Las moratorias previsionales son mecanismos para subsanar la falta de aportes. La ley exige 30 años. Pero en un país con 34 por ciento de empleo no registrado (50 por ciento en los 90) y 10,1 por ciento de tasa de desocupación (20 por ciento en los 90), esos 30 años son una meta difícil de lograr. Y para las mujeres es aún más difícil que para los varones. Los últimos datos de desempleo al primer trimestre 2019 muestran 2 puntos porcentuales más respecto de los varones, 20 puntos menos de tasa de actividad y 37 por ciento de empleo no registrado que supera el 34 por ciento promedio. En toda la Argentina, a fin de 2018, se estiman 1.076.028 mujeres entre 55 y 59 años que estarían cerca de cumplir con la edad para jubilarse en los próximos años pero de todas ellas sólo el 55 por ciento (588.248) tienen aportes, mientras que el restante 45 por ciento no ha realizado aportes. Del 55 por ciento que tiene aportes, sólo 113.231 superan los 20 años aportados. Es decir, solamente el 10,5 por ciento de las mujeres presenta condiciones relativamente cercanas a la posibilidad de jubilarse.
Luego de presiones callejeras organizadas desde Mujeres Sindicalistas, de la visibilización en los medios de comunicación por parte de periodistas feministas y de su instalación en el Congreso a partir del arco opositor, en el marco de la campaña electoral, el gobierno decidió tomar la agenda como propia y prorrogar por tres años la moratoria previsional para las mujeres a través de la Resolución 158/2019 de ANSES. Pero esta medida no es universal, ya que no incluyó la prórroga de la fecha de corte que continúa en el año 2003.
La decisión de no correr la fecha de corte significa que las mujeres que no han registrado aportes hasta 2003 deberían tener aportes con posterioridad a dicho año. Solo con 26 años “comprables” por moratoria, una mujer con 60 años en este 2019, debería contar con 4 años adicionales de aportes a través de un empleo registrado luego del 2003 (es decir, haber ingresado a un trabajo formal entre los 45 y 60 años, edad donde se reducen las posibilidades de conseguir empleo). Con el correr del tiempo esta moratoria se acota aún más. Las mujeres que hoy tienen 57 años y tendrán 60 en 2022, último año de la actual prórroga, necesitarán no 4 sino 7 años de aportes registrados post-2003 para contabilizar los 30 requeridos por ley.
El no reconocimiento del trabajo reproductivo significa la invisibilización de una situación estructural en las sociedades patriarcales que coloca en las mujeres las tareas de sostén de los hogares sin derecho previsional. El FMI no está afuera de estas decisiones. La distinción entre aportantes y no aportantes al sistema previsional es la política que se propone. Se cristaliza una lógica con trabajadores de primera –reconocidos en sus derechos previsionales– y de segunda –sin ese reconocimiento.
Julia Strada: Doctora en Desarrollo Económico (FLACSO y CEPA).