Todxs lo sabemos, “La Negra” no componía, sin embargo se apropió de tal manera de su repertorio, que es común que a muchas de sus canciones sigamos refiriéndonos como “una de Mercedes Sosa”. De esa voz, potente como pocas, que hacía que toda música que entonara se volviera propia y nueva a la vez, Mercedes decía que no le pertenecía, que esa voz era para la gente, para que pudiera escuchar una poesía que la despertara. Y tenía rezón, así fue. Sobre todo despertó a una generación que asomaba a la adolescencia en aquellos primeros años del albor democrático, cuando “La negra” tuvo su esplendor, de regreso de su exilio. Quizás haya sido el caso de la generación de Charo Bogarín, “La Charo”, cantora federal al igual que la tucumana, que en estos días, entre el 10 y el 13, estará presentando su disco en algunas ciudades de la provincia de Buenos Aires, como Olavarría, Azul, Tandil y La Plata. Legado se llama este trabajo discográfico con el que se propone homenajear a Mercedes Sosa, a diez años de su partida, con diez temas, algunos de ellos clásicos como “La maza”, de Silvio Rodríguez, “Soy pan, soy paz, soy más”, de Piero, “La colina de la vida”, de León Gieco, o “Razón de vivir” de Víctor Heredia, quien compuso también “Cantora”, el track 4 de la serie, especialmente para Bogarín. Otras canciones, menos difundidas entre las acuñadas por la Negra son también de la partida de “Legado”, como “Celador de sueños”, de Raúl “Tilín” Orozco, o “Sabiéndose de los descalzos”, de Julieta Vanegas, que dice: “Soy de los descalzos/ y estoy cansado de la lluvia que no cae/ no me hace crecer./ Mi sangre después de haberse/ vaciado de mí, calienta como el sol./ Soy de los descalzos y estoy cansado/ de este color que pesa más que yo./ Mi corazón desprendido de mi cuerpo/ sigue latiendo igual/ Soy de los descalzos, no tengo perdón por/ haber encontrado a cara pálida, mis brazos/ cortados por la misma mano se abrazan hoy/ desamparados”. La causa de los pueblos originarios es sin dudas una de las más fuertes ligazones entre Mercedes, descendiente de calchaquíes y Charo, integrante de Tonolec, el dúo que en 2005 arrancó con una propuesta única: la reversión electrónica de un repertorio toba. En su estilo, Charo Bogarín hizo que modernidad y tradición se entrelazaran, consiguiendo una estética absolutamente original y también respetando una ética, en el sentido de no alterar aquello profundo, tan político como espiritual, que estos ritmos simbolizan. Artista performática e intérprete de la tierra, su versión del tema de Ariel Ramírez, “Indio toba”, ha sido super popularizada y la sigue identificando como una suerte de segunda “autora”, como pasa con “Lunita tucumana” en la voz de Mercedes. Una caja de mamushkas andinas abre en este disco el juego, diez pistas donde una cantora homenajea a otra y ambas a ciertxs compositorxs sin los cuales no se podría pensar la música de Latinoamérica. Es el caso de la chilena Violeta Parra, de quién Charo incluyó los dos clásicos que encontraron en Mercedes una impresionante caja de resonancia en el mundo entero, “Volver a los 17” y “Gracias a la vida”. Legado no es un título cualquiera; sino una palabra con responsabilidad que implica un movimiento doble: por un lado hace propio lo recibido, por el otro, pide conservar la semilla original, su filiación, su marca de pertenencia. Es eso lo que Charo logró con estos temas en los que por momentos canta a dúo con Mercedes, consiguiendo el milagro de revivirla, como si hubiese estado presente en la grabación (¡cuánto nos gustaría!) y en otros, haciéndola atravesar con una voz lejana, casi espectral, los arreglos musicales nada convencionales para el folklore, que ya son un sello super característico de esta formoseña.
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