"Tengo 22 años, pero nací con 22 años", bromea Erica, una japonesa de flequillo lustroso y melena castaña que hace resaltar sus cejas cobrizas. Tiene puesta una camisa blanca, jeans ajustados y zapatos de taco alto. Mide un metro sesenta, es menuda y está apenas maquillada. Cultiva una belleza fresca. Va a ser presentadora de un programa de televisión online en directo en Japón en el portal de videos Niconico.
Durante la presentación en sociedad virtual, Erica leyó algunos comentarios de usuarios y cuando llegó a uno que decía que se la veía muy linda, contestó: "Me da mucha vergüenza”. Lo dijo con voz mecánica y sin ruborizarse siquiera. A pesar de eso, no es engreída. Lo que pasa es que es un Androidol U, la última versión hiperrealista de androides que desde hace años está desarrollando el profesor de la Universidad de Osaka Hiroshi Ishiguro.
"Nuestro objetivo es que el androide pueda ayudar finalmente a la comunicación entre personas", dijo Ishiguro y explicó que este proyecto también sirve para saber si una inteligencia artificial puede llegar a ser aceptado como "ídolo". El programa de televisión, que aún no tiene fecha precisa de estreno, va a ser parte del último experimento social que pretende demostrar que un robot es capaz de desarrollarse a través de la comunicación con seres humanos.
Erica nació gracias a la colaboración entre la Agencia de Ciencia y Tecnología de Japón, la Universidad de Osaka, el Instituto Internacional de Investigación Avanzada en Telecomunicaciones (ATR) y la Universidad de Kyoto y tuvo su primera aparición pública en 2015. Así que, de algún modo, mintió un poco su edad al decir que tenía 22 años, ya que no aclaró que había nacido hace dos. Como una diva distópica. En aquel entonces, recién salida del laboratorio, mostró sus habilidades de comunicación en el Museo Nacional de Ciencia Emergente e Innovación de Japón en Tokyo frente a una audiencia humana.
Desde 2015 hasta ahora mejoró mucho sus habilidades. Y si al principio se la veía relativamente tiesa para el estándar humano, en el lanzamiento de su programa televisivo era casi una chica más. Extraña, sí, pero con pestañeos, expresiones faciales, inclinaciones de cabeza al escuchar y hasta un familiar “¿uuunnn?” de duda en medio de su parlamento. Además, Érica puede reconocer patrones de discurso y señales no verbales de alguien que le esté hablando.
Ishiguro, su padre humano, saltó a la fama mundial hace unos años cuando hizo una copia de sí mismo en forma de androide, y creó otros “mellizos” de humanos. El científico tiene 53 años y es director del Laboratorio de Robótica Inteligente, parte del Departamento de Innovación de Sistemas de la Escuela de Postgrado de Ciencias de Ingeniería de la Universidad de Osaka, Japón. Su vida y trabajo se centran en la creación de robots humanoides con apariencia realista, y aunque Erica es la última y más lograda, no es la única.
Chihira Junco, por ejemplo, es una androide que desempeña funciones de anfitriona turística en un centro comercial de Tokio desde hace varios años y se dedica a dar direcciones en inglés, japonés y chino. También está Yumeko, que es recepcionista en el Hen-na Hotel, una boutique operada por robots en Nagasaki. Erica tampoco es la primera inteligencia artificial con destino mediático. Antes de ella estuvieron Matsukoloid, que aparece cada semana en un programa de variedades y es doble de la humana Matsuko Deluxe, y Geminoid F, actriz androide que protagoniza la película Sayonara, que se estrenó mundialmente en 2015. El proyecto es del realizador Koji Fukada, el dramaturgo Oriza Hirata y, claro, el rey de los robots, Hiroshi Ishiguro.
Erica, en principio, había sido diseñada para trabajar como recepcionista o asistente personal, pero Ishiguro explicó que la comunicación con los usuarios a través de su programa semanal va a servir para aumentar su vocabulario y contribuir a una mejora de su inteligencia artificial. Y entonces sí, la humanidad va a estar un paso más cerca de un mundo en el que los androides sean en los próximos años no sólo ayudantes, sino también profesores o hasta intereses románticos de hombres o mujeres, como augura el ingeniero creador.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es una novela corta de ciencia ficción de Philip K. Dick publicada en 1968 en la que se basó Ridley Scott para hacer la mítica película Blade Runner, de 1982. La historia sucede en noviembre de 2019 y, gracias a Japón y sus ensayos de humanos replicantes, parece que la realidad podría imitar a la ficción. Por las dudas, habrá que tener preparado el test de Voight-Kampff para poder distinguir quién nació humano y quién androide.