Desde Roma

Mientras las peleas dentro del gobierno italiano no terminan a causa de los inmigrantes, los puertos cerrados, los prohibidos desembarcos y el trabajos de las organizaciones no gubernamentales (ONG) “salva migrantes” en el Mediterráneo, el papa Francisco no quiso dejar pasar el sexto aniversario de su visita a la isla de Lampedusa, en 2013, a pocos meses de haber sido elegido pontífice. Fue su primera salida de Roma y quiso hacerla a Lampedusa para honrar la isla en sí misma, un ejemplo de recepción de migrantes, y a los migrantes que escapan del hambre, las persecuciones y las guerras, pero sobre todo recordar todos los muertos en el mar. Y para eso, en aquel momento, montó a un barquito y tiró al mar coronas de flores.

Hoy, para recordar aquel viaje a Lampedusa y los muertos en el mar, invitó a decenas de inmigrantes y celebró una misa para ellos en la basílica de San Pedro. “En este sexto aniversario de mi visita a Lampedusa -dijo en la homilía de la misa-, pienso en los “últimos” que todos los días claman al Señor, pidiendo ser liberados de los males que los afligen . Son los últimos engañados y abandonados para morir en el desierto; son los últimos torturados, maltratados y violados en los campos de detención; son los últimos que desafían las olas de un mar despiadado; son los últimos dejados en campos de una acogida que es demasiado larga para ser llamada temporal”. El domingo, en el Angelus que celebra al medio día desde la ventana del edificio papal que da hacia la Plaza de San Pedro, Francisco había recordado y presentado públicamente su dolor por las decenas de muertos ocurridos en un campo de detención de inmigrantes en Tajoura, hace pocos días, a causa de un bombardeo producto de la guerra actualmente en curso en Libia. «La comunidad internacional no puede tolerar hechos de esta gravedad”, dijo el Papa.

“¡Son personas -insistió el pontífice-, no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias! No se trata sólo de inmigrantes, en el doble sentido de que los inmigrantes son antes que nada seres humanos, y hoy además el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada (...) Esta es, hermanos y hermanas, una gran responsabilidad, de la que nadie puede estar exento si queremos llevar a cabo la misión de salvación y liberación a la que el mismo Señor nos ha llamado a colaborar”. Y dirigiéndose a los inmigrantes y refugiados presentes en la misa concluyó: “Sé que muchos de ustedes, que han llegado hace tan sólo unos meses, ya están ayudando a los hermanos y hermanas que han venido recientemente. Quiero agradecerles este hermoso signo de humanidad, gratitud y solidaridad”.

En la misa estaban presentes unos 250 refugiados, inmigrantes y socorristas del mar. El Papa no quiso que la prensa estuviera presente para que no hubiera interferencias en ese momento que debía ser de profundo y sentido recuerdo de los miles que han perdido la vida en el Mediterráneo. Al final de la celebración, Francisco saludó a cada uno de los inmigrantes.

El ministro del Interior y viceprimer ministro Matteo Salvini, que es el principal opositor a las migraciones en el actual gobierno y que está tomando todo tipo de medidas contra las ong que los ayudan - consideradas por él “complices de los traficantes de seres humanos” - , ayer se enfrentó también con la ministra de Defensa de su propio gobierno, Elisabetta Trenta. Es que la ministra aseguró, en una entrevista con el diario Il Corriere della Sera, que el plan Sophia, propuesto por la Unión Europea hace algunos años para controlar el Mediterráneo con naves militares, sería muy útil hoy para evitar el accionar de los barcos de las ONG en el Mediterráneo. Pero Salvini se opone, porque dice que luego les traerán todos los inmigrantes a Italia para registrarlos. E insiste en que cerrar los puertos, como ha hecho desde hace meses, es lo mejor.

Pero barcazas con desesperados, en su mayoría africanos, siguen llegando a las cosas italianas. Y las barcas ONG – como Alex de Mediterranea Saving Humans recientemente– siguen salvando gente y haciendo presión sobre las directivas de Salvini al que acusan de violar los derechos humanos. Salvini sigue furioso contra las barcas de las ONG a las que quiere combatir a toda costa, especialmente desde que perdió el “partido” con la alemana Carola Rackete, a la que sí le secuestró la nave Sea Watch 3 pero no pudo arrestarla como él pretendía.