A principios de la década del noventa, tras haber biografiado a Mario Roberto Santucho, María Seoane creyó oportuno correr el péndulo de clase hacia la burguesía nacional. Pensó en repetir el método, pero cambiando el foco. Y el elegido no pudo ser otro: José Ber Gelbard. Cuando el libro finalmente se publicó (1998) corrían días de menemismo tardío. De presagios del desastre económico que sobrevendría en 2001, y la figura del empresario judío-polaco emergía como antídoto esperanzador. Como revulsivo contra aquel desmadre neoliberal, bastante parecido al de estos días. El trabajo se publicó bajo el nombre de El burgués maldito, la cantidad de páginas trepó a más de quinientas, y trascendió a futuro.
Vaya si trascendió. Se publicó dos veces más (2003 y 2014), se convirtió en best-seller e incluso tuvo su correlato en un documental estrenado en 2006, llamado Gelbard, la historia secreta del último burgués nacional. “La historia de este libro es así: cuando tomé la decisión de hacer Todo o nada, la biografía de Santucho, pensé que lo que hacía falta en el género era tomar paradigmas o personajes de una época determinada para poder contar esa época, no solo porque las ideas son históricas, sino porque los hombres y mujeres que son líderes en determinado momento, expresan esa época. O sea que la deconstrucción de sus biografías, en relación con la historia, permite comprender cada período. Eso hice con Gelbard”, explica la periodista, acerca del talante basal del libro que saldrá a la venta con la edición de PáginaI12, de este domingo.
--¿Del arquetipo de una época al contexto?
--Es que el arquetipo de una época es el resultado de la misma. Por lo tanto, lo que hay que determinar son las causas y consecuencias que ellos producen, a través de sus comportamientos.
--¿Por qué elegiste a Gelbard como arquetipo, entonces?
--Porque pensaba que la burguesía nacional, ese sector social que siempre despierta esperanzas pero nunca termina de constituirse como el motor central del desarrollo de la Argentina, merecía tener un biografiado que haya expresado la construcción de un país más equitativo, popular y con altos niveles de consumo y salarios. Que participara activamente del desarrollo nacional, ¿no? Donde el pacto entre los sindicatos, el Estado y los sectores productivos fuera el motor central del desarrollo, y no la Argentina oligárquica, dedicada a la timba financiera.
--También se te podría haber ocurrido elegir a Manuel Miranda, primer ministro de economía de Perón ¿Por qué no?
--Porque Miranda, si bien fue un empresario vinculado al peronismo, no expresaba, más allá de su rol como empresario y amigo de Perón, lo que sí Gelbard: la construcción de la burguesía nacional. Gelbard fue un dirigente que comenzó la construcción y la organización de la pequeña burguesía industrial y comercial de la Argentina, bajo la idea de un Estado inclusivo, en el que obreros y empresarios pudieran pactar un desarrollo, un proyecto económico que peleara contra los niveles de desocupación, de segregación, de liquidación de la industria nacional. Contra la gran burguesía agraria industrial vinculada al comercio exterior, y la venta de commodities. Gelbard expresaba el proyecto que nació con el peronismo.
--Y que tal vez en la época de Miranda se encontraba en estado embrionario
--En efecto, Gelbard empieza a aparecer entre finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, y se transforma en un gran dirigente social y político. Es el encargado de reunir fuerzas, cuando la tarea de Miranda había sido otra. Gelbard expresa esa Argentina que va surgiendo a partir del peronismo, y que va dando una carnadura política y de organización a los sectores relacionados con la pequeña y mediana empresa.
--Otro rasgo importante de la biografía es que lo presentás a Gelbard también con sus contradicciones, sus paradojas, sus vaivenes. Tiene poco o nada de apologético el trabajo, pese a la admiración que estás expresando ahora.
--Por supuesto, porque, como todos los hombres argentinos de negocios, Gelbard hizo negocios santos, y non santos con el Estado. Esta es la historia de la Argentina. Sin embargo, Gelbard trasciende por otra cosa. Trasciende por haber sido uno de los constructores del Estado de Bienestar. Por eso, crea la Confederación General Económica, y se transforma en un artífice de aquel primer peronismo. Y también del que regresa con Perón en el 73`, que vuelve a pujar por un desarrollo equitativo, basado en el mercado interno, y en el consumo adecuado a ese modelo.
--El modelo recurrente de los gobiernos nacionales y populares, es decir.
--Frente a la furia agroexportadora primero y después financiera que desembarca con el neoliberalismo, que expresa la dictadura del 76`, y que va contra la pequeña y mediana empresa, y contra los trabajadores, claro. La discusión que se transformó en violencia era qué tipo de capitalismo tenía que desarrollarse en el país.
--Los mexicas pensaban que la historia era cíclica, y no lineal, como observaron diversas corrientes historiográficas europeas. La Argentina parece estar más cerca de la visión de aquellos aztecas precolombinos… la dicotomía desarrollo nacional mercadointernista versus neoliberalismo se repite, vuelve, sin resolución alguna.
--En la Argentina, efectivamente, la historia no es lineal. Es por ciclos, y está claro cuál es el enfrentamiento básico: o desarrollo capitalista basado en el mercado interno, con un Estado afín, o un plan capitalista para pocos, con un territorio a expoliar.
--¿Qué sentiste cuando Cristina, durante la presentación oficial de su libro, reivindicó al Gelbard del 73’, el del pacto social del último Perón?
--Que ella pensó, al igual que Alberto Fernández, que para volver a hacer posible este país hay que volver a realizar un gran pacto con los sectores productivos asentados en el desarrollo interno de la Argentina. Hay que terminar con la polarización, porque si no vamos a estar doscientos años más con este dilema. Lo que está planteando Cristina es que es necesario un acuerdo que colabore con el desarrollo industrial, el desarrollo interno, con los salarios justos, con un desarrollo financiero vinculado al mercado interno. Y esto tiene que darse a través de un gran pacto político y social, porque si no estamos ante una fractura insalvable. La llegada de Macri, en este sentido, vuelve a traer esa contradicción que nos está atravesando desde todo el siglo XX. Una argentina primarizada, basada en la timba financiera, la destrucción del trabajo, y el endeudamiento, frente a la otra Argentina que ya definí. Es un dilema que aún no se ha resuelto.
--Ahora claramente con el péndulo corrido hacia la timba financiera y la destrucción del trabajo, otra vez.
--La Argentina víctima de los buitres, sí. La Argentina postrada que expulsa a sus ciudadanos, con un territorio cuyos recursos naturales sirven como garantía del saqueo internacional. Frente a este dilema, la figura de Gelbard vuelve a aparecer, porque él no solo fue un ministro de economía, sino también un dirigente político que expresó un pacto social con Perón, la CGT y las Pymes.
--¿No te parece que se perdió mucho tiempo discutiendo en términos de izquierda y derecha, en la Argentina, en vez de hacerlo en términos de liberación o dependencia, o de mercadointernismo-neoliberalismo como siempre planteó el “buen” peronismo?
--Es que estamos obligados a terminar con esa discusión, porque la Argentina no puede tolerar doscientos años más en este dilema. Habrá que sentarse ¿no? Cuando Cristina convocó la sombra de Gelbard fue para hablar de ese pacto entre empresarios, trabajadores y Estado al que aspira Alberto Fernández.
--Jacobo Timerman, en una entrevista que le hiciste para el libro en 1992, imagina a Gelbard como un “florentino” de la Edad Media. ¿Cómo lo imaginás vos, más allá de lo dicho?
--(risas) Bueno, Jacobo me dijo eso en el bar “La Poesía”. Yo le pregunté si lo podía grabar, y me dijo que no. Tampoco podía tomar notas. Entonces, cuando terminó la entrevista me fui corriendo a casa y escribí el texto que aparece en el libro. Ah, ¿Cómo lo imagino yo a Gelbard?... bueno, sí, como un constructor de la política, como un dirigente político del empresariado. Como un hombre de profundos acuerdos, justo lo que hace falta hoy para frenar la destrucción en todo sentido que está llevando a cabo el gobierno de Macri, porque no se puede seguir así.