Tómalo o déjalo: en menos de un minuto, el nuevo disco de Indios confirma el estilo inconfundible de la banda de Rosario: lánguido y suave, sensual y elegante, prolijo y pregnante, Besos en la espalda logra sintetizar las virtudes de una banda que logró mantener su núcleo humano desde sus inicios, madurando su sonido pero también reencontrándose con el desenfado de su primer disco: si Asfalto, del 2017, estaba signado por el shock de sus integrantes, que por entonces recién se instalaban en la CABA tratando de crecer en público y de ser tomados (y tomarse a ellos mismos) en serio, su tercer disco vuelve a sintonizar con esa sensualidad que hace suspirar –y también aullar– a tu hermana, a tu novia y a sus amigas.
Nicolás de Sanctis: “Nuestro primer disco eran canciones pop, sólo tenía esa búsqueda y se dio que además lo grabamos en nuestra casa. En la época del segundo disco entrábamos por primera vez que a un estudio: entonces nos planteamos hacer canciones distintas, escribir una canción que no fuera de amor, o que fuese más oscura. En este disco creo que logramos tener la frescura de nuestro primer disco, pero con todo lo que ya aprendimos técnicamente”.
Si su disco anterior fue criticado porque el grupo de alguna manera “renegaba de sus hits” y por haber perdido ese instinto pop de sus inicios, para este disco Indios eligió encerrarse en Villa La Bolsa (que no es lo mismo que encerrarse con una bolsa en la villa). Allí, en ese pequeño pueblito de menos de mil habitantes se concentraron en encontrarse a ellos mismos y en dar forma a 11 canciones en las que (según explica su gacetilla de prensa) la banda “busca reivindicar los encuentros personales dejando de lado las telecomunicaciones para conectar del modo más puro con el otro”. El disco (que en un momento se iba a llamar ‘Intimidad’) logra ser sexy sin ser ni procaz ni grosero: todo un mérito en estos tiempos.
De Sanctis: “A diferencia de Asfalto, que lo hicimos en el medio de la ciudad, el proceso de producción de este disco fue muy ermitaño. En este disco casi que evitamos tener referencias y buscamos más bien apreciar los temas que teníamos y ver que podíamos hacer con eso. También es cierto que hay otra corriente que tiene que ver con el reggaetón y lo urbano que capaz que a veces incluso consumimos, pero nosotros no vamos por ahí”. Joaquín Vitola: “Nos encerramos ahí a ensayar 10 horas por día y flashearla. Capaz que no escuchábamos otra cosa porque no teníamos señal, pero quizás por eso es un disco más volado, más en el aire que el anterior”.
“Creo que en este disco ya estamos más grandes, somos más conscientes de las virtudes que tenemos como banda y los matices que podemos lograr; y quizás en el disco anterior todo eso estaba armándose” asume Agustín Majdalani (sintes) sobre el disco en el que Indios se animó a volver a ser un grupo sexy.
Vitola: “Besos en la espalda y Borracho en París fueron los temas que le dieron el tono al disco, con Una tarde de melancolía, que tiene una melodía bastante sensual. Es algo que pasó naturalmente pero que después decidimos explotar y explorar un poco más. Y tratamos de desarrollarlo y llevarlo al lugar más elegante y fino que pudimos”.
Con ya diez años de trayectoria, Indios se toma su tiempo a la hora de producir su música. Nicolás de Sanctis: “A mí me dolieron las críticas a Asfalto, quizás porque nuestro primer disco había tenido bastante buenas críticas y era un poco inexperto en eso. Sentí que se criticaba esa búsqueda de hacer una música un poco distinta y salir de esa cosa pop mecánica. Capaz que eso me sirvió, aunque en el momento me angustió que se viera como un error algo que para mí hasta tenía cierto mérito”.
“Supe que dejaste de pensar en fantasías/ y empezaron tus ideas a desaparecer/ supe que cambiaste todo por una pantalla/ ya no hay cables y de igual manera no te movés”, canta Vitola en el principio de un disco que tiene como referente a… ¿Arctic Monkeys? ¿Parcels? ¿Marc Demarco? Nada de eso: los Indios son entusiastas lectores del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, notable ensayista autor de ensayos como La Sociedad del Cansancio o Shanzhai: El arte de la falsificación y la deconstrucción en China (editado en el país por la editorial Caja Negra): “No somos unos cualquiera/ somos tu dios/ no me vendo en tus vidrieras/ que decepción/ psicopolítica burda/ en tu interior/ un flujo absurdo de ideas/ telecontrol” dice la letra de Se diluye, que tranquilamente podría ser un tema de Dárgelos. Basta escucharlos hablar sobre los libros de Byung-Chul Han o sobre lo absurdo que es que en los hospitales del país no sea posible hacerse un examen para saber cuánto glifosato uno tiene en la sangre (hace unos días, el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, promulgó una ley que prohibía en todo el territorio de la provincia la importación, introducción, tenencia con fines de comercialización, fabricación, fraccionamiento, distribución, transporte y aplicación del herbicida glifosato en todas sus variantes). Como para entender que los Indios ya dejaron de ser unos chicuelos.
Joaquín Vitola: “La verdad es que estoy flasheando con gente de nuestra propia generación: la sensualidad de la banda no es algo ni pensado ni ensayado: te podría nombrar a Federico Moura o Dárgelos, pero la verdad es que no los vi en la época, y tampoco era un fanático que me estudiaba sus videos. Y de acá me gustan como cantan Goyo (Bandalos Chinos), Nahuel de Hipnotica, que son de Córdoba, o Usted Señálemelo, y me inspiro mucho en ellos. En este disco buscamos que las canciones tengan swing: es el disco en el que más percusiones grabamos. A veces creo que está un poco subestimado el tema de la danza, y en realidad tiene mucho que ver con tu esencia, con tus entrañas: en la música pop te puede entrar cualquier idea”.