que se negoció en Osaka”, aseguró a su llegada a la cumbre el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, asegurando que la mayoría de mandatarios de esta familia abogan por no dejar caer a su candidato a la Comisión, Manfred Weber, “tan fácilmente”.
La incertidumbre abierta con el rechazo al compromiso se reflejó en el inicio de la cumbre, que se demoró casi tres y media, precedida de múltiples contactos entre mandatarios y entre familias políticas para allanar el camino hacia un acuerdo en la noche.
Sin embargo, no parece fácil. “Vista la forma en que se presentan las cosas, no serán conversaciones muy fáciles, por decirlo suavemente”, dijo la alemana Angela Merkel, que enfrenta la presión dentro de su propia familia del PPE por el “acuerdo de Osaka”.
Cuando el PPE aparece dividido sobre apoyar a Timmermans, España, con el socialdemócrata Pedro Sánchez al frente, aumentó la presión, asegurando que los liberales también apoyan al holandés y que no lograr un pacto este domingo sería irresponsable, según una fuente del gobierno español.
Diez días después de fracasar en un nuevo intento de consensuar un nombre, la designación del actual vicepresidente de la Comisión Europea aparecía como una opción para desbloquear el resto de altos cargos y evitar una eventual crisis institucional con la Eurocámara.
Pero además de algunos líderes del PPE, Timmermans enfrenta el rechazo de los mandatarios de Polonia, Hungría y República Checa, que no lo consideran como “un candidato de compromiso”, sino como “un candidato muy divisivo [que] no entiende Europa central”, según el polaco Mateusz Morawiecki.
En su punto de mira están los procedimientos de infracción abiertos por la Comisión contra estos países, especialmente por su rechazo a respetar las cuotas del reparto de refugiados, y, en el caso de Polonia, el procedimiento abierto por su controvertida reforma judicial.
Pero estos tres países únicamente no podrían bloquear solos la designación del socialdemócrata, pero, junto a otros países, podrían comprometer su nombramiento, que necesita al menos 21 de los 28 mandatarios, cuyos países representen el 65 por ciento de la población del bloque. Por ello, la posición de los líderes del PPE es clave.