María se separó hace un año y medio de quien fue su pareja por 24 años. Durante el tiempo que duró la relación, él fue violento. "Me pegó, me hizo de todo", sintetizó la mujer del barrio Ludueña, que siempre vivió de lo que juntaban con sus carros y tras el retiro de esas herramientas, se sumó al vivero municipal de La Tablada. Allí también está su ex marido, quien la hostiga desde que ella decidió irse de la casa familiar, con sus dos hijos. María no es su nombre real. Su día a día es un infierno: sin dinero, sin trabajo ya que su ex marido no respeta la orden de abstenerse de ir al vivero, María vive con sus dos hijos adolescentes en una pieza prestada, aunque su padre -el dueño- le aclaró que es por poco tiempo, y además queda a pocos metros de la casa del agresor. El hombre la amenazó con armas y además, la cercó en sus vínculos. Ante los demás, se presenta como una persona vulnerable. María hizo al menos diez denuncias en los Centros Territoriales de Distrito, en Tribunales y llamó dos veces al 911. Cuenta con un botón de pánico, que no le sirvió. El 11 de junio pasado, cuando lo pulsó porque él estaba en la esquina, la llevaron presa junto a él, por seis horas. "Me dijeron que como él también me denunció y pidió que no me acerque, si iba preso él tenía que ir presa yo", relató.

María se acercó al grupo Desde el Pie, donde la acompañan la psicóloga Patricia Villafañe y Rosa Fuentes Nuñez, testigos de los esfuerzos que cada día la mujer realiza para salir de su situación. "En la Fiscalía de Violencia de Género y en el Teléfono Verde hemos recibido buenas respuestas, pero a todas las políticas de protección les sigue faltando la perspectiva de género", consideró Villafañe.

María siente que el botón de pánico significa seguir cargando ella el peso de la violencia. "Parece que estoy marcada como una yegua. Yo me pregunto por qué él no puede llevar algo en el tobillo, para que no pueda acercarse", dice a Rosario/12. "Vivo con miedo, no puedo dormir", cuenta sobre su día a día. María tiene cuatro hijos, los dos más chicos, de 15 y 18 años, están con ella, estudian en una secundaria técnica. "El más grande trabaja, y me ayuda, porque yo apenas tengo para comer", describió.

La demanda de María es sencilla, y por otro lado, es la que estipula con claridad la ley 26485, de protección integral hacia las mujeres. "Quiero un trabajo, la posibilidad de alquilar y alejarme aunque sea diez cuadras de la casa de él. Quiero dormir, hace tiempo que no duermo tranquila", describe la situación en la que se encuentra: "Quisiera hablar con la intendenta (Mónica Fein), que me ayude, que entienda que sólo quiero trabajar". El contacto puede hacerse por Facebook, en Grupo Desde el Pie, o en [email protected]