En una jornada de caos sin precedentes, decenas de miles de manifestantes salieron a la calle ayer y al menos un centenar irrumpió en el Parlamento de Hong Kong, después de derribar la puerta de entrada. La protesta a favor de la democracia y contra el gobierno pro Beijing de Carrie Lam había comenzado temprano a propósito del 22º aniversario del traspaso a China de la soberanía de la antigua colonia británica. Estas nuevas manifestaciones se suman a las que vienen dándose desde principios de junio para reclamar contra el proyecto de ley del gobierno que autorizaría las extradiciones a China continental.
En cada aniversario del traspaso de la soberanía, activistas locales por la democracia organizan enormes manifestaciones para pedir por sus exigencias democráticas, incluyendo la posibilidad de elegir a un nuevo Ejecutivo local por sufragio universal. Este año, unas 550.000 personas se habían volcado a las calles hongkonesas para exigir la renuncia de Lam y el abandono del proyecto de ley de extradición a China. “No a la extradición a China”, “Hong Kong levantate”, se leía en muchos cárteles que portaban los manifestantes, en su gran mayoría jóvenes vestidos de negro, que recorrieron pacíficamente los cerca de tres kilómetros que separan el Parque Victoria de la zona de Admiralty, donde se encuentra el Parlamento y la sede del Gobierno. Sin embargo, poco antes de la tradicional ceremonia de izamiento de las banderas de China y Hong Kong, todo se desbandó. Al llegar a Admiralty varios cientos de manifestantes se dirigieron hacia la sede del Legislativo y allí un grupo de ellos comenzó a tumbar las barreras de acero que protegían la entrada de la institución para después usarlas para derribar las puertas de cristal blindado del Parlamento.
Tras casi cinco horas de asedio, los manifestantes, protegidos por escudos de fabricación casera, cascos amarillos y paraguas, superaron el blindaje desplegado por la policía, que optó por retirarse, según informó el diario local South China Morning Post en su edición digital. Alrededor de un centenar de personas irrumpieron, entonces, en el edificio abriéndose paso al romper ventanas, mientras cantaban las consignas de la protesta. En las primeras horas de la noche, habían ocupado el principal recinto del Parlamento, pintado gratifis en las paredes y de negro el escudo de la ciudad, y desplegado una bandera de la época colonial británica en el podio.
Tras cerca de tres horas de ocupación -pasada la medianoche local-, no obstante, la policía antidisturbios de Hong Kong retomó el control del Parlamento. Los manifestantes que habían tomado el edificio huyeron antes de que las autoridades ingresaran y mientras las unidades antimotines lanzaban gases lacrimógenos contra otros grupos que se encontraban en los alrededores.
A la sede parlamentaria también habían acudido algunos diputados opositores que, aunque mostraron su rechazo a la violencia, destacaron que a los manifestantes se les había agotado la paciencia tras semanas de masivas protestas sin que el Gobierno local atendiese sus demandas. “Estamos en la crisis política más grave desde el traspaso de la soberanía a China, es una situación sin retorno”, dijo el diputado independiente y activista, Eddie Chu, quien, además, expresó su temor a una intervención del Ejército chino en Hong Kong si Lam no es capaz de resolver la crisis políticamente.
Hace semanas, Hong Kong está inmersa en una ola de protestas multitudinarias y violencia política de tono ascendente debido a un intento del gobierno de modificar las leyes de extradición, lo que permitiría que los sospechosos sean enviados a China para ser juzgados.
La normativa, duramente cuestionada por una mayoría de hongkoneses y cuyo debate fue suspendido indefinidamente, aumentó los temores de que este territorio semi-autónomo devuelto a Beijing por Reino Unido el 1 de julio de 1997, pierda una serie de libertades de las que gozan sus ciudadanos bajo la modalidad “un país, dos sistemas”. Esta modalidad fue requisito para el acuerdo Londres-Beijing previo a la devolución de la isla y deberá aplicarse a la antigua colonia durante 50 años.
Lam, quien recibió severas críticas por tratar de impulsar la legislación, prometió ser más receptiva al sentimiento público, pero no ha respondido directamente a las demandas de los manifestantes. En un discurso tras la ceremonia de izamiento de la bandera que conmemoraba el aniversario de la entrega, Lam dijo que las protestas y las dos marchas que atrajeron a cientos de miles de participantes le enseñaron que necesita escuchar mejor a los jóvenes y las personas en general. “Esto me hizo dar cuenta de que yo debo recordarme todo el tiempo de la necesidad de captar los sentimientos públicos con precisión”, dijo.