“Estas imágenes han sido tomadas desde una perspectiva independiente, profundamente personal y en primera persona de la guerra, sin las limitaciones que puedan imponer los medios de comunicación”, aclara el fotógrafo canadiense Joey Lawrence al presentar We Came From Fire, serie que aúna conmovedoras e intimistas imágenes sacadas desde marzo de 2015, en distintos viajes a Irak y Siria, en las que tuvo envidiable acceso al cotidiano de organizaciones guerrilleras kurdas que pelean contra el Estado Islámico. Se embarcó sin experiencia en zonas en conflicto, valiéndose de un contacto que lo presentaba como “fotógrafo cultural”, centrándose –vía retrato– en “los protagonistas y su misión: no solo están allí para defender un territorio sino para defender su cultura”, amén de poner rostro a lo que a menudo es mera estadística. Invita, de hecho, a “buscar en las fotos detalles que pasarían desapercibidos si hubiera que concentrarse en el fondo en batalla: la ropa, los parches, las armas, las manos quemadas, la forma particular en la que estos combatientes usan sus relojes”. Así, retrata a Warshin, kurda de la provincia de Nínive, en el norte de Irak, junto a su fusil: miembro de la milicia de mujeres YJÊ, que protege a la comunidad yazidí de los ataques del Estado Islámico, se unió a las filas tras sobrevivir a los horrores del Genocidio Yazidí en manos del Danesh. Retrata a Silava y Berivan, también del YJÊ, a carcajada limpia en una base abandonada de ISIS. Retrata a Newal y su compañero Shêbo mientras protegen un campo de refugiados de Sinyar. Retrata a brigadas mixtas patrullando los campos de Makhmur. Retrata a la joven Jîn con un contundente lanzagranadas propulsado por cohete. O, con gesto descontracturado, casi alegre, a chicas reunidas en su base para entrenarse militarmente. Retrata a milicianos cargar sus metralletas, tomar un sorbo de agua, preparar té. Retrata incendios y celebraciones populares. Retrata a niños saltando sobre tanques derruidos… “Las charlas sobre cigarrillos y té demasiado azucarado a menudo derivan a teorías conspirativas sobre cómo el mundo entero intenta destruir su causa. Curiosamente, estas discusiones empiezan a hacer sentido. Y la jerarquía secreta de la guerrilla se desvanece, y te encontrás rodeado de personas que dejaron a sus familias para defender su forma de vida, su herencia, su lenguaje”, relata el varón.
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