En su primera reunión del 2017, el directorio del Conicet profundizó ayer el ajuste en el área de Ciencia que el gobierno de Mauricio Macri puso en marcha el año pasado: resolvió que el llamado a concurso para ingresar a la Carrera de Investigación del 2018 se abrirá el primero de marzo y que sólo habrá 450 vacantes, cifra similar a la del 2016. En los hechos, la decisión implica un recorte del 50 por ciento con respecto al 2015, último año de crecimiento sostenido de ingresantes. “Se hace muy difícil investigar en un país que abre 450 lugares para más de mil concursantes”, advirtieron investigadores sobre una posible fuga de cerebros. Además, en la nueva convocatoria las “ciencias básicas” sufrirán un achicamiento: su representación bajará del 80 al 50 por ciento. El motivo es que los “temas estratégicos y tecnología” subieron de un 20 por ciento al 50. Quienes critican la medida argumentan que las ciencias básicas estimulan a las ciencias aplicadas, por eso son centrales y no pueden descuidarse.
Dora Barrancos, directora del área de Ciencias Sociales del Conicet, explicó a PáginaI12 que la decisión de achicar el cupo de las ciencias básicas es peligroso y que afectará especialmente a las ciencias sociales: “El pensamiento sobre la ciencia es una contribución de las ciencias sociales, que también permite reflexiones importantes sobre la condición de la posibilidad humana, permite un análisis crítico. Veo con preocupación el giro que ha tomado este directorio”. Barrancos fue la única integrante del directorio que votó en contra de este cambio. “No hay ciencia aplicada –subrayó– si no estimulas la ciencia básica. Las ciencias exactas y biológicas serán afectadas gravemente”. La bilogía molecular, la filosofía, las humanidades, los físicos, la astronomía, la matemática: son algunas de las áreas que se denominan “ciencias básicas” y que “tienden a resolver problemas”. Algunos científicos explicaron que esta medida es “busca ser una señal de compromiso con la problemática real de la vida, intentar mostrar algo que no pasa”.
Esta decisión del directorio del Conicet se dio en el marco de una protesta llevada adelante por organizaciones de científicos que protestaban por los 498 ingresantes a la carrera de investigación, que el año pasado, habiendo aprobado todas las instancias de evaluación, no pudieron ingresar producto del recorte presupuestario (ver aparte).
“El presupuesto para la ciencia que aprobó el macrismo en el Congreso el año pasado, pasó del 0,75 al 0,59 por ciento del PBI respecto al 2015; hoy las consecuencias están a la vista”, dijo a este diario Nuria Giniger, de Científicos y Universitarios Autoconvocados de Buenos Aires. “Esta es la segunda expresión ajuste. El problema es político, porque buscan un achicamiento del Conicet; cuando uno quiere que se desarrolle algo le da más plata. Estamos discutiendo política con el macrismo”, recalcó Giniger. Por último, advirtió: “Si van a cambiar las reglas del juego, lo deben discutir con la comunidad científica. Esto genera una fuga de cerebros, porque los investigadores prefieren irse al exterior, te cierran las puertas acá. La política del Estado hoy es que el país invierte para regalárselo a los países centrales.”